EL MUNDO HA CAMBIADO DRÁSTICAMENTE

Artículo de COLIN POWELL en "ABC" del 29-9-02

Desde el 11 de septiembre de 2001, el mundo es diferente. Como consecuencia de los atentados terroristas de ese día, y de la guerra contra el terrorismo, ha nacido una nueva realidad: el mundo ha tenido que reconocer que la posible conexión entre los terroristas y las armas de destrucción masiva han trasladado el terrorismo a un nuevo nivel de amenaza.

Ahora vemos que una amenaza probada como Sadam Husein, en posesión de armas de destrucción masiva, podría permitir que unos cuantos terroristas amenazasen a millones de personas inocentes. El presidente Bush está totalmente decidido a enfrentarse a esta amenaza y derrotarla. Es también consciente de la necesidad de persuadir a la comunidad internacional, y comprende lo poderosa que puede ser una comunidad internacional fuerte y unificada. La necesidad de incluir a la comunidad internacional es la razón por la cual el presidente llevó la semana pasada a Naciones Unidas su mensaje sobre el grave y creciente peligro que supone Irak. Por otra parte, la parte ofendida es la ONU, no Irak.

Han sido las resoluciones de Naciones Unidas las que han sido ignoradas y transgredidas de manera sistemática y brutal en los últimos 12 años. Fueron los inspectores de Naciones Unidas los que encontraron imposible realizar su tarea y tuvieron que dejarla sin terminar. El reto que el presidente lanzó ante la Asamblea General de Naciones Unidas fue simple y directo: si quiere mantener su importancia, tiene que actuar. El discurso del presidente fue convincente y se vio reforzado por el debate que tuvo lugar en la Asamblea General de Naciones Unidas. Cambió el panorama político en el que se había discutido esta cuestión. Irak es el problema. Irak ha incumplido flagrantemente las exigencias que le había planteado la ONU.

El presidente Bush dejó claro en su discurso lo que Irak debe hacer para reparar ese incumplimiento:

- Debe renunciar inmediata e incondicionalmente a todas las armas de destrucción masiva, misiles de largo alcance y todo el material relacionado, revelar su situación y retirarlos o destruirlos.

- Debe poner fin a todo apoyo al terrorismo y tomar medidas para suprimirlo, como las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas exigen a todos los Estados.

- Debe dejar de perseguir a su población civil, incluidos los chiíes, los suníes, los kurdos, los turcomanos, y otros, de nuevo según se exige en las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

- Debe liberar o dar fe del paradero de todo el personal de la Guerra del Golfo cuya suerte se desconoce todavía. Debe devolver los restos de los fallecidos, restituir sus pertenencias robadas, aceptar la responsabilidad por las pérdidas provocadas por la invasión de Kuwait, y cooperar plenamente con los esfuerzos internacionales para resolver estas cuestiones, de nuevo como se exige en las resoluciones del Consejo de Seguridad.

- Y debe poner fin inmediatamente al comercio ilícito de petróleo no incluido en el programa de petróleo a cambio de alimentos. Debe aceptar la administración por parte de Naciones Unidas de los fondos obtenidos con ese programa, para garantizar que el dinero se utiliza de manera justa y pronta en beneficio del pueblo iraquí.

Irak ha respondido con una familiar estrategia táctica. El ministro de Asuntos Exteriores iraquí permitió a los inspectores entrar sin condiciones. Es una estrategia que hemos visto en muchas ocasiones. Y en cada una, una vez que los inspectores comenzaban su trabajo, Irak seguía haciendo todo lo posible para echar por tierra su trabajo.

El régimen iraquí es notorio por sus estratagemas, sus maniobras dilatorias, sus exigencias a los inspectores -a veces a punta de pistola- y su resistencia general y continuada al mandato del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. No hay absolutamente ninguna razón para esperar que Irak haya cambiado, que este último esfuerzo de dar la bienvenida a los inspectores sin condiciones no sea otra treta.

Seamos claros sobre las razones de su anuncio. Los iraquíes no han descubierto repentinamente los errores de su forma de actuar pasada. Respondían al calor y a la presión generada por la comunidad internacional después del discurso del presidente Bush.

Estados Unidos ha dejado claro a sus colegas del Consejo de Seguridad que no va a tragarse esta artimaña. Es hora de aplicar más presión, no de transigir. Estos cuatro años han sido tiempo más que suficiente para que Irak se procure, fabrique y oculte artículos prohibidos muy lejos del alcance de los inspectores. Estados Unidos ha decidido que las obstrucciones de Irak a las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y el flagrante incumplimiento de sus obligaciones no pueden continuar. Nosotros, nuestros aliados más cercanos, y nuestros amigos de todo el mundo estamos dispuestos a desempeñar nuestra obligación de hacer cumplir las resoluciones del Consejo de Seguridad y hacer que la amenaza iraquí se vuelva inofensiva. Estamos intentando encontrar una solución.

Si la solución supone un régimen de inspección, debe ser un régimen introducido con la autoridad de una nueva resolución que elimine la debilidad del actual régimen y que no tolere la desobediencia iraquí. La resolución debe ser suficientemente firme y amplia como para provocar el desarme, no sólo las inspecciones. Nuestra posición está clara. Debemos encarar los hechos y descubrir el flagrante incumplimiento de Irak. Después, debemos especificar las medidas que exigimos de Irak, las cuales ya nos han sido mostradas por el presidente Bush. Y debemos determinar cuáles serán las consecuencias si Irak se niega a adoptar medidas. Eso es lo que hace que esta vez sea diferente. Esta vez, al contrario que en cualquier momento de los anteriores 12 años de incumplimiento iraquí, las consecuencias deben ser duras. Esta vez, Irak debe cumplir con el mandato de la ONU o habrá acciones decisivas para obligarle a cumplirlo. Escucharemos otros puntos de vista e intentaremos alcanzar un acuerdo dentro del Consejo. Será un debate difícil. También mantendremos la capacidad de nuestro presidente para defender a nuestra nación y nuestros intereses. Algunos han insinuado que la idea de que los intereses estadounidenses sean asunto exclusivamente nuestro es conflictiva. Pero ambas cuestiones son importantes. Somos miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Somos miembros de la ONU. Pero Estados Unidos, como elemento separado, cree que sus intereses están amenazados. Estamos intentando resolver este problema a través de Naciones Unidas y de manera multilateral.

Pero si la ONU no es capaz de actuar decisivamente, Estados Unidos tendrá que decidir por su cuenta si el peligro planteado por Irak es tal que tenemos que actuar para defender a nuestro país y nuestros intereses. Podemos debatir sobre el tamaño y la naturaleza de las reservas de armas de destrucción masiva y de proyectiles de medio y largo alcance que posee Irak. Pero nadie puede dudar de que Irak ha incumplido las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, una tras otra, durante 12 largos años.

Nadie puede dudar de que las intenciones del dictador iraquí no han cambiado. Quiere armas de destrucción masiva tan claramente como desea mantenerse en el poder. Estas dos realidades saltan a la vista y no podemos -ni debemos- evitarlas.