EL NUEVO DESORDEN INTERNACIONAL


Artículo de Alejandro MUÑOZ ALONSO
en “La Razón” del
28/07/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 


Desde el fin de la Guerra Fría, el mundo anda a la busca de un nuevo orden internacional que sustituya a aquel sistema bipolar, basado en el equilibrio del terror, en el que casi todo era previsible y casi nada se dejaba al azar. Un azar que podía producir la destrucción del planeta. Tres lustros largos después de la caída del Muro de Berlín, nuestro mundo no ha sido capaz de alumbrar ni un nuevo sistema ni unas nuevas reglas de juego que regulen y hagan previsibles las relaciones internacionales en esta era de la globalización. No puede extrañar que algunos expertos dediquen su esfuerzos a zambullirse en el análisis de este «desorden internacional» en que vivimos. Tal es el propósito de Emilio Lamo de Espinosa en un lucidísimo libro («Bajo Puertas de Fuego. El nuevo desorden internacional». Taurus 2004) que recoge sus reflexiones sobre la presente situación internacional y en las que resplandece tanto un profundo conocimiento de esta situación y del debate en torno a la misma como una palpable voluntad de objetividad. Emilio Lamo refleja preocupación por Europa que, tras la destrucción del orden westfaliano, pierde centralidad y entra en un proceso en el que no es difícil encontrar síntomas evidentes de decadencia. Cita a Octavio Paz («lo único que une a Europa es su pasividad ante el destino») y estima que Europa se ha desentendido no sólo de su propia seguridad sino de la del mundo, mientras EE UU se configura y consolida como única gran potencia lo que hace que nuestro mundo tenga un carácter unipolar que hace inútiles los intentos de crear un contrapoder frente a la gran potencia americana. Lamo se confiesa proamericano, más aún, creo que podemos decir que está en los antípodas de ese obtuso antiamericanismo, tan extendido en Europa y no digamos en España, al que se refiere en su libro. Pero, tras subrayar el carácter unipolar del mundo actual expresará su convicción de que este mundo debe ser dirigido multilateralmente. Por eso analiza los errores cometidos por EE UU en su política exterior.
   Como tantos otros analistas, Lamo atribuye al 11-S el carácter de puerta que nos introduce en una nueva época. Como bien sabemos, esta nueva época está expuesta a nuevos peligros y amenazas, muy distintos de los clásicos, que le llevan a Lamo a aceptar la idea de que la nuestra es «una sociedad de riesgo», más vulnerable que nunca y sometida a la nueva amenaza del «triángulo del mal»: el nuevo terrorismo; los estados fallidos y las armas de destrucción masiva. No puedo estar más de acuerdo con nuestro autor cuando, al estudiar las consecuencias del 11-S, las encuadra en dos capítulos: la sobrerreacción estadounidense y la infrarreacción europea. Es decir: Si es cierto que EE UU se ha pasado en varios aspectos en su reacción al insólito ataque de que fueron objeto en su territorio, no lo es menos que los europeos dan la impresión de que no se han enterado todavía de en qué mundo estamos. El resultado es que, por los excesos de unos y las insuficiencias de otros, hemos desembocado en una situación que es la antítesis de la Guerra Fría: si entonces había dos Europas y un solo Occidente, ahora, tras las recientes ampliaciones de la UE y de la OTAN, existe una sola Europa, pero dos Occidentes, el europeo y el americano, como recientemente explicaba Glucksmann. La convicción de Lamo, que comparto, es que esto no es bueno para nadie porque un sólido vínculo transatlántico sigue siendo la piedra de toque de la seguridad colectiva mundial.
   Iraq ocupa muchas páginas del análisis. Es bueno recordar que «para sorpresa e irritación de Francia nada menos que dieciocho de veinticinco países de la nueva UE apoyaron a EE UU» o advertir, cuando el autor se ocupa de los posibles escenarios de futuro para Iraq, que «la retirada de las fuerzas de ocupación hoy desataría el caos y la guerra civil, con consecuencias terribles sobre la región, como las tuvo la guerra civil del Líbano».
   En la tercera parte de su libro, «Unilateralidad y multilateralidad, Elementos para la gobernabilidad del mundo», intenta escrutar cómo puede desarrollarse en el futuro este nuevo desorden internacional que, en su opinión, es también «un esbozo de orden». Sus reflexiones le llevan a considerar el papel que en esta situación desempeñan los medios de comunicación, que presentan una visión del mundo, al servicio de su principal objetivo que es la venta y la consolidación de sus audiencias. Especial interés tiene la valoración que hace de la ONU, que se ha quedado anticuada tanto en su estructura (composición del Consejo de Seguridad) como en su doctrina, cuando se refiere a «dos supuestos que claman por su consideración: la acción preventiva frente a una amenaza terrorista inminentemente, y la injerencia humanitaria frente a violaciones graves de los derechos humanos». A Lamo le sorprende que la izquierda europea, «tras la bandera del antiamericanismo se haya transformado en defensora de la ya caduca soberanía de los estados, argumento con el que hoy se blindan los déspotas de todo el mundo».
   Lamo es duro con Europa, no sólo por esa infrarreacción frente al terrorismo sino por su negativa a ver que democracia y economía de mercado no son piezas separadas sino un único orden institucional lo que quiere decir que «sin democracia no será posible eliminar la miseria del mundo y sin eliminar la miseria no será posible conseguir una paz duradera». Una crítica no menos severa le merece al autor la política del eje franco-alemán de crear un contrapeso a EE UU o su incapacidad para afrontar las necesarias reformas que le den a Europa un dinamismo del que hoy carece. El análisis que hace Lamo de la situación europea, en plena regresión demográfica, incapaz de reformarse económica y socialmente y de afrontar problemas como el de la inmigración me recuerda el tono del libro de Baverez «La France qui tombe». Ambos son alegatos, tan serios como sólidos, que llaman a la dormida conciencia de los europeos.
   Termina su libro con un «Epílogo para españoles» escrito ocho días después de los atentados del 11-M en Madrid, en el que ratifica sus puntos de vista, aunque sea perceptible en esas páginas la duradera perplejidad que a todos nos produjo aquel brutal suceso. «Quienes pusieron las bombas sabían los que estaban haciendo... de modo que tan cierto es decir que la matanza de Atocha trae causa de Iraq como decir que la presidencia de Rodríguez Zapatero trae causa de Atocha» escribe Lamo. Y refiriéndose a Aznar, afirma: «No deja de ser paradójico, e incluso trágico, que quien con mayor fuerza había denunciado la amenaza terrorista en Europa, ante la indiferencia de casi todos, acabó siendo destruido por ellas» No acabo de entender muy bien que después de decir, refiriéndose a la entonces anunciada retirada de las tropas de Iraq, que, «al actuar de ese modo, España se somete, objetivamente, al chantaje de Al Qaida y la anima a intervenir de nuevo en otros países objetivamente», escriba que «si las tropas no se retiran debido a los atentados, ¿no es eso también un modo de darle a Al Qaida participación en lo que es una postura soberana española». El libro de Lamo de Espinosa es una valiosa e inteligente aportación, a años luz de los tópicos y simplezas con que, frecuentemente, se tratan en España las cuestiones internacionales.
   
   
   Alejandro Muñoz Alonso
   es senador del PP