«NO SOMOS TERRORISTAS ECHAREMOS AL INVASOR CON LA GUERRILLA QUE ES UN INVENTO ESPAÑOL»

 

EXCLUSIVA  Hablan los portavoces de Ansar al Sunna, uno de los principales grupos de la resistencia iraquí.

 

Reportaje de MONICA G. PRIETO,  BAGDAD. Enviada especial, en “El Mundo” del 5-10-03.

 

«La única forma de defendernos es la guerrilla, que como todos sabemos fue una invención española. Los norteamericanas nos superan en equipos y número, pero podemos hacerles mucho daño». Hablan cuatro insurgentes iraquíes, cada uno perteneciente a un comando distinto del Ejército de Ansar al Sunna, destacado grupo de la resistencia iraquí. El encuentro con “EL MUNDO” tiene lugar en algún punto entre las ciudades de Faluya y Abu Ghraib, al oeste de Bagdad.

Creen llegado el momento de extender los ataques a las tropas «traidoras» que colaboran con Estados Unidos. «Las tropas españolas son lo mismo que las norteamericanas», suscriben los guerrilleros.

Abu Alí, nombre ficticio, es uno de ellos. «Cuando fabrico explosivos en el sótano de mi casa, durante la noche, a veces me atormentan los rostros de los soldados,jóvenes y rubios a los que voy a matar, pero forman parte del enemigo ,y eso les convierte en mi objetivo», comenta el joven Abu Ali. 

Abu Ali mueve apesadumbrado la cabeza. «A veces pienso en las madres de esos jóvenes y en sus esposas y sé que no tengo nada contra ellos. No quiero que sus familias odien mi país, pero forman parte del enemigo y eso les convierte en mi objetivo». Estamos en el salón de una humilde vivienda situada en algún punto entre Faluya y Abu Ghraib, al oeste de Bagdad, en el triángulo suní donde cada día se producen ataques mortales contra las tropas norteamericanas. Abu Alí, nombre supuesto, está acompañado de otros tres dirigentes del Ejército de Ansar al Sunna, la resistencia iraquí anti Sadam y anti norteamericana.

 El viaje desde la capital iraquí para celebrar la entrevista ha resultado largo, a pesar de la corta distancia existente. Tras encontrar a una persona, que actúa de enlace en Bagdad, y subir a su coche, el conductor, en absoluto silencio, comenzó a dar rodeos y tomar carreteras provinciales con el objetivo de que no se pudiera identificar el lugar donde los cuatro miembros de la resistencia iraquí esperaban a EL MUNDO para explicar qué les mueve a combatir contra las tropas invasoras y cuál es su sistema de operaciones.

 Una larga conversación de cinco horas donde, cara a cara, los cuatro guerrilleros islámicos hablan sin tapujos ni censuras de los ataques consumados y sus proyectos futuros. Y entre ellos, uno de los prioritarios es extender sus acciones contra las tropas «traidoras» que cooperan con Washington en la ocupación de Irak, entre ellas las españolas.

Admiten que lo único que les mueve a conceder la entrevista es carecer de una plataforma para expresar su posición. «Los medios de comunicación, incluso los iraquíes, presentan a los americanos como unos liberadores», dice uno de ellos. Desde que el Gobierno provisional de Ahmed Chalabi - «ese ladrón que llegó subido en un tanque americano»- prohibiera a Al Yazira y Al Arabiya, los dos canales de información más prestigiosos del mundo árabe, transmitir desde Irak acusádoles de «colaborar con el terrorismo» la resistencia es, además de invisible, muda.

Los cuatro se sienten obligados a participar en la lucha contra la ocupación por cuestión de fe, son en su mayoría suníes y salafistas y, como musulmanes, el Corán les obliga, en caso de invasión, a participar en la guerra santa contra los infieles y expulsarlos de su tierra.

Hay muchas formas de colaborar en la organización, no sólo apretando el gatillo de un Kalashnikov o detonando una carga a distancia. «Decenas de miles de personas», afirman, «colaboran en todo el país aportando información sobre los movimientos de las tropas, buscando y escondiendo armas o municiones, alquilando casas seguras o automóviles y sirviendo de correo entre los diferentes comandos guerrilleros». Se trata de una causa común en la que el desaparecido Sadam Husein no tiene nada que ver, e incluso es visto con rencor y odio. «El nos trajo a los americanos, todo es culpa suya», comentan.

Los cuatro hombres no superan los 40 años. Representan al Ejército de Ansar al Sunna (los combatientes de la tradición del Profeta), un grupo de resistencia islámica que integra fedayin (ex combatientes de Sadam), ex militares, suníes apolíticos, algunos chiíes y salafistas, un movimiento islámico prohibido y perseguido durante la dictadura. Pertenecen a cuatro comandos diferentes de la organización. Dos de ellos fueron encarcelados por Sadam.

Se desvinculan por completo de Sadam Husein, aunque muchos ex miembros del régimen nutren sus filas, y afirman no tener necesidad de importar armas. «Irak es un paraíso de armamento, el padre de todas las armas», dice Husein, el nombre ficticio que se adjudica otro de los combatientes.

Pero, sobre todo, demuestran su más profunda convicción de que ganarán la guerra contra las tropas de EEUU porque “a nosotros nos alimenta la fe, y a los americanos el dinero”.

Sus cuatro comandos comenzaron sus acciones una semana después de consumada la ocupación de Bagdad, el pasado 9 de abril, aunque algunos, como Abu Ali ya se preparaban para los ataques diez días antes de esa fecha. A pesar de sus supuestos reparos morales, Abu Alí construye diariamente unas diez bombas en su casa. «Trabajo el explosivo como mi mujer trabaja la harina», dice entre risas. "Cinco kilogramos de TNT son suficientes para acabar con un Hummer [vehículo de transporrte], 15 pueden acabar con un Abrams [el carro blindado más imponente de EEUU empleado en Irak]», continúa. «Dos minas terrestres, o cualquier exposivo con una potencia equivalente, destrozan un Bradley [vehículo blindado dotado de una ametralladora de 50 milímetros».

Pero los comandos de Ansar al Suena no son los únicos en combatir contra Estados Unidos. «La resistencia actual se puede dividir en dos partes: había gente que quería combatir con o sin la bandera de Sadam, lo único que les importaba era echar a los ocupantes, y se establecieron como guerrilla. Otros, con el permiso de nuestros líderes religiosos, comenzamos a robar armas y municiones pero aguardamos antes de actuar. Después de la ocupación, una vez desaparecido Sadam, todos tenemos un mismo objetivo: derrotar al enemigo común», añade.

Sin embargo, no existe comunicación entre los diferentes pseudoejércitos aparecidos en Irak. «Tenernos decenas de voluntarios que nos piden formar parte del movimiento, pero esto no es un juego. Los más jóvenes, los que buscan emociones fuertes, quedan excluidos», incide Husein.

Cuando se les interroga sobre si tienen miembros infiltrados entre las tropas estadounidenses, se crea un silencio en la sala. Es evidente que es así.

El dinero para alimentar la compleja maquinaria de la guerrilla no es un problema. Todos los suníes adinerados que prefieren no empuñar un arma o activar una bomba puede cumplir con su obligación de participar en la guerra santa aportando dinero. Las arcas, a juzgar por el material del que disponen, están llenas.

«No hay excusas que nos eximan de defendernos, ni siquiera tenemos que pedir permiso a nuestros líderes religiosos. Incluso las mujeres pueden combatir sin autorización de sus maridos», añade Ahmed, pseudónimo de otro de los cuatro insurgentes. «De hecho, tenemos mujeres en Bagdad colaborando con nosotros, encargadas de guardar municiones y armas en su casa. Ellas animan a otras mujeres, a vecinos y a sus hijos a combatir», comentan.

El primer objetivo de los caóticos días que siguieron a la caída de Bagdad fue conseguir las armas. La experiencia en emplearlas le sobra a todo varón iraqui de más de 30 años, teniendo en cuenta que todos ellos han pasado una media de entre cinco y siete años por el Ejército y que la práctica mayoría ha combatido en el conflicto de Irán-Irak o en la Guerra del Golfo, si no en ambas. «Mientras los americanos se paseaban felices por la ciudad, sin creer haber conseguido tomar Bag­dad, nosotros aprovechábamos la oscuridad para sacar en camiones miles de armas de fábricas abandonadas y de arsenales. Todos los iraquíes, especialmente los fedayin, saben donde están. Al principio vigilamos los polvorines, para anotar a qué horas patrullaban los enemigos. Luego fue fácil. Ahora tenemos misiles tierra-tierra y aire-tie­rra, baterías de cohetes, miles de detonadores a distancia, morteros, toneladas de explosivos TNT y suficientes RPG (lanzagranadas), fusiles de asalto y munición para combatirles hasta que se vayan), explica Quais, experto en logística de su comando.

«Los norteamericanos cometieron muchos errores», añade Ahmed. «Dejaron por las calles toda la munición abandonada por las tropas iraquíes que desaparecieron sin plantar batalla. Así recogimos morteros y municiones e incluso misiles tierra-aire». Los cohetes, afirman, están escondidos en diferentes puntos del mapa, casi siempre enterrados bajo huertas, y sólo son empleados en operaciones ambiciosas. Para utilizarlos, el grupo que organiza el ataque contacta con el comando que dispone de los misiles, coordinan el envío (lo más complicado del proceso, dada la cantidad de controles de carretera iraquíes y. estadounidenses) y se une a otros grupos de resistencia próximos con conocimientos en el uso de estos proyectiles.

«Si una operación necesita un lanzamisiles, lo podemos conseguir al día siguiente», comenta satisfecho Abu Ali. Según este hombre, entre las joyas militares de las que disponen se encuentran ametralladoras pesadas y misiles tierra-aire Sam 7 Strella, de fabricación soviética. «Lo más complicado es transportar las lanzaderas, pero la estrecha colaboración de los grupos hace que todo sea muy rápido», interviene Qais, el único responsable de logística de los presentes. «Incluso podemos construir nuestras propias lanzaderas, tenemos ingenieros expertos que trabajan en ello», añade Husein.

Tanto Abu Alí como Husein y Ahmed participan activamente en los ataques. «Yo he apoyado unos 40 ataques», dice el primero, incapaz de calcular a cuánta gente ha matado. Los otros dos han llevado a cabo dos operaciones, siempre con explosivos. «El más importante que viví fue hace tres semanas», continúa Abu Ali. «Eramos 30 atacantes, 20 armados con lanzagra­nadas RPG-7 y otros 10 con ametralladoras y fusiles de asalto. Cuatro comandos nos unimos para llevarlo a cabo».

El objetivo era la base norteamericana de Diala Shahraban, en la localidad de Muqdadiya, al noreste de Bagdad. «El ataque duró 45 minutos. Murieron 30 soldados. destrozamos ocho vehículos y un helicóptero. El ataque comenzó en el exterior de la base, pero conseguimos entrar". La aparición de los helicópteros arcillados no achantó al grupo, que se dispersó antes de la aparición de los cazabombarderos. Abu Ali sólo reconoce un herido entre sus filas.

De estas operaciones de gran envergadura no hay noticias oficiales. Desde hace meses, el Mando Central norteamericano en Bagdad (Centcom) ya no informa ni siquiera a sus hombres de las bajas por temor a que las noticias les asusten y terminen en manos de las familias que, desde EFUU, cada vez recelan más de esta guerra y exigen el regreso de sus tropas.

Los estadounidenses minimizan, según han reconocido a este diario varios soldados norteamericanos, sus números de bajas, aunque la resistencia islámica también exagera las cifras. Propaganda contra propaganda.

Los miembros de Ansar al Sunna dicen tener entre 20 y 25 grupos actuando en todo Bagdad, de entre cinco y 10 personas cada uno. Ya están formando comandos en todo el país, Babilonia, Mosul, Tikrit, Kirkuk, Basora, Samarra, Faluya... lugares donde las tropas estadou­nidenses, a las que estos cuatro combatientes califican de «estúpidas», campan a sus anchas.

«Muchos soldados americanos están escapando de aquí, saben que ganaremos porque tenemos la razón de nuestra parte. A ellos les mueve el dinero, a nosotros nuestra fe en Ala", añade Qais. El Ejército de Ansar al Sunna dice que organizará en poco tiempo comandos en Nayaf y Diwaniya, las provincias asignadas a la Brigada Plus Ultra, compuesta por 1.300 soldados españoles y tres brigadas centroamericanas. «Sólo danos tiempo», dice Ahmed con mirada amenazante.

Por el momento, todas las víctimas de los insurgentes han sido angloamericanos, aunque creen llegado el momento de extender los ataques a las tropas «traidoras» que ocupan Irak en colaboración con Estados Unidos. «Las tropas españolas son lo mismo que las norteamericanas», explica Qais con voz queda.

Husein es más explícito. «Sabemos que España trata de proteger a EEUU y, aunque preferimos las cabezas estadounidenses y británicas, en un futuro muy próximo habrá bajas españolas», dice. «La Historia no perdona a los colaboracionistas. Nos sentimos agraviados porque su país, junto a otros muchos, participen en este crimen. El hecho de que no haya habido hasta ahora bajas españolas no significa que no vayan a ser nuestro objetivo en el futuro más cercano», resalta. «Nos sentíamos muy cerca de España, pero su país nos ha traicionado».         

«No tenemos nada que ver con las armas de destrucción masiva ni con Al Qaeda, pero aun así nos bombardearon. Nos han invadido, y los americanos están mintiendo para convencer a su pueblo de que hay que permanecer aquí», afirma. Abu Ali afirma que asegura que han rechazado los ofrecimientos de algunos voluntarios árabes extranjeros que pululan por el país.

«La única forma de defendernos es la guerrilla, que como todos sabemos fue una invención española. Los norteamericanos nos superan en equipos y en número, pero nosotros conocemos el terreno, elegimos las circunstancias y las armas adecuadas y podemos hacerles mucho daño», insiste Abu All. «Por eso ganaremos, porque tenemos la fe de nuestra parte», añade Husein.

Por no hablar de armamento. Cualquier guerrilla tiene una ventaja insuperable frente a los ocupantes: conocer al dedillo el terreno de combate, y tener aliados por todo el país. «Aunque no lo crea, hay miles de misiles escondidos en todo Bagdad. Estamos modificando los cohetes aire-tierra para convertirlos en tierra-tierra y aumentar así nuestro poder".

Los cuatro guerrilleros muestran su balance de bajas, detallado en un precario documento fotocopiado, donde se indica qué día y dónde se infligió cada ataque, con qué armamento y cuántos enemigos cayeron o resultaron heridos en él. Las cifras son escalofriantes. «En mayo sólo llevamos a cabo siete ataques. Casi nos estábamos entrenando. Murieron 13 americanos», puntualiza Husein. «En junio llevamos a cabo 16 operaciones, con más de 30 muertos. Un mes después ya habíamos lanzado 25 ataques, con 137 muertos. En agosto las operaciones fueron 39 y mataron a 70 hombres. Entonces destrozamos un tanque. En septiembre, hubo 31 ataques con 115 muertos», concluye. Eso arroja un balance de 365 soldados muertos, sólo por parte de Ansar al Sunna, frente a los 85 que admite el Centcom. Cuando se les pregunta cómo se pueden corroborar cifras tan elevadas, la respuesta es sorprendente. «Grabamos todas las acciones en vídeo por dos razones: para mostrar al mundo que la guerrilla iraquí está actuando, pese a la versión americana de que aquí no hay resistencia, y también para dar confianza a todos aquellos que nos ayudan consiguiendo o financiado armamento», dice Ali.

Las cifras corresponden sólo a su Ejército, aunque no son los únicos que actúan en Irak. Entre los diferentes grupos reconocen problemas de coordinación. «Es producto de la inexistencia de un  liderazgo que asigne a cada grupo su zona de acción. Esperamos que aparezca un líder que nos una. Creemos que será mucho mejor tener una dirección militar y otra política», añade Husein. «Pero nuestro objetivo no es tomar el poder, sólo expulsar a los americanos. La nuestra es una lucha religiosa y no política».

 

 

 

LA ´YIHAD´ ES ALGO OBLIGATORIO PARA LOS IRAQUIES

 

(Transcripción del comunicado del Ejército de Ansar Al Sunna, que comienza con un texto coránico y está dirigido al máximo responsable militar de Estados Unidos)

"La yihad es algo obligatorio para todos los iraquíes porque sus ocupantes han invadido la tierra del Islam. Desde ese día, los suníes, monoteistas y salafistas han levantado la bandera islámica. Comenzamos formando grupos por barrios de forma casi natural, movidos todos por los preceptos coránicos y por las instrucciones del Profeta Mahoma.

Nuestro objetivo es expulsar a los enemigos ocupantes y a los iraquíes que vengan a sueldo de los estadounideses. Para ello, hemos creado este grupo, que incluye muyahidin, intelectuales con experiencia política y ex militares con experiencia suficiente para dirigir nuestras acciones desde el norte hasta el sur de Irak y crear un inmenso ejército con una dirección que instaure un programa práctico, que no sea importado y que obedezca a los preceptos islámicos, al Corán y a la tradición del Profeta. Por eso, nos llamamos Ejército de Ansar al Sunna (Los Luchadores de la tradición del Profeta].

 

Queremos que nuestros hermanos nos acompañen en la yihad bajo la bandera de este Ejército para materializar la esperanza de los musulmanes en un Estado islámico.

Esperamos que este ejército sea la esperanza de la nación contra el enemigo. Estamos seguros de de que los infieles y sus hipócritas ayudantes no podrán defenderse de nuestro Ejército».

Firmado: Abú Ab­dulá al Hasan ben Mahmud, Principe del Ejército de Ansar al Sunna (20 de septiem­bre de 2003).