RAUDALES DEL TERROR

 

 Artículo de Valentí PUIG  en  “ABC” del 11/10/04

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

 

EL recrudecimiento de los conflictos existentes en el mundo es una constante -casi una ley física- en los últimos tramos de cada campaña presidencial norteamericana. Lo hemos visto una y otra vez, aunque los idealistas del multilateralismo miren para otro lado porque les cuesta reconocer que quien mantiene una cierta apariencia de orden mundial es Estados Unidos y no, como se desearía en los jardines de infancia, las Naciones Unidas. Cuando Washington parece semiparalizado por el proceso democrático presidencial, Irán va y anuncia una nueva generación de misiles. Los recientes raudales del terror contrastan con pocas noticias de naturaleza positiva, como por ejemplo el retroceso del radicalismo islamista en las elecciones de Indonesia -país con la mayor población musulmana del mundo- o la votación presidencial en Afganistán, por incidentada que sea.

A media luz queda la posibilidad de que el líder chiíta Moqtada al-Sadr esté a punto de oficiar la entrega del armamento de sus milicias a tres meses de las elecciones en Irak. Se constata que los iraquíes no están forcejeando para que Estados Unidos se vaya sino para optar a la mejor porción en el reparto de poder mientras el terrorismo mata civiles para que nunca llegue la estabilidad elemental. Por eso es fundamental que las milicias dejen las armas y se dediquen a la política. Para que eso no ocurra, el terrorismo baasista, Al Qaida y toda mafia internacional que se precie, secuestran y matan en Irak. Al frente del Gobierno interino iraquí la figura de Allawi es capital: su valor y tenacidad todavía pudieran culminar la excepcional empresa de una institucionalización democrática de Irak.

EL atentado en Sinaí viene a ser un calco del ataque terrorista contra un hotel de Mombasa -Kenia- que alojaba a turistas israelíes. Eso fue en 2002. Ahí en Sinaí, en territorio egipcio, la operación terrorista -según explicaba ayer el periódico israelí «Haaretz»- fue de no poca complejidad. Se descarta que Al Qaida -o uno de sus clones en proliferación- contase con la ayuda logística de Hamás y se cree que los explosivos procedían de Arabia Saudí, Yemen o Sudán, lugar del mayor genocidio de la temporada, con escasa reacción de las Naciones Unidas. Ariel Sharón prosigue con su draconiana ofensiva contra el terrorismo palestino, también en esa especie de armisticio negro que generan las últimas semanas de una campaña presidencial en Estados Unidos.

EN paralelo, sectores de la opinión pública europea prosiguen acariciando un espejismo: gana Kerry y todo cambia, desaparece la crisis del atlantismo, el eje París-Berlín retoma el mando y un nuevo multilateralismo reordena el mundo, convirtiéndolo en el mejor de los mundos posibles. En el «Cándido» de Voltaire, una hipótesis similar acarrea las mayores penalidades al filósofo Pangloss -teórico de un mundo de bondad sin límites- y a la pobre Cunegunda, quien acaba siendo violada y mutilada por piratas. Esa es una ilusión que no impulsaría una política exterior articulada por los demócratas de John Kerry, salvo para que Jimmy Carter pudiera seguir con sus viajes beneméritos. Lo más factible es la tesis de un tablero de ajedrez tridimensional, según la formula el profesor Joseph S. Nye: en el nivel superior, el poder militar es bastante unipolar; el poder económico, en segundo nivel, es multipolar, con Estados Unidos, Unión Europea, Japón y, ya, China. Luego en el tercer nivel del tablero, están las relaciones transnacionales que van de los flujos financieros por internet a la privatización del terrorismo. Es un escenario distinto a la exclusión recíproca entre unilateralismo y multilateralismo. Con una complementariedad eficaz saldría ganando la estrategia contra el terror.