EL ESPEJO IMPERTINENTE

 

 

  Artículo de FLORENTINO PORTERO en “ABC” del 20.09.2003

NICOLÁS Baverez ha puesto un espejo ante la clase dirigente de Francia y sus señorías se han encontrado con una imagen que no respondía a sus expectativas. Chirac ha lanzado a Francia a la aventura de unir a los europeos frente a la potencia norteamericana, en estrecha colaboración con Rusia y China. El espejo pone de manifiesto los fundamentos en que se asienta su autoritas. Un estado que desconfía de la sociedad y trata de controlarla, con los resultados previsibles de burocratización y falta de vitalidad. Una economía estatalizada, gestionada con criterios políticos o burocráticos, que genera déficit público, requiere de constante emisión de deuda y pierde productividad. Un marco político con elevados índices de corrupción y tendencia hacia los extremismos partidistas. Una defensa inadaptada para las nuevas amenazas y la insensata ilusión de poder librarse de su efecto. Una presencia decreciente en la vida cultural y en la investigación occidental.

Chirac es fiel a su biografía política y rechaza el modelo norteamericano tanto por su hegemonía como por lo que representa de modelo político: sociedad abierta, economía liberal, una política exterior comprometida con la defensa de la democracia y con el combate a las nuevas amenazas. Francia sufre y padecerá en el futuro las consecuencias de su encastillamiento en un modelo superado. Su sociedad se atrofia, su economía está falta de dinamismo y por muy seguro que se encuentre Chirac de poder continuar entendiéndose con los dictadores africanos y asiáticos, que han sido la cantera tradicional de la diplomacia francesa, al final esta política se volverá en su contra. No es fácil que Alemania secunde sus ambiciones durante mucho tiempo y con este brillante currículo es difícil ganarse el respeto de los europeos para encaramarse a un liderato que le viene muy grande.

Por muchas razones Francia es y será un actor fundamental en el escenario europeo. Es interés de todos que su política dé el giro necesario para recuperar sus opciones de futuro. Es en la tradición de Constant, De Toqueville, Aron o Revel, y no en las corrientes estatistas tan arraigadas en aquellas tierras, donde los franceses volverán a encontrar los fundamentos para una política que responda a las necesidades de nuestro tiempo.