LA INTELIGENCIA SAUDÍ NEGOCIA UN «PACTO DE NO AGRESIÓN» ENTRE LA CASA SAUD Y AL QAIDA
Informe de “La Razón” del 02/07/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el informe que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
El antiamericano heredero Abdalá quiere garantizarse que Ben Laden no obstaculice la sucesión
Las muertes del jefe de Al Qaida en Arabia Saudí, Abdelaziz El Mukrim y de uno del líder religioso de la organización, Abdalá Al Rachud, a manos de la seguridad saudí, forman parte de la negociación que mantienen los servicios secretos del Rey Fahd con la red de Ben Laden. Tras los atentados de las últimas semanas en el reino, el régimen de Riad ha enviado un mensaje claro al multimillonario saudí: «si se rompe el pacto de no agresión en vigor desde 2001, la Policía exterminará a tus seguidores». El antiamericano Príncipe Heredero Abdalá pretende así que Al Qaida no desestabilice la sucesión al trono.
P. Canales/E. Montánchez
Rabat/Madrid- El que fuera durante 24 años, hasta setiembre de 2001, jefe de
los servicios secretos saudíes, el Príncipe Turki El Faysal, había concluido un
«pacto de no agresión» con Al Qaida, por el cual el reino wahabita cerraba los
ojos sobre las actividades de la organización terrorista fuera de sus fronteras
a condición de que el multimillonario saudí Osama Ben Laden no interviniese en
los asuntos internos de la casa Saud. Así lo han confirmado a LA RAZÓN fuentes
de los servicios de inteligencia árabes.
El pacto, siempre según las citadas fuentes, consistía en un compromiso
secreto por el cual los seguidores de Ben Laden no se involucrarían en los
asuntos internos saudíes, en concreto, en las disputas de los diferentes clanes
de la familia real Ibn Saud de cara a la sucesión del desfalleciente rey Fahd,
ni en sus negocios extendidos por medio mundo. En contrapartida, los servicios
secretos y de seguridad no intervendrían contra los seguidores del dirigente
terrorista. El acuerdo, rubricado por el Príncipe Turki El Faysal y Osama Ben
Laden, habría permitido a este último recuperar los 200 millones de dólares de
su fortuna bloqueada en Riad.
Sin embargo, el Príncipe Turki «dimitió» de su cargo a la cabeza de los
servicios secretos saudíes, diez días antes del 11¬S. Actualmente, es el
embajador del reino wahabita en Gran Bretaña. Le sustituyó otro Príncipe, Nawaf
Ben Abdelaziz, menos proclive a depender de la CIA como su antecesor, y más
favorable a la política de marcada orientación antiamericana que sigue su
hermanastro el Príncipe Heredero Abdalá. Las relaciones entre Turki El Faysal y
Ben Laden fueron muy intensas hasta el 2001.
Turki fue el organizador junto con la CIA de los «soldados islámicos» que Ben
Laden envió a Afganistán. Su relevo al frente de los servicios secretos puso
entre paréntesis el «pacto de no agresión», que ha sido roto unilateralmente por
Ben Laden con la ofensiva terrorista dentro de Arabia Saudí, en un intento de
beneficiarse de la sucesión del Rey Fahd.
La muerte esta semana de Abdalá Mohammad Rachid Al Rachud, uno de los 26
terroristas más buscados, y considerado miembro del cuarteto de imanes¬ideólogos
de Al Qaida en Arabia Saudí, es un duro golpe a Ben Laden, y una «seria
advertencia» al líder terrorista para que mantenga el «pacto de no agresión»,
según las citadas fuentes de la inteligencia árabe.
Tras el mensaje televisado el 23 de junio del Príncipe Heredero en nombre del
Rey Fahd llamando a los muyahidines a entregarse en el plazo de un mes, el grupo
de Al Mukrin ha rechazado la oferta, considerándola «un intento desesperado para
detener el yihad en Arabia Saudí».
«El Directorio General de Inteligencia Saudí (el servicio secreto), intenta
reactivar el pacto, estiman las fuentes, que no descartan que sigan las
rendiciones de militantes de Al Qaida. Esta semana lo han hecho dos jefes de
células, Saban Al Chihri y Otman El Amri.
Estas «rendiciones» son interpretadas de dos maneras diferentes: bien que la
Al Qaida saudí haya roto amarras con Ben Laden, o que éste haya dado la «luz
verde» para recuperar su acuerdo con la casa Saud y renuncie a desestabilizar la
sucesión de Fahd, a cambio de un «botín» que le compense. La pregunta que se
hacen ahora los servicios de inteligencia árabes es, si ese «botín» tiene que
ver con la prórroga del acuerdo entre Washington y Riad para la explotación del
petróleo saudí que vence en febrero de 2005.