LOS DESAFÍOS EN ORIENTE MEDIO: UN TODO INTEGRADO

 

 

 

  Artículo de Colin Powell, Secretario de Estado de Estados Unidos,  en “La Razón” del 02.10.2003

 

Sólo en el último medio siglo, nosotros, y los pueblos de Oriente Medio, hemos padecido la guerra, la revolución, los boicots y el terrorismo. La región ha presenciado el desarrollo y uso de algunas de las armas más letales conocidas por el hombre. No es ninguna exageración decir que sin una transformación de Oriente Medio la región seguirá siendo fuente de violencia y terrorismo alimentada por la pobreza, la alienación y la desesperación. No podemos permitir que eso ocurra, y no lo permitiremos.
   Nos ganaremos un futuro mejor haciendo causa común con los pueblos y gobiernos de la región, aquéllos que están comprometidos con la visión que compartimos de un Oriente Medio en el que todos tengan un empleo que les permita llevar el pan a su mesa, tener un techo sobre su cabeza y ofrecer una educación decente a sus hijos; de un Oriente Medio en el que todas las personas veneren a Dios con un espíritu de tolerancia y entendimiento; y de un Oriente Medio en el que el respeto por la inviolabilidad del individuo, el Estado de Derecho y la política de participación cobren fuerza día a día. No hay ningún choque de civilizaciones, como a los terroristas y los agoreros les gustaría hacernos creer. Sólo hay una lucha por la defensa de unos valores, los valores que compartimos con nuestros amigos y aliados en Occidente, y también con la gran mayoría de los árabes y musulmanes de Oriente Medio.
   Son valores que compartimos con todos los pueblos que aspiran a un mundo en paz y que quieren educar a sus hijos en la prosperidad y la dignidad. Es una lucha que debemos llevar a cabo con todos los medios a nuestro alcance: militares, diplomáticos, políticos y económicos. Es una lucha que estamos lidiando con éxito a medida que vamos modificando el entorno estratégico de Oriente Medio y abrimos el camino hacia un futuro de esperanza. Hemos terminado con el cruento y retrógrado reinado talibán en Afganistán, hemos obligado a Al-Qaida a huir y hemos movilizado al mundo en contra del terrorismo. Y hemos eliminado la barricada que suponía Sadam Husein en el camino a la esperanza, no sólo para el pueblo iraquí, sino también para todos los hombres, mujeres y niños de Oriente Medio. Sabemos que la seguridad en Iraq sigue siendo un problema, y se siguen perdiendo vidas a manos de los remanentes del régimen Baaz, delincuentes comunes y terroristas, que harían retroceder a Iraq a su trágico pasado. No permitiremos que triunfen estos asesinos de la esperanza. Sé que nuestras tropas y las fuerzas de seguridad iraquíes, a medida que vayan tomando forma, serán capaces de hacer frente a estos enemigos de la paz.
   Al mismo tiempo que seguimos haciendo de Iraq un lugar seguro, no deberíamos perder de vista el notable progreso que ha conseguido Iraq en un brevísimo período de tiempo. En los albores de este año, un brutal dictador estaba despilfarrando el tesoro de Iraq para pavonearse y fanfarronear por los escenarios regional y mundial. Mantenía a su pueblo en la pobreza y la ignorancia mientras llenaba fosas comunes con todo aquel que fuera lo suficientemente temerario como para poner en tela de juicio su mal gobierno. Y a quienes cuestionan la guerra, permítanme decirles lo siguiente. Déjenme que les explique lo que hemos conseguido. Hace unas semanas fui a Halabja, en el norte de Iraq, donde en 1988 las fuerzas de Sadam Husein gasearon y asesinaron a 5.000 personas. Rendí tributo a estas víctimas en su fosa común y en un monumento conmemorativo levantado en su honor.
   Que no haya ninguna duda sobre las armas de destrucción masiva. Aquel día vi sus resultados y estuve con los supervivientes, y escuché sus apesadumbrados relatos de lo que les había ocurrido a sus seres queridos y a ellos mismos. Era un régimen perverso. Las palabras del presidente nunca han estado mejor dirigidas ni han sido más merecidas que las que dedicó al régimen de Sadam Husein. Ya no invadirá a más vecinos, ni torturará a más inocentes, ni llenará más fosas comunes. Me siento orgulloso del papel que hemos desempeñado para poner fin a los horrores de Sadam Husein. Me siento orgulloso de que hoy veamos una república de esperanza sustituir a la república del miedo.
   Cuando visité Iraq me sentí profundamente impresionado por el ánimo que percibí entre los iraquíes con los que tuve la oportunidad de hablar. Percibí una vibración alimentada por los vientos de libertad que barrían el territorio. A pesar del esfuerzo de los terroristas y saboteadores, la vida en las ciudades y en el campo está volviendo a la normalidad. Los hospitales y las clínicas están abiertos, atendiendo a los enfermos. Ahora los iraquíes van a trabajar, incluidos los 35.000 iraquíes que han estado trabajando para restaurar las colegios de Iraq. Ya está abierto más del 90% de esos colegios. Todos ellos verán llegar a los alumnos el primer día del mes a finales de esta semana. Ahora todos esos colegios están preparados para enseñar a los niños iraquíes las aptitudes necesarias para triunfar en una democracia de libre mercado.
   Sí, los iraquíes están en camino hacia un autogobierno democrático. Ya están establecidos y en funcionamiento los consejos municipales y rurales. En Bagdad asistí a una reunión del Ayuntamiento que destacó por su normalidad. Podría haber sido incluso como una reunión del ayuntamiento de Detroit, aunque no podría jurarlo, señor alcalde. El pueblo iraquí necesita el comercio para asirse al futuro y hacer realidad la esperanza. Necesita inversiones. El presidente Bush ha pedido al Congreso 20.000 millones de dólares para contribuir a reconstruir la infraestructura de Iraq. Este mes la comunidad internacional se reunirá en Madrid para recabar más ayudas para la reconstrucción iraquí. Puedo asegurarles que estos fondos son esenciales para el éxito de Iraq, y pido a todos los participantes que sean lo más generosos que puedan cuando acudan a la conferencia en Madrid.
   Todos queremos devolver al pueblo iraquí la responsabilidad del gobierno de Iraq lo antes posible. Pero lo peor que podríamos hacer es mover este proceso con excesiva rapidez, acelerarlo demasiado, y hacer la entrega a un gobierno que no tenga legitimidad para gobernar. Un nuevo Iraq es parte esencial del nuevo Oriente Medio. También lo es el final del conflicto entre Israel y los palestinos. Sin embargo, lamentablemente, la situación allí es más preocupante. El año pasado, el presidente Bush propuso un plan de esperanza a los pueblos palestino e israelí que tanto han sufrido: una visión de dos Estados democráticos que viven uno al lado del otro en paz, con seguridad y dignidad: el estado de Israel y un nuevo estado, Palestina. A principios de este año, el Cuarteto facilitó a Israel y a los palestinos una Hoja de Ruta con la que se alcanzaría la visión del presidente Bush. Los líderes de Jordania, Egipto y Arabia Saudí se pusieron del lado del presidente Bush y se comprometieron a brindar su apoyo. Lamentablemente, esos esfuerzos han quedado paralizados por los continuos atentados terroristas y por quienes se niegan a entregar su poder y siguen arrastrando los sueños palestinos por un trágico callejón sin salida.
   Por eso, que nadie se confunda. Seguimos comprometidos con la visión del presidente. El presidente y todos los que formamos parte del gobierno, todos los que estamos en el Cuarteto, seguimos comprometidos con la Hoja de Ruta, que consideramos la mejor forma de alcanzar esa visión. Sin embargo, para que eso ocurra, los palestinos precisan un liderazgo plenamente dedicado a combatir el terror. Necesitan un primer ministro facultado con la autoridad para combatir el terror y la violencia, y para establecer la ley y el orden. Dejando a un lado la retórica, la pura y dura realidad es que si el nuevo primer ministro no se compromete firmemente a seguir la Hoja de Ruta y a mantener a raya el terrorismo, no está nada claro cómo podremos avanzar.
   También Israel tiene obligaciones, obligaciones que deberá cumplir a medida que avanzamos en la Hoja de Ruta. La actividad en los asentamientos debe terminar. En coherencia con la Hoja de Ruta, debe desmantelar los puestos avanzados no autorizados. Israel debe tomar medidas para aliviar la deteriorada situación económica y humanitaria en Cisjordania y Gaza, centrándose especialmente en la eliminación de los puntos de control, y liberando el movimiento de bienes y personas. También seguiremos debatiendo con Israel los planes para crear un muro en Cisjordania, subrayando sus repercusiones para la vida de los palestinos, y la necesidad de garantizar que este muro no comprometerá el resultado de las negociaciones de paz.
   El presidente Bush entiende que estos y otros desafíos a los que nos enfrontamos en Oriente Medio forman parte de un todo integrado. El éxito en un área propiciará el avance en otras. Pero lo contrario también es cierto. El fracaso en Iraq, o en la búsqueda de la paz entre israelíes y palestinos, o en los esfuerzos por controlar la proliferación de armas letales de destrucción masiva, hace retroceder la causa de la paz, la prosperidad y la libertad en toda la región. Debemos seguir centrados y comprometidos. Pero debemos ser inteligentes en nuestro planteamiento y compromiso. Nos encontramos en una coyuntura histórica, en la que un nuevo Oriente Medio lucha por nacer. En el fondo de nuestras mentes y corazones, sabemos que debemos ayudar a los pueblos de la región a alcanzar un futuro de esperanza. Volvamos a dedicarnos a la propuesta de paz y esperanza en Oriente Medio. Los pueblos de Oriente Medio cuentan con nosotros.