LA ESPAÑA DE LOS SOCIALISTAS
Editorial de “El
Periódico” del
1.09.2003
Con
un breve comentario al final:
ESA
NO ES LA ESPAÑA DE LOS SOCIALISTAS
L.
B.-B. (16-9-03, 11.30 hs.)
Los que pedían que Zapatero se
definiese ahora ya tienen el rumbo del PSOE sobre el modelo de Estado. Siempre
se ha dicho, y con razón, que la única posibilidad que tiene España de
estructurarse como un Estado plurinacional moderno, libre y bien cohesionado
pasa por un pacto entre su franja progresista (las familias del partido
socialista e Izquierda Unida) y los nacionalismos (con CiU, PNV y el Bloque Galego a la cabeza), en un momento en que todos ellos
juntos sumen una mayoría absoluta en el Congreso.
El PSOE es fundamental para este proyecto. Pero tiene el problema de albergar a
sensibilidades políticas que van en esa dirección y otras que no. Este fin de
semana, Rodríguez Zapatero, en su primera decisión de nivel de gran hombre de
Estado, se ha pronunciado sobre la cuestión proclamando formal y solemnemente
que el PSOE desea asentar el Estado de las Autonomías en la línea dibujada por
los redactores de la Constitución, rechazando la involución que en algunos
momentos intentó hacer el propio PSOE, y que siempre, y especialmente en los últimos
siete años, ha impulsado el PP.
Es una decisión histórica de los socialistas. Y es, sobre todo, una oportunidad
de reanudar la construcción del tipo de Estado que los españoles de manera
libre quisieron darse a ellos mismos después de la muerte de Francisco Franco.
IU APUESTA POR UN GOBIERNO CON PSOE Y CIU EN 2004
Noticia en “El Semanal Digital” del 16.09.2003
Gaspar Llamazares cree
que tras resolverse la designación de José María Aznar por Mariano Rajoy, se
abre ahora la oportunidad estratégica de una mayoría de progreso
16 de septiembre. En Izquierda Unida ven con buenos ojos la inquietud que
se extiende estos días en el PSOE ante la elección de Mariano Rajoy como
candidato del PP a la Presidencia del Gobierno en marzo de 2004. Fuentes de la
coalición liderada por Gaspar Llamazares consultadas por Elsemanaldigital.com
creen que la designación del político gallego sólo representa "más de lo
mismo", la continuidad de la política de José María Aznar.
Pero, al mismo tiempo, en Izquierda Unida advierten de que en la familia
socialista se han encendido las luces de alarma porque "dan por hecho que
el talante dialogante que se le presupone al candidato popular arrastrará el
voto de centro".
Evidentemente --señalan estas mismas fuentes-- el triunfo de la supuesta ala
popular más moderada supone un duro revés para José Luis Rodríguez Zapatero. El
secretario general de los socialistas tiene mucho más difícil hacerse con La
Moncloa y su única salida es "una apuesta decidida por la izquierda".
En ese camino, iniciado ante la guerra de Irak, deberá contar con IU. No en
vano, según subrayan, la aspiración definitiva de la coalición de Llamazares es
reequilibrar su espacio dentro de la izquierda e influir más en ella. En este
punto, aseguran que las elecciones municipales y autonómicas del 25 de mayo
arrojaron un avance de las posiciones de PSOE e Izquierda Unida.
Es más, en la coalición recuerdan que les resulta muy atractiva la idea de
formar con el PSOE un gobierno de izquierdas en 2004, donde "la influencia
de IU sea determinante". Eso sí --dicen-- nuestra participación dependería
de los contenidos programáticos. E incluso, van más lejos, y no descartan de
antemano la hipótesis de un ejecutivo con los socialistas y los nacionalistas,
ya que éstos darían "un elemento de pluralismo". En cualquier caso,
afirman estas fuentes, un gabinete encabezado por Rodríguez Zapatero dentro de
6 meses sólo será posible con un compromiso decidido de los socialistas por
"la izquierda plural". Así lo viene diciendo la aritmética,
concluyen.
Breve comentario:
ESA
NO ES LA ESPAÑA DE LOS SOCIALISTAS
L.
B.-B., (16-9-03, 11,30 hs.)
La definición de populismo no es
precisa, pero a mi me sirve la que considera este
fenómeno como aquel que se sustenta en actitudes primordiales de grupos de
opinión, o las fomenta, sin elaborar ni formular alternativas racionales a los
problemas. Como consecuencia de ello, el populismo puede desencadenar
movimientos espectaculares e intensos en la opinión pública, mediante el
fomento demagógico de sentimientos políticos residuales, u hostiles, o de
milenarismo utópico o irredentista, que crean una
marea de pasión política, generalmente destructiva, al no concretarse en una
alternativa realista y viable a las situaciones.
Para mí, el populismo suele ser
fomentado por élites políticas marginadas históricamente, o en trance de
marginalizarse como consecuencia de cambios políticos que rompen el equilibrio
de poder preexistente. Por lo general, considero al populismo como una
patología política fruto de situaciones anti o predemocráticas,
o de la corrupción y degradación de sistemas democráticos.
Considero populismo, por ejemplo, el
giro hacia el nacionalismo producido en fragmentos significativos de la élite
comunista en los años noventa, cuando la URSS y el sistema político comunista entra en crisis. Considero populismo el fomento demagógico
del descontento social por parte de los partidos de izquierda cuando lo hacen
sin proponer alternativas viables a los problemas sociales. Considero populismo
el fomento de la idiocia y el bucolismo de campanario pacifistas ante los
problemas de un mundo real duro y peligroso. Considero populismo el fomento del
victimismo patriótico por parte del nacionalismo periférico frente al Estado.
Considero populismo la usurpación de la identidad patriótica común por parte de
un hombre o un grupo frente a los demás.
El populismo significa
primitivismo político en las masas y demagogia, o ignorancia, o autoritarismo
en las élites, y es utilizado por éstas como palanca o bastón para
conseguir o conservar fácilmente el poder. El populismo es la propuesta de pseudosoluciones fáciles a situaciones y problemas
complejos. Por eso es una patología y un peligro, porque permite la
manipulación descontrolada de sentimientos políticos en manos de demagogos, y
porque sólo conduce a la degradación y al desastre.
El populismo puede darse en todos los
colores del espectro ideológico: a favor del cambio y la igualdad o a favor del
"statu quo"; a favor o en contra del Estado; a favor o en contra de
la integración del pluralismo. En fin, que podemos llamarle populismo a muchas
actuaciones de los actores de la vida política. Lo cual quizá nos hace
sentirnos algo incómodos con la amplitud del concepto,
pero también nos permite evaluar las conductas de aquellas élites o líderes que
se salen de los parámetros de una democracia madura.
Pues bien, esta introducción viene a
cuento para comentar estas dos perlas periodísticas que encabezan esta página y
que pasaron relativamente desapercibidas estos días atrás: en ambos artículos
se apunta a las intenciones de algunos sectores de opinión en el interior del
PSOE, a su izquierda, y entre sectores del nacionalismo periférico, de abrir un
nuevo proceso constituyente que ponga en cuestión todo lo conseguido hasta
ahora en cuanto a desarrollo político de España, mediante una alianza radical
que cambie las bases del pacto constitucional a favor de un confederalismo
que pondría en cuestión la unidad del país.
¿Por qué introduzco el término
populismo en el análisis de estas propuestas?
Si se observa la evolución de los
partidos comunistas europeos podemos identificar una pauta, consistente en la
búsqueda de nuevos actores sociales de la protesta antisistema,
como soportes del apoyo a las élites comunistas, a partir del momento de la
crisis de la ideología comunista y del sistema político de la Unión Soviética.
Desde el momento en que la evolución del sistema capitalista fragmenta y
aburguesa al proletariado, se intenta buscar o configurar nuevos movimientos
sociales portadores del descontento, tales como feministas, ecologistas,
nacionalistas, pacifistas, grupos antiglobalización, etc. Y nos encontramos
encabezando estos movimientos al sector de la élite especializada en la
protesta, en la articulación del descontento, pero incapaz hasta el momento de
formular una alternativa en positivo de creación de un orden socioeconómico y
político distinto. No obstante, enarbola la bandera del cambio, y asume
una pseudolegitimidad de izquierda que arrastra a
ciertos sectores de la opinión pública y a algunos sectores de las élites
socialistas de la izquierda tradicional.
En la España de los últimos años, la
sustitución de Carrillo por Anguita, o el ascenso de Madrazo a la dirección de
IU-EB y sus apoyos al nacionalismo vasco, o la evolución de IC hacia el
nacionalismo radical y el ecologismo reflejan esta pauta, que también contagia
a ciertos sectores del PSOE que buscan su autoridad y legitimidad política en
alianzas y posicionamientos hacia su izquierda.
Si a estos procesos le sumamos, por una
parte, los éxitos de la derecha en su evolución hacia el centro ---lo que
produce resentimiento en el resto de los actores políticos--- y por otra la
evolución de los nacionalismos periféricos hacia el soberanismo,
una vez que han conseguido una autonomía suficientemente amplia, pero que no
satisface sus querencias fundacionales hacia la construcción de un Estado y
hacia la ruptura formal o implícita con el Estado español, podemos afirmar que
nos encontramos en un momento crítico del desarrollo político del país. Un
momento como el actual, en que una constelación de fuerzas populistas pueden conducirnos al desastre si no existe un mínimo de
rigor y fortaleza intelectual y política por parte del PSOE. Si el PSOE se deja
llevar por el resentimiento anti PP hacia coaliciones difusas con populismo
izquierdista y nacionalista, se va a crear una situación muy peligrosa, de
carácter centrífugo. Situación que va a aumentar a corto plazo el poder
del PP como único actor que actúa en defensa del ordenamiento constitucional, y
que también va a debilitar al PSOE como alternativa, desestabilizando la
democracia española al perder el conjunto del sistema elementos importantes de
legitimidad, por carecer de una alternativa madura y viable de sustitución a la
hegemonía del PP.
La alternativa no es el batiburrillo
populista, sino el rigor, la consistencia, la paciencia, y la construcción de
una hegemonía sólida como alternativa a la derecha.
Pero el PP debe abrirse ideológicamente
hacia un pacto como mínimo con el PSOE, cuando las condiciones maduren, en que
ambos partidos sean capaces de vencer el terrorismo, el nacionalismo
soberanista y el populismo izquierdista, diseñando el modelo definitivo del Estado
español desde el punto de vista de la integración territorial y del
fortalecimiento y la maduración de la democracia española.
La resistencia del PP a este objetivo
sería un enorme error histórico si no se basara únicamente en razones de
oportunidad táctica en estos momentos difíciles. Si fuera inmovilismo y no
meramente táctica resultante de los riesgos de la situación actual, el PP
estaría bloqueando una evolución necesaria y positiva de la democracia
española, y poniendo las condiciones de deterioro de la misma.
Para acabar, permítanme formular un
aviso para navegantes: el conjunto de la sociedad española está lo
suficientemente madura a nivel de la opinión pública como para que el populismo
tenga pocas expectativas de triunfo. La experiencia muestra que existe una
corriente centrípeta predominante, y se trata de mantener el timón firmemente,
sin dejarse desviar de la dirección correcta por ventoleras o rachas
transitorias o agónicas de algunos sectores de la élite, principalmente en
Euskadi, pero no sólo allí.