La célebre manifestación global del pasado 15 de febrero fue protagonizada en Madrid por Pedro Almodóvar quien desde la Puerta del Sol proclamó que el informe de los inspectores probaba que en Irak no había armas de destrucción masiva. La masa aclamó sus palabras. La afirmación era rotundamente falsa ya entonces porque el citado informe no decía eso. Ahora es el Gobierno de Sadam Husein el que desmiente el manifiesto madrileño del 15-F. La cuestión hoy es saber qué es lo que ha hecho recuperar la memoria al sátrapa iraquí. En las próximas horas -cómo dudarlo- el bonapartista Villepin y el afrancesado Rodríguez Zapatero asegurarán que ésta es la prueba de que el sistema de inspecciones reforzadas, promovido por Francia, está dando resultado. Es decir, querrán seguir negando la evidencia, mas veremos por cuánto tiempo pueden hacerlo.

La realidad es muy diferente. Los inspectores no han encontrado nada porque nunca fueron a Irak a «encontrar» sino a «comprobar» que los iraquíes habían hecho lo que decían haber hecho. Las últimas armas admitidas por Sadam son el fruto exclusivo de la presión Occidental encabezada por Washington con el apoyo de Madrid y Londres. Si Sadam tuviera la tranquilidad de que sin un nuevo apoyo explícito del Consejo de Seguridad Washington no lanzaría un ataque, las armas confesadas por los propios iraquíes el pasado domingo nunca hubieran aparecido.

Item mas. ¿Puede alguien estar tranquilo con un régimen que tenía «extraviados» 550 proyectiles de gas mostaza por culpa de un «documento erróneo»? Vivimos tiempos preocupantes. Porque lo peor no es que Sadam sea el tirano que todos sabemos que es. Lo peor es que tantos a nuestro alrededor nieguen la realidad.