UNA SEMANA DE OCTUBRE

 

 Artículo de MIQUEL PORTA PERALES  en  “ABC” del 15/10/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

En Cataluña, la tercera semana de octubre siempre trae cola. Y ello, porque la mayoría de políticos catalanes aprovecha la ocasión -la Fiesta Nacional y el aniversario del fusilamiento de Lluís Companys- para arrimar el ascua a su sardina. No voy a insistir ahora en el oportunismo de quien, al socaire de la celebración, realza su antiespañolismo, su antimilitarismo, o su victimismo. O las tres cosas a la vez. De la Fiesta Nacional, y del aniversario del fusilamiento de Lluís Companys, quiero destacar el doble rasero y el cinismo que se percibe en Cataluña cuando se habla del tema. De los temas, para ser más exactos. Empecemos por la Fiesta Nacional. Al respecto, me permito formular algunas preguntas. ¿Por qué el nacionalismo catalán, que cada 11 de septiembre pide respeto ante la Diada, trata con ligereza la Fiesta Nacional del 12 de octubre? ¿Por qué el nacionalismo catalán, que reivindica la realidad de los Países Catalanes, critica la realidad de la Hispanidad? ¿Por qué el nacionalismo catalán, que denuncia el imperialismo español en América, nunca denuncia el imperialismo catalán en el Mediterráneo? ¿Por qué el nacionalismo catalán, que critica la presencia de la División Azul en el desfile militar, no critica la presencia de comunistas en las celebraciones e instituciones catalanas? Este doble rasero evidencia algunas cosas. Por ejemplo: que en Cataluña la mayoría de los políticos -tan tolerantes ellos- son unos intolerantes de tomo y lomo, que en Cataluña el nacionalismo catalán -tan abierto y plural él- es incapaz de asumir la propia historia y de reconocer la figura del otro.

De la Fiesta Nacional al aniversario del fusilamiento de Lluís Companys. Aquí, también me permito formular algunas preguntas. ¿Por qué el nacionalismo catalán, que pide la revisión crítica de la historia reciente, no predica con el ejemplo y revisa críticamente la vida y obra de Lluís Companys? ¿Por qué el nacionalismo catalán, que condena el golpe de Estado del general Franco, no condena igualmente el golpe de Estado que Lluís Companys intentó el 6 de octubre de 1934? ¿Por qué el nacionalismo catalán, que exige el reconocimiento de quienes fueron asesinados por el bando franquista, no exige también el reconocimiento de quienes fueron asesinados en el bando republicano mientras Lluís Companys era President de la Generalitat? Y, atención, sólo estoy diciendo que el President tuvo alguna responsabilidad política -nunca penal- en todo ello. ¿Por qué el nacionalismo catalán, que desea que el Gobierno de España pida perdón por el proceso y muerte de Lluís Companys, no pide que el Govern de la Generalitat pida también perdón por el proceso y muerte que sufrieron muchos catalanes durante la Segunda República cuando la Generalitat tenía la responsabilidad de garantizar la seguridad de sus ciudadanos? Otra pregunta: si tenemos en cuenta que Lluís Companys era militantes de ERC, ¿por qué ERC -tan amiga ella de criticar todo lo criticable- no hace autocrítica del que fuera su máximo dirigente? Y, puestos a preguntar, ¿por qué ERC -empeñada desde hace años en la creación de una Comisión de la Verdad que desvele las falsedades y atrocidades franquistas- no impulsa -ahora que está en el Govern y algún poder tendrá- una comisión que desvele las falsedades y atrocidades republicanas? El nacionalismo catalán será creíble cuando se decida a asumir la carga de su propia historia.

Y el próximo año, ¿qué? Mucho me temo que ocurrirá exactamente lo mismo. Es decir, los políticos catalanes y el nacionalismo catalán se volverán a quejar. De lo que sea. De la longitud de la bandera, de la marginación de la lengua catalana en el ejército, o de la cabra de la legión. Y, por supuesto, se continuará cubriendo con un tupido velo de silencio la cara oscura del President Lluís Companys. ¡Con lo fácil que es dejar que el otro celebre su fiesta como le dé la gana! ¡Con lo sano que es reconocer que todo el mundo -incluso un President de la Generalitat- puede equivocarse alguna vez!