MOVERSE EN LA FOTO

 Editorial de  “La Razón” del 04.09.2003

 

De creer a algunos dirigentes del PSOE y a determinados comunicadores, Cristina Alberdi es una agente infiltrada del PP, una «balbás» enmascarada, una dinamitera de gobiernos progresistas y no se sabe cuántas cosas más. Asombroso. Cuando aún no se han apagado los ecos de Alfonso Guerra tachando de antidemocrática la elección de Rajoy, hete aquí que la dirigencia del PSOE arremete con violencia, casi sádicamente, contra una notable socialista como es Alberdi por moverse en la foto, es decir, por arrojar la toalla en la Federación Socialista Madrileña. Un gesto que resume y culmina una actitud crítica frente a la línea oficial del partido. Mal, muy mal debe de andar el partido de Rodríguez Zapatero cuando se pretende arrojar a las tinieblas exteriores a una militante de tan brillante currículo, cuya hoja de servicios va desde su trabajo de base en los movimientos feministas hasta el Poder Judicial pasando por el Gobierno de Felipe González. Es lógico que sus críticas hayan escocido a la cúpula socialista, sobre todo las relativas a la crisis del «Prestige», a la guerra de Iraq y, cómo no, al circo de Simancas y Tamayo. Pero de eso a considerar estas críticas como un acto de traición media un abismo tan profundo como el que separa el talante democrático del dictatorial. Con Alberdi se puede y aún se debe discrepar en muchos asuntos, pero nadie pude regatearle la coherencia de sus opiniones ni la libertad de espíritu con que siempre se ha expresado. Se equivocan gravemente los dirigentes socialistas que la han anatematizado porque, al margen de que tenga o no razón, actitudes inquisitoriales como éstas alejan al PSOE del espíritu de diálogo que debe presidir su renovación. Es ridículo que por un lado denuncien supuestos «dedazos» en el PP y por otro apunten con el dedo a quien osa disentir.