DE LA PESADILLA A LA LIBERTAD: EL NACIMIENTO DE UN IRAK LIBRE

 

 

 

  Artículo de  COLIN L. POWELL, Secretario de Estado de EE.UU,  en “ABC” del 13.11.2003

¿QUÉ deberíamos pensar sobre los avances realizados para reconstruir un Irak libre? Los titulares de los periódicos han traído muchas noticias malas y amenazadoras en los últimos tiempos: coches bomba en Bagdad, misiles lanzados contra hoteles, ataques mortales contra soldados estadounidenses, la policía y los funcionarios del Gobierno iraquí y contra representantes de la comunidad internacional. Aunque también hay numerosas noticias nuevas, a pesar de que no aparecen tan a menudo en los periódicos. Y estas buenas noticias son el resultado de una verdad fundamental, irreversible y única: los iraquíes son libres.

Más que cualquier otro factor, el futuro de Irak lo definirán las esperanzas y esfuerzos de los propios ciudadanos iraquíes. Otros países están ayudando a los iraquíes de muchas formas. Hemos avanzado de forma notoria en la ampliación del ámbito de ayuda en la Conferencia de Donantes de Madrid, celebrada el pasado mes, donde 72 naciones y 20 organizaciones internacionales realizaron una inversión estratégica en esperanza al prometer más de 33.000 millones de dólares para la reconstrucción de Irak. Pero, en un análisis final, una sociedad honrada, construida sobre instituciones que garantizan la justicia y la libertad, debe originarse desde dentro. Esto es lo que está pasando en Irak. Por primera vez, los iraquíes están experimentando una cultura cívica democrática a nivel local y, cada vez más, en el ámbito regional y nacional. Con esta experiencia, la esperanza aumenta y el sentimiento de reforzamiento personal se extiende a lo largo y ancho del país, incluso hasta en el «triángulo» sunní, que era el epicentro del apoyo al antiguo régimen. Pero, tan novedosa es esta libertad para los iraquíes y tan distorsionada era la larga pesadilla del desgobierno de Sadam Husein, que muchos iraquíes siguen dudando y están desorientados. Debemos recordar que la pesadilla en la que Sadam Husein sumió a Irak llegó a durar más que la tiranía que ejerció José Stalin sobre la Unión Soviética. No es realista esperar que la tragedia pasada de Irak se desvanezca con rapidez. Las heridas tardan tiempo en curarse, e incluso cuando las cicatrices físicas desaparecen, a menudo permanecen las psicológicas. Los iraquíes necesitan tiempo para desarrollar la confianza, entre sí, en un nuevo liderazgo iraquí, que elegirán ellos mismos, y en su propio futuro.

El progreso real se funda en el argumento de que otorga la esperanza a los iraquíes de una progresiva mejora de la vida. La capacidad de generar electricidad ya ha superado los niveles previos a la guerra. Trabajando con nuestros socios iraquíes y otros voluntarios de la comunidad internacional, hemos reparado más de 1.700 roturas graves de la vieja red de distribución de agua de Irak. Hemos limpiado 14.500 canales de irrigación de los 20.000 que necesitan ser dragados. Hemos renovado más de 1.500 escuelas. Hemos distribuido 22 millones de vacunas a los niños iraquíes y a las mujeres embarazadas. Y hasta tres millones de equipos de rehidratación han podido llegar a los niños necesitados.

También estamos preparando el terreno hacia un nuevo entorno de seguridad dirigido por iraquíes. La formación básica para ser policía comenzará a impartirse a más de 35.000 agentes civiles iraquíes en noviembre y, con el tiempo, se podrán graduar cada mes 1.500 policías civiles durante los próximos dos años, que serán examinados cuidadosamente y estarán recién formados y equipados. Este contingente policial local aportará estabilidad y confianza en el futuro.

La sociedad civil iraquí está prosperando. Antes solía haber una única fuente de noticias oficiales, en la que nunca confiaron los iraquíes sensatos. Ahora Irak late al pulso de una nueva prensa libre. Los profesores pueden enseñar la verdad, no la propaganda del odio del régimen baazista. Los tribunales están en funcionamiento. Los bancos están abiertos y conceden préstamos. Los negocios prosperan, basta echar un solo vistazo a los productos expuestos en los mercados de cualquier ciudad iraquí para comprobarlo. Los salarios suben, el dinero oculto está saliendo a la luz y las personas gastan y generan dinero.

No sólo los servicios básicos están restableciéndose a los niveles previos a la guerra, sino que en muchas áreas los iraquíes se han propuesto objetivos a largo plazo. Los iraquíes aspiran a tener, no el mismo sistema de atención sanitaria que tenían hace 30 años, sino uno mejor. Actualmente, ya hay más iraquíes que nunca con un acceso seguro a la electricidad, el agua potable y la educación básica.

Pero la confianza, una vez rota, es difícil de restablecer, incluso aún más que relanzar una economía. Cuando la vida de generaciones enteras ha sido una pesadilla espantosa, este proceso de restauración es todavía más difícil. Los iraquíes deben volver a convencerse de que son gentes buenas y honorables, que ya no deben avergonzarse por las condiciones impuestas por Sadam Husein y su legión de secuaces y criminales. Y, en realidad, los iraquíes están recuperando su coraje y su honor. Cada vez de forma más habitual, no tienen miedo de hablar a favor de un futuro mejor. Los iraquíes están realizando grandes sacrificios, ya que han sido demasiados los que han muerto o sido heridos a causa de las acciones erróneas de otros iraquíes y sus cómplices extranjeros para detener el avance de su nación. Se producirán más sacrificios, pero sólo lograrán fortalecer la determinación de los iraquíes, en todos los estratos sociales y edades, de no cejar en su empeño.

Sobre todo, este es el motivo de que existan razones fundadas para esperar el éxito final en Irak. No importa lo difícil y peligrosa que puede llegar a ser la vida para los estadounidenses y tantos otros que intentan hacer surgir un nuevo Irak, nuestro mejor aliado es el pueblo iraquí. Si están preparados para contener el aliento y atarse el cinturón para el largo recorrido, entonces nosotros también debemos perseverar, manteniéndonos a su lado hasta que la labor se haya completado.

Los estadounidenses han comprendido que nada que tenga realmente valor se consigue fácilmente. Irak no es fácil. Ninguna persona seria dijo que iba serlo. Pero merece la pena hacerlo, y hacerlo bien. Para ello necesitamos tener paciencia y comprensión conforme va avanzando la reconstrucción de Irak.

Veremos la prueba de nuestro éxito en los años venideros, aunque ya podemos decir cómo será. Será como ver la pesadilla de Irak convertirse en un sueño de libertad hecho realidad.