EL VOTO VASCO

 

  Artículo de Francisco José Llera Ramo  en  “El País” del 06.12.2003

  

Es verdad que sólo votó a favor de la Constitución algo menos del 45% de los censados en Euskadi, pero también lo es que no todo el abstencionismo era nacionalista

 

Francisco José Llera Ramo es catedrático de Ciencia Política de la Universidad del País Vasco, director del Euskobarómetro y autor de Los vascos y la política.

Los vascos refrendamos la Constitución de 1978 con menor entusiasmo que el resto de los españoles, pero hemos sido grandes beneficiarios de la misma, a pesar de la deslealtad de los nacionalistas de uno u otro signo. Sólo en virtud de un falseamiento de la historia se podría seguir diciendo que los vascos hemos rechazado o, incluso, no hemos aprobado la Constitución Española.

La no presencia directa, que no exclusión, en la ponencia constitucional, compensada por la interlocución de Miquel Roca y Miguel Herrero, la no incorporación automática de Navarra a la comunidad vasca, el no reconocimiento de una identidad nacional y una soberanía preconstitucional de los vascos, el Pacto con la Corona, entre otras razones, fueron la coartada para una decisión ya tomada previamente. "No podemos votar que no a la Constitución... Nuestra respuesta lógica hubiera sido el no, pero, más allá de nuestra convicción, consideramos que la Constitución abre el desarrollo de un proceso autonómico", como dijo el portavoz del PNV. Por eso, el PNV se ausentó del hemiciclo para no tener que decir ni sí, ni no.

La razón formal la dio Carlos Garaikoetxea, a la sazón presidente del EBB (Consejo Nacional del PNV), cuando dijo que "si este Estado persiste en su idea de que al pueblo vasco no se le debe reconocer que tuvo unas instituciones originarias propias, decimos que rechazamos este modelo porque queremos seguir siendo vascos y desarrollar nuestra propia identidad".

No bastaron la constitucio-nalización de los derechos históricos, ni el tratamiento excepcional de la adicional primera, ni la puerta abierta a la incorporación libre de los navarros, ni, mucho menos, la restauración generalizada del privilegiado Concierto Económico.

Las primeras elecciones mostraron la debilidad y carácter minoritario del nacionalismo, además de su profunda división (unos querían la autodeterminación y otros la negaban) y, por eso, a diferencia de Cataluña con Tarradellas, el nacionalismo no tuvo interés en fusionar la repatriación del Gobierno vasco en el exilio en el ente preautonómico de concentración, en el que serían minoría.

El nacionalismo no soporta que los vascos sigamos apoyando nuestro sistema constitucional. La vieja táctica del abstencionismo les pudo resultar rentable, pero es un fracaso político e ideológico. Con las reglas del juego en la mano, el 69 % de los vascos dimos el sí a la Constitución de 1978, frente al 23%, que votaron no. Si los primeros se sitúan a unos veinte puntos de la media española y algo más de la catalana, los segundos las superan en quince y dieciocho, respectivamente.

Es verdad que en el caso vasco sólo votó algo menos del 45% de los censados, situándose, por tanto, algo más de veinte puntos por debajo de la media española o catalana. En todo caso, nunca un referéndum superó en el País Vasco el 65%, nunca votamos más del 80% en ninguna elección y casi siempre lo hemos hecho bastante por debajo del resto de los españoles.

Teniendo en cuenta los apoyos con los que contaba el nacionalismo vasco por aquellos días, sabiendo que no todo el no o la abstención eran nacionalistas y sumando el máximo de abstención atribuible a la campaña del nacionalismo (siempre por debajo del 20%) al 10% censal del no, hemos sido más los vascos que dimos apoyo explícito a la Constitución Española que los que la cuestionaron, de una u otra manera.

Sin embargo, a pesar de que los vascos ratificamos a posteriori el sistema constitucional con el consenso y el sí estatutario, a pesar de que tres de cada cuatro vascos seguimos mostrándonos básicamente satisfechos con el actual modelo de autogobierno, a pesar de que la opinión mayoritaria de los vascos haya evolucionado de forma crecientemente favorable a la Carta Magna española, a pesar de que la mayoría de los vascos estamos en contra de la incertidumbre de propuestas como la de Ibarretxe, el nacionalismo sigue tratando de legitimar su deriva rupturista, precisamente, en el falso rechazo de los vascos al sistema constitucional español.