JUEGO DE PATRIOTAS
Artículo de Pablo Mosquera
en “La Razón” del 16/08/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
Siempre me molestó que los nacionalistas vascos se hicieran dueños y prelados
del calificativo patriota (abertzale). Lo mismo que celebran el día de la patria
vasca y se negaron a seguir la directriz del Parlamento Vasco, cuando logramos,
desde Unidad Alavesa, ganar la votación a favor de la celebración del día del
Estatuto. Me considero un ciudadano muy afortunado. Me jugué la vida en Euskadi
por mis ideas disidentes con la doctrina abertzale de la construcción nacional
de Euskal-Herría; y hoy, disfruto de mi condición de ciudadano gallego en todo
su esplendor. Pero, tras las últimas declaraciones del verano 2004, en el
terreno de los políticos, estoy hecho un lío con mi pasado y mi futuro. Encuesta
tras encuesta sobre sociedad civil, se repiten las demandas del paisanaje, que
se refiere al ejercicio de los derechos sociales y los derechos fundamentales en
materia de seguridad contra todo tipo de violencia. Disponer de una vivienda
digna se ha convertido en un problema de Estado. La financiación de la Sanidad
para paliar la situación de esperas en la asistencia sanitaria. Los costes del
sistema educativo y su capacidad para colocar universitarios en el mercado
laboral cambiante y abierto en el espacio europeo. La dignidad de las pensiones
y las dependencias del envejecimiento poblacional. La llegada masiva de seres
humanos que huyen de la miseria. El terrorismo islámico. Éstas son algunas de
las cuestiones de la España real, o si ustedes lo prefieren, tras pedir perdón,
del Estado español. Ni por asomo aparecen inquietudes ciudadanas relativas al
debate sobre si somos nacionalidades o regiones de la misma nación. Estamos ante
un espacio socio-político provocado, exclusivamente, por determinada clase
política de nuestro país. Los unos, para marcar su espacio electoral; los otros
para mantenerse en el poder con los primeros; los demás, para ser protagonistas
de un verano con pocos fichajes galácticos del fútbol. Lo malo es que si hago
caso de lo que se dice a través de los medios de comunicación social estamos a
punto de perder nuestra nacionalidad española para ser –depende del lugar de
residencia– de otra nacionalidad, eso sí, histórica. Y además, los derechos
históricos de algunos, son la causa fundamental que exige poner patas arribas la
identidad de los ciudadanos de este-aquel país. Me gustaría tener la convicción
de que nuestra lucha por la libertad y la autoafirmación de españoles en Euskadi
no ha sido una pérdida de vidas y de tiempo, y que la final, todos los políticos
que nos daban el pésame, ahora le terminan dando la razón al nacionalismo que
nos llegaba a decir que España es una entelequia impuesta que hay que
transformar en Estado de nacionalidades históricas y regiones de nación; aunque
ello nos lleve a consagran definitivamente un Estado plurinacional con las
consiguientes desigualdades en el ejercicio de la ciudadanía, sujeto de derechos
sociales. Siempre creí que mi regreso a mi tierra gallega me iba a permitir ser
gallego como una manera más de ser español y contribuir a la grandeza de la
hispanidad. Tengo muy claro, que hoy no podemos permitir que los derechos
histéricos de algunos nos coloquen en segunda división a los demás. Me gustaría
que se aclarara el personal. Me gustaría que no se mezclaran las demandas para
vivir mejor, para dejar vivir a los demás, para vivir todos bajo el amparo del
derecho a la ciudadanía real, sin tener que hacer las maletas del país de los
pobres al de los ricos de siempre.
Estoy plenamente convencido de que corren tiempos de reformas, para que
podamos ubicarnos cómodamente en el país, para que sea posible financiar el
autogobierno, para que podamos competir en los nuevos espacios de Europa. Pero
no me gustaría que un tal Carod-Rovira hubiera sido capaz de poner en marcha un
juego en el que algunos podemos perder nuestra vieja y querida identidad.
Pablo Mosquera es presidente
de Unidad Alavesa