BLAIR, ARQUITECTO DE UN PUENTE IMPOSIBLE

  Artículo de RAFAEL RAMOS ,Londres. Corresponsal.  en “La Vanguardia” del 30.04.2003



Ni un arquitecto como Norman Foster es capaz de construir el gigantesco puente colgante entre Washington y París que pretende Blair. Estados Unidos y Europa, en la fábrica de sueños de Downing Street, son socios que comparten los mismos ideales y una idéntica visión del mundo, y se enfrentan de la mano a las amenazas de la “cuarta guerra mundial”: Bin Laden, Al Qaeda, futuros Saddams, el terrorismo... Blair despierta del sueño cuando suena el despertador y su secretario le comunica que tiene a Chirac o a Bush al aparato. Entonces toma un desayuno de “realpolitik” y opta por el pragmatismo: ya que tenemos que ser amigos y Washington no acepta ningún compromiso, la única alternativa es que Europa ceda a las demandas de los “neocons” (neoconservadores) americanos. “La pretensión de crear un polo de poder europeo opuesto al de EE.UU. sería un desastre; es legítimo y posible que Europa sea más influyente y poderosa, pero del lado de la Casa Blanca, no como un competidor”, dijo Blair antes de entrevistarse ayer en Moscú con Vladimir Putin, dentro del tiovivo de gestiones para ahogar los truenos que siguen retumbando en el horizonte diplomático.

Gran Bretaña, por su historia y su condición de isla en el Atlántico, está condenada a buscar una política exterior de triangulación y equilibrio entre EE.UU. y Europa. Pero es un papel muy complicado en la actual versión de la obra, porque Bush y los “halcones” consideran que no hay otro “mandamiento global” que los intereses de Washington, y porque Europa está cambiando muy de prisa conforme se acerca la ampliación al Este, y la propia autoridad del eje París-Barlín se encuentra en entredicho. Blair está descolocado por la intransigencia de Bush y el papel marginal de Londres en el proyecto europeo, más aún ahora que la aventura en Iraq ha matado cualquier posibilidad de un referéndum para la adopción del euro en la actual legislatura. Así quedó de manifiesto en la reunión de ayer en Bruselas para hablar de la defensa europea: el Reino Unido es la mayor potencia militar del continente junto a Francia, pero no quiso desafiar con su presencia a Bush. Está de acuerdo con una “fuerza de acción rápida” europea, pero se niega a minar la importancia de la OTAN.

Para que su papel de intermediario tenga credibilidad, el primer ministro británico necesita concesiones de Washington, y por ello sigue aferrándose a la figura de Colin Powell, debilitada tras el fracaso de la segunda resolución de la ONU sobre Iraq. Blair confiaba en que Estados Unidos fuese magnánimo en la victoria y diese un papel “vital” a la ONU en la reconstrucción de Iraq, pero ya ha visto que no será así y que en el diccionario de Bush “vital” significa repartir mantas y medicinas, lo cual no es precisamente la idea que tienen París y Moscú, dados sus importantes intereses petrolíferos. El “proyecto americano para el siglo XXI” es la hegemonía del mundo. El “proyecto franco-ruso-alemán”, poner límites a esa hegemonía. El “proyecto Blair”, poner pieza sobre pieza de un puente que los demás se encargan de destruir.