PLAN IBARRETXE: RUPTURA Y ENFRENTAMIENTO

 

 

  Artículo de Gotzone Mora en “La Razón” del 19.09.2003


Desde hace ya algunos meses la ciudadanía española tiene conocimiento de las líneas básicas del Plan articulado por el lehendakari Ibarretxe, con el fin de alterar las actuales relaciones político-institucionales entre la Comunidad Autónoma Vasca y el resto de España.
   Dicho plan, ostentosamente presentado como la panacea a todos los males que sufre el País Vasco, no es otra cosa que un nuevo paso del nacionalismo en su afán soberanista y rupturista con la realidad española vigente. Desde un punto de vista jurídico, ello se materializa en la pretensión de PNV y EA (secundado en este empeño por el nacionalismo catalán e Izquierda Unida) de reforma de la Constitución de 1978, alterando sustancialmente el marco de convivencia del que nos dotamos todos los españoles hace ya un cuarto de siglo.
   Lo que procede subrayar en contra de lo que declaran públicamente los promotores de la denominada propuesta de «Estatuto de Libre Asociación», así como los distintos partidos políticos que de un modo u otro sustentan la referida iniciativa política, son las nefastas consecuencias derivadas de la mera puesta en marcha de la pretendida modificación constitucional y estatutaria. Frente al discurso oficial del propio Ibarretxe, quien insiste reiteradamente en que a través de este plan se logrará un encaje más óptimo de la Comunidad Autónoma Vasca en España, conviene desvelar las intenciones reales que alumbran el citado proyecto. En este sentido, resulta evidente que en la mentalidad nacionalista el Plan Ibarretxe no es más que un punto y seguido. Una vez lograda la materialización del mismo (eventualidad que es de esperar no llegue a producirse), los nacionalistas iniciarían inmediatamente una nueva campaña con el fin de obtener mayores logros en su objetivo independentista. Creer ingenuamente que las pretensiones del nacionalismo vasco se agotarán aquí es poco menos que desconocer la historia española reciente.
   Ante semejante imposición unilateral e ilegal desde el punto de vista del ordenamiento jurídico español, lo que procede por parte de los constitucionalistas es la defensa del actual marco vigente expresado a través de las reglas del Estado de Derecho. Ello nos exige dejar a un lado complejos y confrontaciones partidistas en relación con el particular, cuya mera existencia demuestra que muchos no son conscientes de lo que está realmente en cuestión en el contexto político actual, que no es otra cosa que la pervivencia de España como realidad política. Frente a la ofensiva nacionalista en ciernes, la única postura asumible desde la responsabilidad institucional por parte del PSOE y PP es la firmeza democrática. Firmeza, que contrariamente a lo que mantienen los nacionalistas en ningún caso supone intolerancia, sino convicción en la defensa de los valores comunes materializados en nuestra Constitución de 1978 y que han convertido a España en modelo político de referencia a nivel internacional. Nuestra norma fundamental ha permitido el diseño de un marco político-institucional en el que cabemos todos los españoles, con independencia de nuestro signo político y en el que la inmensa mayoría nos sentimos plenamente satisfechos, tal como demuestran las distintas encuestas de opinión realizadas a la ciudadanía.
   La pretensión del nacionalismo vasco configurada a través del Plan Ibarretxe es la de derribar el marco constitucional desde sus cimientos, comenzando por desplazar el sujeto de la soberanía del pueblo español a entidades territoriales menores. Con base en lo anterior cabe preguntarse: ¿qué posibilidad de diálogo existe con quien formula como pretensión de partida la de la ruptura de los fundamentos de nuestro Estado de Derecho?
   Probablemente nos encontramos en los albores de momentos realmente duros para el constitucionalismo vasco. PNV y EA sabedores de estar quemando sus últimas posibilidades en la consecución de sus objetivos rupturistas y conscientes de que en gran medida la legitimidad política del propio Ibarretxe está asociada a la consecución de un cierto nivel de éxito de su Plan soberanista, tratarán de forzar la maquinaria a favor de su propuesta. Con dicho fin, incluso los tiempos han sido perfectamente elegidos por el nacionalismo vasco. La tramitación del Plan Ibarretxe ante el Parlamento Vasco se realizará a finales de septiembre, en el inicio de un curso político repleto de citas electorales con motivo de las cuales el PNV y EA tratarán de ahondar las diferencias existentes ente PP y PSOE con el fin de obtener réditos políticos.
   En mi opinión, y si somos conscientes de que ese es el planteamiento de partida del nacionalismo vasco, debemos dejar a un lado planteamientos cortoplazistas por parte de los dos grandes partidos nacionales, sustrayendo la cuestión vasca de todo debate electoral. Sólo de este modo se eliminará la capacidad del PNV y EA de actuar como agentes desestabilizadores de la política nacional, impidiendo que pongan en peligro nuestra estabilidad constitucional a cambio de acuerdos puntuales. Por otro lado, una actuación decidida en este sentido por parte de los dos grandes partidos nacionales (PP y PSOE) se encuentra en total consonancia con el sentir de la ciudadanía española, que por encima de discrepancias políticas en función de la opción política de cada persona, participa de una serie de consensos fundamentales, entre los que indudablemente se encuentra la cuestión vasca.
   En la resistencia frente al Plan Ibarretxe está mucho en juego, ahora queda en manos de cada uno de los que ostentamos algún nivel de responsabilidad política estar a la altura de las circunstancias.