LA ALIANZA DE CIVILIZACIONES
Artículo de Alejandro MUÑOZ ALONSO en “La Razón” del 24-9-04
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo siguiente para incluirlo en este sitio web (L. B.-B.)
Resulta difícil
imaginar que alguien que tiene la mayor responsabilidad política en uno de los
más viejos y, queremos creer, más importantes países del mundo pueda aprovechar
su presencia en los grandes foros políticos del plantea para soltar tal serie de
banalidades como las que nos ha regalado el presidente Zapatero en los últimos
días. Se supone que una persona situada en ese nivel político está rodeada de
expertos con suficientes conocimientos de la situación internacional y de las
claves por las que se rige y capaces por ello de evitar que en esos altos foros
se deslicen simplezas o necedades de bulto, similares a las que, a diestro y
siniestro, lanzaban campanudamente aquellos arbitristas del siglo XVIII que,
sumidos en su ignorancia, aportaban sencillas «soluciones» a los problemas más
complejos sin que se les moviera la peluca. Como ellos, Zapatero parece decir,
«¿Cómo es posible que no se le haya ocurrido antes a nadie? ¡Si esto es
sencillísimo!». Pero está visto que ni todo un ejercito de expertos puede evitar
las implacables y devastadoras consecuencias del «principio de Peter».
Después de habernos dejado boquiabiertos con la increíble afirmación, soltada
en una entrevista a un importante medio internacional, de que para luchar contra
el terrorismo es más importante la igualdad de sexos que la fuerza militar,
Zapatero se saca de la manga, ante lo que algunos llaman el Parlamento mundial,
su propuesta de una «alianza de civilizaciones» entre Occidente y el mundo
islámico. Es posible que Hun- tington exagerara un poco cuando hablaba del
inevitable choque de civilizaciones que, sin embargo, Al Qaida está intentando,
abiertamente y concederse un respiro, convertir en realidad, pero pensar que
basta reunir a un «grupo de alto nivel» (¡otra vez la manida fórmula del comité
de sabios!) para que todo se solucione va mucho más allá de una excusable
ingenuidad, que no se puede permitir un alto responsable político. La zapateril
salida de tono me ha recordado otra simpleza de González ante le Muro de Berlín:
«Esto se cae con el diálogo». Ni el Muro se cayó con ningún tipo de diálogo ni
el problema del terrorismo islamista se va a solucionar con alianzas u otro tipo
de paños calientes. A Zapatero sólo le faltó evocar aquel tierno artículo de la
Constitución del 12: «Los españoles serán justos y benéficos.» ¡Buena política
exterior se va a montar con esos mimbres!