¿VOLVERÁN LAS TROPAS A IRAQ?
Editorial de “La Razón” del 05/10/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
Es posible que el Gobierno socialista de José
Luis Rodríguez Zapatero puede encontrarse ante la necesidad de enviar tropas
españolas a Iraq, para colaborar en la seguridad del proceso electoral. La
puerta a esta decisión fue ayer entreabierta por el ministro de Defensa, José
Bono, quien condicionó la medida al hecho de que «lo pida la ONU y lo apruebe el
Congreso de los Diputados». Lo que es tanto como decir que si el Consejo de
Seguridad solicta a los estados que auxilien con tropas en el proceso electoral
iraquí, España escuchará la voz de la ONU.
El ministro ha encontrado sin duda un lógico paralelismo entre la misión que
hoy llevan a cabo nuestros soldados en Afganistán, como protectores de una
jornada electoral decisiva para la pacificación y reconstrucción del país, y la
convocatoria de elecciones libres en Iraq, auspiciada por la propia ONU tras el
derrocamiento de Sadam Husein y la toma de posesión del nuevo gobierno iraquí
del primer ministro Alaui. Con estas condiciones es muy posible que el Ejecutivo
se vea ante la decisión de implicarse nuevamente en el escenario iraquí, pues la
ONU no tardará en pedir más apoyos para que la primera jornada de elecciones
libres pueda celebrarse con un mínimo de seguridad. Así lo ha hecho la
organización internacional en el caso de Afganistán, y lo hará en el de Iraq,
donde los terroristas de Al Qaida y los resistentes partidarios de Sadam han
incrementado sus atentados y ataques contra las fuerzas internacionales a medida
que se aproxima la convocatoria electoral.
Todo indica que el Ejecutivo socialista puede verse abocado a ejecutar la
enésima rectificación, en un nuevo ejemplo de la particular forma de acción del
Gobierno de Zapatero ciertamente desconcertante. Porque no es éste el único
contrasentido que se produce en el asunto de Iraq: tras retirar primero las
tropas en una medida claramente electoralista, sin haber esperado a una votación
en la ONU que luego resultó favorable a la permanencia y legalizó de hecho la
ocupación temporal, el Gobierno votó luego en la mesa del Consejo de Seguridad
una resolución para pedir a la comunidad internacional un esfuerzo adicional y
el envío de más soldados. A pesar de ello, el propio Rodríguez Zapatero no apoyó
a la ONU, se negó a enviar a nuestros soldados y, por si hubiera quedado poco
clara su intención, animó desde Túnez a todos los países para que sacaran a sus
soldados de allí. Y todo para que, ahora, se nos diga por medio del Ministerio
de Defensa que existe la posibilidad de rectificar y decir sí («cuando la ONU lo
pida») donde antes se dijo todo lo contrario, ignorando conscientemente lo que
votó el Consejo de Seguridad.
O bien nos encontramos ante otro globo sonda destinado a comprobar qué
posibilidades tiene el Gobierno de cambiar de opinión, o bien estamos ante el
anuncio de una seria rectificación en la confusa política exterior española, lo
que sería de agradecer y facilitaría la recuperación de nuestra imagen en el
mundo como país serio y cumplidor de sus compromisos, coherente con la presencia
de nuestro Ejército en Afganistán.