IRAK, SIN SADAM, MEJOR

 

Editorial  de “Libertad Digital” del 24/09/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

Más de diez años les costó a los alemanes empezar a entender que los ejércitos aliados no eran fuerzas de ocupación sino de liberación. Alemania había sido secuestrada por Hitler y su abyecta camarilla, y eran aquellos soldados británicos, franceses y norteamericanos los que la habían liberado. Los alemanes, una vez convencidos de la bondad de este ejército multinacional que les había devuelto la dignidad, enfilaron el camino que lleva al futuro y, en apenas una década, transformaron un país en ruinas en el más próspero y libre de Europa. Nunca mejor momento que el que vivimos para traer la comparación a la actualidad.

 

Durante más de veinte años, más de treinta si nos remontamos al ascenso de Sadam a la cúpula de poder, la nación iraquí ha estado secuestrada por una familia cuya única y exclusiva ocupación ha sido vivir a expensas de los iraquíes y de las riquezas naturales del país. Junto a esta cleptocracia institucionalizada, Sadam y su camada de monstruos han sostenido una agenda bélica de auténtico infarto y han desatado una represión sin tasa. Sadam Hussein, efectivamente, no es Adolf Hitler, pero se le parece bastante.

 

La intervención aliada del año pasado vino a poner fin a una situación límite, y a borrar del mapa a uno de los peores tiranos que ha conocido el mundo desde que el führer acabó con su vida en el búnker berlinés. La decisión de enviar las tropas, como ha remarcado hoy el presidente Iyad Alaui, no fue fácil, pero fue la decisión correcta. Desembarcar en Normandía no fue cosa sencilla, pero al mundo libre no le quedaba otra opción si quería derrotar y aniquilar la barbarie nazi.

 

La democracia tiene sin embargo enemigos despiadados, dentro y fuera de casa. Dentro, una parte grande, demasiado grande, de la izquierda, ha hecho de la liberación de Irak bandera electoral, pero no para defenderla sino para todo lo contrario, para ponerla en cuestión y convertir un acto de guerra necesario en algo parecido al genocidio. Fuera, el terrorismo internacional se ha hecho fuerte aprovechándose de una posguerra difícil en un país devastado.  

 

Todo el mundo opina sobre la situación de Irak, los medios lo tratan a diario, sin embargo nadie se había preocupado hasta ahora de preguntar a los protagonistas de la historia, a los iraquíes. Hace unos meses la BBC realizó una encuesta a escala nacional en el Irak post Sadam. Los resultados de la misma, a pesar de ser escandalosamente silenciados por casi toda la prensa española, no dejaban lugar a interpretaciones. Casi un 60% de los entrevistados consideraba entonces que su vida había mejorado desde el destronamiento del autócrata. La mitad de ellos opinaba que la intervención aliada fue correcta, y cuatro de cada diez creía que los norteamericanos y británicos habían liberado el país. Casi como en la Alemania de los años cuarenta.

 

Entonces, en la arrasada Europa de posguerra, no existían ni la prensa dedicada en exclusiva a la propaganda antiyanqui ni los Gobiernos miserables afectados de tercermundismo y bastardía. ¿Conseguirá Irak llegar a ser una Nación democrática con un Estado moderno cuyo ejemplo marque la senda de otras dictaduras islámicas? Si la cordura se impone apostamos por ello. Si triunfan los apóstoles de la ruina, los pacifistas de saldo y los mezquinos intereses de la vieja y caduca Europa, Irak, una vez más, estará perdido.