FALTA UN FOLIO
Artículo de FERNANDO ÓNEGA en “La Vanguardia” del 25.12.2003
Si el PSOE quiere sobrevivir a las elecciones, debe explicar su modelo de Estado
Entre la gloria y el ridículo. Así se puede calificar la situación del Partido
Socialista. ¿Y dónde ve usted la gloria?, me podrá preguntar cualquier lector.
¿Dónde, si no existe un solo indicio de crecimiento electoral, ni de mejora de
imagen, ni de aprecio ciudadano? La veo en esta circunstancia: el PSOE, a pesar
de todas sus tribulaciones, es el partido que mejor conecta (o está en
condiciones de conectar) con la parte de España que aspira a un nuevo modelo de
Estado. Dicho en palabras de Maragall, que aspira a unas nuevas relaciones de
las autonomías con el Estado. Tiene, por tanto, la oportunidad histórica de
liderar el reformismo que requieren los problemas territoriales de España.
Eso dice la teoría; la teoría bien intencionada. El problema surge cuando se
contempla la realidad diaria. Ahí surge una perspectiva muy distinta: tan
favorable situación no es aprovechada ni en beneficio del partido ni del Estado.
La imagen transmitida es de improvisación, de falta de criterios y ausencia de
metas. Las propuestas que efectúan parecen fruto de las necesidades del momento
o de la imposición de determinados pactos y personajes influyentes. Tal es el
caso de las 17 agencias tributarias, una por comunidad autónoma. Todo el mundo
está convencido de que se trata de una oferta que el PSOE jamás había pensado,
sino que es consecuencia del pacto de Maragall con Esquerra.
Con lo cual, se obtiene una primera conclusión: si el socialismo español quiere
sobrevivir a las próximas elecciones y no quedar como una fuerza devaluada, debe
explicar en un folio cuál es su modelo. Lo intentó en Santillana del Mar, pero
tuvo mala suerte. El mismo día, a Aznar se le ocurrió desvelar el sucesor y,
ante un Rajoy triunfante y seductor, ¿quién se ha detenido a examinar lo que
pasó en Santillana? Se elaboró un documento clandestino para la mayoría de la
población. Y además, estéril: en ese papel no figuraba para nada la oferta de
las agencias tributarias. Y ahora, con tal oferta en la plaza pública, tampoco
sabemos qué tipo de agencias quiere, cuál será su función o cuáles serán sus
relaciones con la Hacienda del Estado. Mientras, mucha gente se pregunta qué
queda de ese Estado si pierde el poder de su Hacienda.
Demasiadas incógnitas, incluso en las decisiones tomadas. Ante ello, hay que
decir varias cosas. La primera es que el problema territorial, aunque sea el
peor de este país, todavía no figura entre las grandes inquietudes del
ciudadano, si nos dejamos guiar por el último sondeo del CIS. Por lo tanto, es
difícil ganar unas elecciones en el conjunto de España con esa bandera. La
segunda, que la parte del país que quiere cambios podría votar una propuesta
razonada, posible y creíble; pero nunca un panorama de incertidumbres como el
que se vislumbra. Y la tercera, que el PSOE debe contar con la poderosa
maquinaria del Gobierno y el PP, de extraordinaria eficacia cuando tratan de
ridiculizar al adversario.
Y a todo esto, el calendario sigue corriendo. Ya estamos ante una letra
electoral con vencimiento a menos de 90 días. Haga el folio, señor Zapatero.
Ordene que se lo hagan. No vuelva a lanzar iniciativas sin el respaldo de ese
papel. De lo contrario, su lluvia de iniciativas quedará como un conjunto de
improvisaciones que muestran demasiadas debilidades. Lo peor que le puede
ocurrir a una fuerza política es cosechar una imagen de frivolidad que sólo sabe
tapar emergencias. Y me temo que en ésas estamos. Es decir, más cerca del
ridículo que de la gloria.