LA REFORMA CONSTITUCIONAL


 Artículo de José María MOHEDANO
  en “La Razón” del
26/05/2004

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)


La reforma constitucional que se va a emprender en esta legislatura es bien diferente de la reforma de los estatutos de autonomía.
   Sería un error mezclarlas y confundirlas, porque mientras la adaptación del Senado al estado de las autonomías y la introducción del principio de la igualdad de sexos en la línea sucesoria de la Corona no afecta al pacto social con el que se fraguó la Constitución, la alteración o el resquebrajamiento de la organización territorial igualitaria y solidaria de España y de sus nacionalidades y regiones afectaría a uno de los pilares básicos del consenso constitucional que tanto contribuyó a desactivar nuestros viejos demonios históricos.
   La Monarquía parlamentaria, el Estado social y democrático de derecho y el principio de soberanía nacional residenciado en el conjunto del pueblo español son elementos básicos del espíritu y del contenido constitucional que no pueden estar sometidos a tensiones ni a vaivenes desequilibradores, ni pueden ser objeto de pasiones partidistas ni de cálculos electorales.
   Por eso su revisión está blindada a la decisión de una gran mayoría política de acuerdo con el artículo 168 de la Constitución.
   La reforma de los estatutos de autonomía debe llevarse a cabo con un absoluto respeto de la Constitución y con un sentido de racionalización del Estado que son contrarios a una maximización de los poderes políticos nacionalistas que conllevaría una violentación del texto constitucional y que, lejos de reforzar el carácter plurinacional de España, apuntaría a una confederalización del Estado que fragmentaría el principio de la soberanía nacional.
   Por poner un ejemplo, la ruptura de la caja única de la Seguridad Social o la proliferación de regímenes fiscales excepcionales alteraría la voluntad del poder constituyente y sería una interpretación abusiva del reconocimiento de los derechos políticos y culturales de las comunidades autónomas y de sus instituciones propias en el modelo constitucional que tan acertadamente Peces-Barba ha denominado federalismo funcional.
   El debate que se abre sobre la reforma de los estatutos de autonomía no debe ser un campo de competencia política entre el Partido Popular y el Partido Socialista que, a la postre, deberán unir sus mayorías e incorporar al mayor número de nacionalistas para mantener el genuino espíritu constitucional que está tan lejos del nacionalismo español excluyente como de los nacionalismos periféricos que no aceptan la existencia de España ni, en consecuencia, de la soberanía el pueblo español.