EL ESTROPICIO DE IRAQ
Artículo de JORDI PUJOL en “La Vanguardia” del 17.03.03
En el momento de escribir este artículo –viernes, día 14– nadie puede predecir
exactamente qué habrá sucedido dentro de tres o cuatro días. Por otra parte,
nuestra capacidad de incidencia en el desarrollo de los acontecimientos es
mínima. Sin embargo, es bueno que reflexionemos sobre el tema de Iraq.
Este problema va a terminar mal, suceda lo que suceda. Con un gran estropicio.
Probablemente un estropicio que con el tiempo se podrá recomponer, por lo menos
en parte. Pero de momento el estropicio será muy grave. ¿En qué consistirá este
estropicio?
1.Las Naciones Unidas corren peligro de perder valor práctico. Perderán valor
práctico si Estados Unidos ataca sin el consentimiento del Consejo de Seguridad.
Y también si, finalmente por la presión de las Naciones Unidas, Estados Unidos
retira sus 250.000 soldados y Saddam sigue igual. En este caso, EE.UU. dejaría
de contar con las Naciones Unidas y esto es también muy negativo para las
propias Naciones Unidas. En realidad, pase lo que pase, es muy probable que
salte por los aires el sistema de cooperación internacional creado al final de
la Segunda Guerra Mundial. Por lo menos de momento.
2.Estropicio también porque la Unión Europea está quedando muy herida a
consecuencia de este conflicto. Profundamente dividida la propia UE y con fuerte
distanciamiento respecto a los futuros nuevos miembros.
3.Muy negativo va a ser también el grave deterio-ro de las relaciones entre
EE.UU. y Europa. El concepto de Occidente se ha resquebrajado profundamente. Y
hasta ahora Occidente había tenido un papel positivo en la evolución del mundo,
pese a muchos fallos e incluso injusticias.
4.La invasión de Iraq, con o sin consentimiento de las Naciones Unidas, puede
reforzar el resentimiento árabe. Aunque hay que tener en cuenta que hay muchos
países árabes, o por los menos la gran mayoría de sus gobiernos, que desean el
derrocamiento de Saddam.
5.Otra consecuencia negativa es que la crisis está incrementando el
distanciamiento entre los gobiernos y la clase política, y una parte muy
importante de la opinión pública. Muchos gobiernos (por supuesto los favorables
a la guerra, pero también muchos de los restantes) no podrán dar respuesta
adecuada en la práctica a las exigencias que les plantea masivamente la opinión
pública. Se pretende, por ejemplo, que Estados Unidos no sea el gendarme
mundial. Y es una exigencia válida. Pero, ¿podrán países como Alemania y Rusia
incrementar su presupuesto militar para en parte sustituir a Estados Unidos?
¿Podrá incluso Francia, pese a gastar ya bastante más que los restantes países?
6.En este caso –el de la retirada del Ejército norteamericano–, ¿qué repercusión
tendría esto en EE.UU.? Nadie desea un imperialismo estadounidense desenfrenado,
pero nadie desea tampoco un aislacionismo radical ni que a partir de ahora
EE.UU. actúe en el mundo totalmente en solitario.
7.¿Puede Saddam aparecer como vencedor de la crisis? Se me dirá que no es Saddam
el vencedor, sino la paz. Es una hermosa respuesta, aunque no totalmente cierta.
Sería cierta si, sin invasión, Saddam se exiliara. ¿Es esto todavía posible?
Improbable. ¿Estados Unidos lo aceptaría? Debería aceptarlo.
¿Cómo se ha llegado hasta aquí? Probablemente por errores de cálculo. De Estados
Unidos, especialmente.
¿Y cómo se ha producido tanta confusión? ¿Y una reacción tan masiva?
La reacción masiva responde a un hecho muy positivo: la conciencia moral de
mucha gente se ha sublevado. Es difícil prever adónde puede conducir esta
revuelta moral. Ni si ayudará a solucionar los problemas del mundo. Porque, como
dicen los anglosajones, “foreign policy is not nice”, la política exterior no es
agradable. Pero en sí misma esta reacción es buena y hay que contar con ella.
Hay que sentir respeto por ella. En cuanto a la confusión, la raíz hay que
buscarla en buena parte en que nadie o casi nadie ha dicho la verdad, cuáles
eran sus razones. Esto sucede a menudo. Pero en este caso la confusión es
enorme.
1.¿Realmente Iraq posee armas de destrucción masiva? Las tuvo, eso es seguro. Y
ha intentado fabricar la bomba atómica. (Por cierto, se lo impidieron los
israelíes en 1981 con un ataque aéreo preventivo). ¿Pero las tiene hoy y está en
condiciones de utilizarlas? No es seguro. Digamos que ahí hay un punto de
incertidumbre. Me inclino a creer que en todo caso no está en condiciones de
emplearlas. Pero hay que tener en cuenta que en estos momentos Estados Unidos
está enormemente sensibilizado. Se siente inseguro.
2.¿Puede ser el petróleo la razón última de la política de EE.UU.? Seguro que el
petróleo pesa mucho. Las reservas iraquíes en estos momentos se presume que son
los mayores del mundo. Sin embargo, podría suceder que con ser importante el
petróleo, y seguro que está en el paquete de objetivos de Estados Unidos, no
fuese, en cambio, la razón principal. ¿Cuál sería pues?
3.Ocupar, controlar y ordenar la zona (de acuerdo con los intereses de los
norteamericanos y de sus aliados). EE.UU. tiene vocación de potencia universal
(ahora única o casi). Por otra parte, siente preocupación sincera por el
terrorismo. Se sienten realmente amenazados. Muy probablemente Bagdad no tiene
nada o poco que ver con Al Qaeda, pero la lucha contra el terrorismo sí requiere
tener base firme en el Próximo Oriente. Para controlar Irán desde Afganistán e
Iraq, para proteger la frontera turca y la de Jordania (que indirectamente
equivale a proteger Israel). Y para no tener que depender tanto de los saudíes,
que cada vez les inspiran menos confianza. Estados Unidos considera que, como
potencia mundial y como protagonista principal de la lucha antiterrorista,
debe tener una posición fuerte en el territorio que va de Pakistán al
Mediterráneo, y de Turquía a Yemen.
4.Suponiendo que el discurso oficial de Estados Unidos no sea el real, ¿lo es el
de las Naciones Unidas? Creo que el de Kofi Annan es sincero y acertado, pero la
actuación de las Naciones Unidas es poco consistente. No me refiero a las
discusiones en el Consejo de Seguridad, donde cada miembro defiende sus
intereses. Me refiero a la actuación de los inspectores y a muchos que opinan
sobre su trabajo, los cuales tampoco son sinceros.
No es verdad que los inspectores hayan logrado que se destruyan unos cuantos
misiles y unos cuantos cultivos de ántrax (repito que, a mi entender, de
eficacia dudosa). Esto lo ha logrado la presión de los 250.000 soldados
americanos. En el año 1998 Saddam echó a los inspectores y las Naciones Unidas
no reaccionaron (sí reaccionaron, ya entonces, Clinton y Blair, que amenazaron
con intervenir, pero finalmente desistieron). Las Naciones Unidas han
reaccionado ahora por la presión de
EE.UU., y Saddam de vez en cuando se acuerda de que tiene unos cohetes en un
búnker para evitar que los 250.000 soldados le invadan creando división en el
Consejo de Seguridad.
No es verdad tampoco que los inspectores necesiten meses. Según la resolución
1441, Saddam debe informar de lo que ha destruido y de si le queda algo por
destruir. Comprobarlo puede llevar más tiempo, pero dar esta relación es cosa de
un día. De un día. A no ser que al cabo de un mes Saddam diga, como ha dicho:
“Había olvidado que tengo más misiles en un garaje”.
La actuación de los inspectores es patética.
5.En este mundo de confusión quien sí actúa con frialdad y tino es Saddam. De
momento –de momento– es el ganador de esta partida. Nos ha dividido a todos, se
ha burlado de los inspectores de las Naciones Unidas, supongo que bajo cuerda
negocia con más de un miembro del Consejo de Seguridad, etcétera... De momento.
6.¿Cuál es la motivación de Francia? ¿Tiene lógica su actitud? La tiene porque
responde a una larga tradición, a una vocación muy francesa. Por otra parte, es
sinceramente multilateralista, como corresponde a un país que ha dejado de ser
gran potencia pero que quiere seguir teniendo un peso. Francia quiere recuperar
un papel hegemónico en Europa. Y Francia ha sido y es un país muy proiraquí. Y
favorable a Saddam. De Francia salió aquella afirmación de que “Saddam será el
De Gaulle del Próximo Oriente”. Y, por supuesto, sus intereses en Iraq son
enormes. Se calcula, según fuentes francesas, que el contrato que Elf Total
tiene con Bagdad (no firmado todavía) representa más petróleo que el que ha
extraído en toda su existencia como compañía. Todo esto no es para
sorprendernos. Es lo que decíamos: “Foreign policy is not nice”.
7.¿Y España, y concretamente Aznar? Creo que Aznar en todo este tema es uno de
los más sinceros. No tiene petróleo que defender en Iraq (pero como es lógico
pedirá su parte según cual sea el final del episodio). Y no puede desempeñar un
papel en la zona. Sin embargo, y a caballo de un hecho casual –ser ahora miembro
del Consejo de Seguridad–, ha tomado una postura muy radical proamericana. Creo
que con demasiado entusiasmo.
¿Por qué? Porque tiene un objetivo, no de ahora, sino por lo menos desde hace
dos o tres años, que se resume así: en el mundo hay una superpotencia, muy lejos
del resto (con la excepción de Gran Bretaña, que por así decir está acoplada a
Estados Unidos por la relación especial que tiene con ellos). A distancia están
dos grandes países, Francia y Alemania. Aparte queda Japón, que tiende a perder
peso y que en todo caso no está en el centro de la galaxia, y China, que puede
que pese y sea un problema, pero no antes de 20 años. O sea que por debajo de
Francia y Alemania ya hay el pelotón; ya todos somos iguales. Y creo que Aznar
cree que España, que es un país emergente, puede saltar del pelotón y dar
alcance, o acercarse seriamente, a Francia y Alemania.
¿Cómo se puede conseguir esto? No con el beneplácito de Francia. Ni hoy con el
de Alemania. Finalmente, no con el beneplácito de Europa. Y pensemos que Aznar
no es europeísta. No pertenece a la línea de pensamiento que empieza en Adenauer
y Schumann y termina en Kohl y Delors.
¿Cómo pues se puede intentar el salto? Siendo amigo y aliado preferente de
Estados Unidos.
De este planteamiento se puede pensar que es fruto de una ambición excesiva (y
no me refiero a una ambición personal). Y sobre todo se puede pensar que Aznar
–alentado quizás por Blair y Bush– ha cometido errores de cálculo. En el fondo,
los que ha cometido Bush. Se puede pensar incluso que a este planteamiento le
falta una base ética suficiente en el grado en que la guerra que propugna no
está justificada. Pero en todo caso el planteamiento es nítido. Añadamos a esto
que Aznar –como Bush y quizás Blair– es persona comprensiblemente muy sensible,
como jefe de Gobierno y como persona, al tema del terrorismo.
¿Cuál será el final de la arriesgada apuesta de Aznar? De momento las cosas no
le salen como esperaba. Pero es pronto para asegurar que al final le saldrán
mal. Depende. Depende de cuál sea el final de la historia.
Hay un punto sin embargo en el cual casi es seguro que por lo menos de momento
la posición de España va a resultar dañada. Es en la relación intraeuropea.
Quizás podrá contar con apoyos de Italia y Gran Bretaña, pero son dudosos. Y con
seguridad tropezará con la enemistad alemana y el distanciamiento francés. Bien
es cierto, sin embargo, que toda Europa va a quedar dañada, por lo menos durante
un tiempo.
8. ¿Y el Papa? ¿Es sincero el Papa? El Papa y toda la Iglesia católica y las
otras iglesias cristianas. Creo que sí, aunque es cierto que, desde siempre, en
algunos países europeos el catolicismo ha tenido un tinte algo antiamericano,
que últimamente podría haberse acentuado por razones diversas.
Pero en lo sustancial, ¿qué dice el Papa? Dice dos cosas. Que la guerra en este
caso no está justificada. Y sobre todo que no quiere guerras de religión y
concretamente que no quiere una guerra contra el islam. Los grandes del mundo
puede que hagan guerras por el petróleo o por motivos geoestratégicos o por
ansia de poder. El Papa se opone a todas ellas. Pero, sobre todo, se opone a que
en esto se mezcle la religión. Y lleva razón.
Aparte de esto, la conciencia cristiana del mundo, y sobre todo de Europa, se ha
despertado. Ha sido agradable constatarlo. Y hay un detalle de índole religiosa
digno de subrayar: lo que se ha levantado contra la guerra ha sido la conciencia
del Nuevo Testamento. No diré frente al Viejo Testamento, pero no hay duda de
que la religiosidad europea está más anclada en el Nuevo Testamento que la de
Estados Unidos. Esto no es un dato baladí.
9. ¿Son sinceros los millones de manifestantes de todos los credos políticos y
religiosos, de todos los sectores, de tantos países, a favor de la paz? En su
gran mayoría lo son. Probablemente no lo son algunos políticos. Ni algunos
grupos más contrarios al sistema político occidental que a Saddam. Y es cierto,
incluso, que en algunos sectores de la oposición española parece más fuerte el
deseo de erosionar a Aznar que la preocupación por la paz. Pero un porcentaje
altísimo de manifestantes (y muchos que no se han manifestado) están
sinceramente en contra de la guerra. Sin muchos argumentos, aparte del rechazo
puro y simple, y generoso, de una guerra cuya necesidad no comprenden.
Esto es bueno, pero, como antes decía, también en este punto pueden producirse
rupturas, desencantos, frustraciones. Habrá que recordar, por ejemplo, que la
legitimidad democrática la dan los votos, no las manifestaciones. No es popular
decir esto, pero es necesario recordar que el fundamento de la democracia es la
libertad de expresión –también en la calle–, pero finalmente lo son las
elecciones.
Me pregunto, tras todo esto, si una guerra contra Iraq y contra Saddam está
justificada. En términos éticos, creo que no. Saddam es un criminal y es un
riesgo. La lucha contra el terrorismo es necesaria y es cierto que en parte se
libra en el Oriente Medio. La mayoría de opositores a la guerra – empezando por
Francia– no hacen propuestas verosímiles ni fiables. Sin embargo, es probable
que Saddam Hussein pudiese ser contenido sin necesidad de una guerra.
A condición de mantener una fuerte presión política y sobre todo militar. ¿Es
posible mantenerla indefinidamente? Por otra parte, ¿puede Estados Unidos
retirar sus 250.000 soldados sin más? Quizás podría continuar esta presión a
base de no diré 250.000 soldados, pero sí 100.000 o 150.000 con contingentes
importantes de EE.UU., Gran Bretaña, España, Italia, Australia, etcétera. Y de
Francia y Alemania, que no podrían negarse. En todo caso, serían necesarios un
despliegue y una actitud que no permitiesen a Saddam creer que es impune.
Podría intentarse una solución de este tipo. Porque realmente, en estricto
sentido ético, no está nada claro que la guerra contra Iraq esté justificada.
Estados Unidos, visto que su primera idea de aceptación por así decirlo fácil de
su plan ha fracasado, ¿podría intentar esta solución? Si no es así, pase lo que
pase el estropicio, como decía, va a ser grande. Y grande también la crisis
moral.
Dos últimas anotaciones para terminar:
1. Personalmente ya he dicho que soy contrario a la guerra. Por razones éticas,
más que políticas. Pero debo advertir de que intuyo –y en algún caso me consta–
que, en el estado actual de cosas, más de un político que dice estar contra la
guerra –en Madrid, en Bruselas, en París y en Berlín– está deseando que de una
vez haya guerra. Que sea corta, con el mínimo posible de bajas. Que rápidamente
se restañen las heridas entre los occidentales, y en las Naciones Unidas. Que se
proceda rápidamente a la reconstrucción. Que se organice bien todo el Oriente
Medio, que se ponga firmes a Arabia Saudí. Que se haga un esfuerzo serio de
aproximación europeo y estadounidense a los países árabes (y yo me atrevería a
pedir que se tenga en cuenta a los kurdos, aunque sea sin modificar fronteras).
Y, sobre todo, que claramente se vea que se va a la resolución del conflicto
entre palestinos e israelíes.
2. Pase lo que pase, con guerra o sin ella, es verdad que hay que recomponer
Oriente Medio. Y es verdad que la posición del régimen iraquí lo dificulta. En
cualquier caso, hay que resituar a Arabia Saudí, hay que favorecer la evolución
democrática de Irán y sobre todo –sobre todo– hay que resolver el conflicto de
Israel y los palestinos. Ahí radica una gran y grave responsabilidad de Estados
Unidos. Responsabilidad de pasado, porque no lo supieron o no lo quisieron o no
lo pudieron resolver entre 1991 y 1999. Y responsabilidad de futuro. No sé si
alguien será capaz de resolver este problema, pero si alguien lo soluciona no
será ni Francia ni Alemania, ni Europa en general. Ni los rusos. Ni judíos y
árabes solos. Sí puede lograrlo –y con dificultades– Estados Unidos. Con
dificultades, pero es su gran responsabilidad.
J. PUJOL, president de la Generalitat de Catalunya