EL EJE PARIS-BERLIN AGUDIZA LA DIVISION DE EUROPA

 

 Editorial de  “El Mundo” del 20.09.2003

 

El canciller Schröder recibe hoy en la capital alemana a Chirac y a Blair en un intento de acercar las posturas del eje París-Berlín con el Gobierno británico, fiel aliado de la Administración Bush en la intervención militar en Irak.

 

En un artículo que publica hoy EL MUNDO, Schröder asegura que su país está dispuesto a participar activamente en la reconstrucción de Irak, pero condiciona esa cooperación a que la ONU asuma un «papel central» en el proceso de devolución de soberanía a los iraquíes.

En el terreno de la retórica, EEUU está de acuerdo con este principio pero lo que no acepta es ceder el mando de sus 137.000 soldados desplegados en Irak, que son la verdadera fuerza de Bush para no perder el control de ese proceso.

Aznar, que no ha sido invitado a Berlín a pesar de que España forma parte del Consejo de Seguridad, propuso hace unos días una fórmula de compromiso: «un mando homogéneo» para la fuerza multinacional de Irak. Aznar no ha aclarado lo que quería decir, pero hay que interpretar que estaba sugiriendo que las tropas deben continuar estando mandadas por un general estadounidense aunque la ONU se haga cargo formalmente de la administración del país y otras naciones se sumen al esfuerzo militar.

Alemania y Francia han mantenido hasta ahora que no enviarán un solo soldado a Irak sino es bajo mandato -y, por tanto, bajo mando militar- de la ONU. La reunión de hoy servirá para comprobar si Schröder y Chirac flexibilizan sus posiciones.

El tono del artículo de Schröder da a entender que Alemania está deseando normalizar su relación con EEUU. Pero el caso de Francia parece distinto. Entre otras razones, porque Bush se ha mostrado en los últimos meses extraordinariamente distante con Chirac.

El ministro de Defensa, Federico Trillo, crítica hoy con dureza en nuestro Foro de EL MUNDO el rol desempeñado por Francia en la crisis de Irak, subrayando que Chirac se ha querido aprovechar de este asunto para situar a su país en «un papel hegemónico».

El Gobierno de París ha tenido una actuación coherente al negarse a avalar la política de hechos consumados de Bush, pero da la impresión de que Francia pretende ahora, con el apoyo de Berlín, erigirse en una especie de referencia política y moral en Europa, que marque el camino a las demás naciones.

Chirac y Schröder han presentado por su cuenta un plan de inversiones para relanzar Europa, han dado por válidas las conclusiones de la Convención y se han apartado unilateralmente de la disciplina presupuestaria de los Pactos de Estabilidad. Han tenido además el feo gesto de excluir a Aznar de la cita de hoy, ahondando las heridas existentes. No es así como Francia y Alemania van a contribuir a soldar la fractura generada por la guerra de Irak, que ha sacado a la luz diferencias profundas que tardarán en salvarse, máxime si Chirac y Schröder pretenden que todos los demás sigan por el camino que ellos han trazado previamente.