EL
GOBIERNO IRAQUÍ SE IMPLICA
Editorial
de “La Razón” del 13/08/2004
Por
su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo
en este sitio web. (L. B.-B.)
Con un muy breve comentario a pie de titulo:
HACIA FALTA UN GOBIERNO" (L.B.-B., 15-8-04, 21:00)
El nuevo Gobierno iraquí está desenvolviéndose sobre el filo de la
navaja, pero es un Gobierno que comienza a hacer valer su autoridad frente a la
situación de caos y descontrol existente. Y eso probablemente le llevará a adquirir
una legitimidad de ejercicio ante el país. Legitimidad complementada por el
objetivo de convocar elecciones el año próximo. Es cierto que la situación es
peligrosa en Najaf y que debería iniciarse una
política más firme con los sunnís, lo cual aumenta la
incertidumbre, pero o el Gobierno hace valer su autoridad y conduce con mano
firme el proceso hacia las elecciones o la situación empeorará.
Pero la comunidad internacional debería emplearse a fondo en
reconstruir el país. No puede ser que los fondos obtenidos a principios de año
no se hayan empleado.
La transición, para conducir a buen puerto, exige orden y
seguridad, pero también que se vea claramente una reactivación del país.
La decisión del Gobierno
provisional iraquí de respaldar institucionalmente la ofensiva norteamericana
contra las milicias del clérigo rebelde Al Sader va a
suponer, sin duda, un cambio importante en la percepción internacional del
conflicto de Iraq. Ya no se trata de las fuerzas de ocupación, actuando en
solitario y bajo mando de un general extranjero, sino de una operación
conjunta, a petición de la autoridad local reconocida, y contra unos ciudadanos
iraquíes a quienes se considera fuera de la ley.
La trascendencia de estos hechos para el futuro de Iraq no
puede desdeñarse. El Ejército de Estados Unidos, con la colaboración simbólica
de dos millares de soldados y policías iraquíes, se está empeñando en el
combate con su contundencia habitual, pero, en esta ocasión, con el aval
político que le dan las inequívocas declaraciones del primer ministro interino,
Iyad Alaui, quien ha declarado como rebeldes a los
seguidores del líder extremista chií. La batalla no se limita a la ciudad de Nayaf, donde resisten los milicianos y se busca activamente
a Al Sader, sino que se ha extendido a otras ciudades
sureñas de mayoría chií, que se encontraban bajo la influencia de las milicias,
como Kut y Diwaniya. La
ofensiva de los marines, con apoyo de carros de combate pesados, artillería y
aviación, ha logrado arrinconar en el mausoleo del imán Ali,
uno de los máximos referentes de esta rama del islam, a varios centenares de
milicianos que, al cierre de esta edición, se negaban a rendirse pese a las
demandas de varios representantes del Gobierno interino.
La cuestión que se plantea es si el primer ministro Alaui conseguirá mantener su política de firmeza o, por el
contrario, tendrá que ceder a la inevitable reacción de protesta de una parte
de la población que no considera que las fuerzas estadounidenses estén
legitimadas para llevar a cabo operación alguna en el país. El vicegobernador
de Nayaf ha dimitido y, asimismo, se han escuchado
opiniones divergentes en el seno del propio Gobierno interino. Mucho va a
depender del número de bajas que produzcan los enfrentamientos, del cuidado que
pongan los soldados estadounidenses en evitar «daños colaterales» y del trato
correcto a la población civil y a los prisioneros.
De momento, la situación parece favorable a Alaui. La mayoría chií no ha respaldado las manifestaciones
convocadas por los partidarios de Al Sader y su
principal dirigente, Sistani, se ha limitado a pedir desde Londres respeto para
los lugares santos. Habrá que seguir la evolución de los acontecimientos, pero
todo indica que la pervivencia de un «estado de hecho» como el que había organizado
el clérigo rebelde tiene los días contados.