LO QUE NOS JUGAMOS

 

Artículo de Luis Bouza-Brey del 8-3-04, 13:00 horas.

 

Recuerden años atrás: los gobiernos socialistas intentando integrar a los nacionalismos periféricos a base de diálogo y concesiones permanentes; los nacionalismos siempre demandando y siempre insatisfechos, y ETA aumentando su violencia contra todo el que se destacara en el teleobjetivo.

 

Recuerden un poco más tarde: El PP pactando con PNV y CIU; el PNV pactando con ETA; el PSE abandonando el Gobierno vasco; el PNV y HB incapaces de ponerse de acuerdo;  ETA rompiendo la tregua e incrementando su violencia contra todo el que destacara en el teleobjetivo;  el PP iniciando una nueva política de firmeza antiterrorista y acusando al PNV por su traición.

 

Recuerden algo después: ETA asesina a Lluch, los progres piden diálogo, se firma el pacto por las libertades y contra el terrorismo, y los nacionalistas no lo apoyan; se ilegaliza a HB y demás tentáculos de ETA y se incrementan las penas por la “kale borroka” mientras Francia comienza a apoyar de verdad en el cerco a ETA.

 

Oberven ahora: Ibarretxe elabora su plan; ETA se debilita hasta su casi neutralización; el PSC pacta con ERC y ésta se va a dar vitaminas a ETA, volviendo a hablar de diálogo, y todos los nacionalismos adoptan programas soberanistas e independentistas acusando al PP de crear problemas por su intransigencia y autoritarismo; el PSOE, el PSC y el PSE sintonizan objetivos anti-PP con los nacionalismos para evitar una victoria de aquél.

 

Oberven los eslabones causales de interacción y verán que hay cuatro opciones: la primera es la que existía a principios de los noventa, con el PSOE enredado en las pautas de la transición, buscando sintonizar con los nacionalistas y éstos intentando unir fuerzas con ETA para conseguir la independencia a cambio de la “paz”.

 La segunda es la que finaliza ahora, con el PP rechazando el continuar dando satisfacción a los objetivos nacionalistas, buscando apoyos en el PSOE  y quebrando la violencia de ETA .

 La tercera, que comienza ahora, puede ser la vuelta a la primera, con el PP debilitado y aislado, o en la oposición, y el PSOE cediendo de nuevo al “diálogo” ante objetivos soberanistas e inconstitucionales y permitiendo por debilidad y pasividad la balcanización del país.

Queda una cuarta opción que es la que, a mi juicio, permitiría finalizar el desarrollo político del país y pasar de una vez del siglo XIX al XXI, y de la transición a la madurez. Esta cuarta opción consistiría en unir fuerzas entre los partidos constitucionalistas, para completar el pacto de Estado por las libertades y contra el terrorismo con otro que finalice el desarrollo del Estado de las Autonomías. Un pacto que habría de orientarse en la dirección de la unidad y no de la balcanización, mediante la difusión de los principios de legitimación de la España plural y el patriotismo constitucional y cívico, la clarificación del concepto constitucional del autogobierno, la reforma del Senado y la modernización de los nacionalismos periféricos.

Y esto es lo que nos jugamos en las elecciones de estos días: el desarrollo o la balcanización del país.

¿Quién podría impulsar la cuarta opción? ¿Una amplia coalición del PSOE con IU, ERC, PNV y otros? ¿Un PSOE desarticulado y débil, gobernando en minoría con una bicefalia Maragall-Zapatero roída por Carod, Ibarretxe y Llamazares? ¿Un PP débil, con mayoría relativa y enfrentado a “todos-contra-el-PP”? ¿Un PP apabullante, que crezca desmesuradamente como consecuencia del caos socialista y que se estanque y bloquee en el inmovilismo, en el que asciendan sus sectores más duros y extremos, que sufren lapsus terminológicos con la palabra “asesinos” o se arrastran en la indignidad con los hectólitros de vino? ¿O un PP con mayoría absoluta para poder gobernar en solitario, o con mayoría suficiente para iniciar mediante el compromiso y el pacto con Coalición Canaria y el PSOE la puesta en marcha de la cuarta opción?

 

No parece haber más opciones que éstas, pues incluso los partidarios del “sentido común” hablan de un sistema fiscal soberanista, mediante el cual las CCAA recauden todos los impuestos y “pacten” con el Estado lo que quieren pagar.

 

Está en manos de los españoles decidir cuál es la salida a la situación actual, pero la suma de microdecisiones de voto de los electores puede conducir a consecuencias macropolíticas negativas. Por ello, uno confía en que una victoria del PP con mayoría absoluta, liderado por un Rajoy sereno y equilibrado, habiéndose comprometido previamente a un pacto de Estado que evite el inmovilismo y la balcanización, podría ser positiva para el país. Rajoy y Piqué podrían ganar puntos con un compromiso preelectoral así. ¡Que la fuerza les acompañe!