¿ DE QUÉ ESTAMOS DISCUTIENDO?
Artículo de
Nicolás Redondo Terreros,
en ABC, 3/3/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
No
seamos ingenuos, el verdadero debate es sobre el papel que jugarán los
nacionalistas una vez que ETA sea derrotada. La Declaración de Estella, el Plan
Ibarretxe, los Acuerdos de Barcelona... están disputándose un papel de igual o
mayor influencia en el futuro de nuestro país. Temen que su influencia política
disminuya con la derrota de ETA, y se revuelven.
En Cuenca, la fría madrugada del domingo, la Guardia Civil
detiene a dos terroristas que llevaban explosivos para destrozar medio Madrid.
La declaración del Ministro del Interior, señor Acebes, sobre el estado de ánimo
del secretario general de ERC provocó, no sin razones, una agria discusión.
Son antecedentes de este debate, la reunión que el dirigente
independentista catalán mantuvo en la localidad francesa de Perpiñán con Antza y
Ternera, significados dirigentes de ETA, así como la posterior tregua declarada
por la banda terrorista para Cataluña, y la convocatoria de una confusa y
confundida concentración que consiguió reunir a unos 5.000 catalanes y al
presidente del Parlamento vasco, señor Atutxa, corajudo defensor de los derechos
de los batasunos en el legislativo
autonómico.
Todos estos acontecimientos, han ido precedidos de los tópicos
comentarios al uso que hacen referencia a la necesidad de «no utilizar el
terrorismo electoralmente», de «no dejar la agenda política a ETA», de «no dar
protagonismo a los terroristas nacionalistas». Sin embargo, creo que la campaña
electoral es un tiempo oportuno para hablar seria y profundamente del terrorismo
etarra, de la situación en la que se encuentra, de la importancia del «Pacto por
las Libertades», que nos ha conducido a la situación actual y del papel que
jugarán en el futuro los nacionalistas. Venimos hablando, por motivos diversos y
suficientes, de Irak, de Europa o de la catástrofe del Prestige. ¡Cómo no
discutir entonces sobre ETA!
Ahora bien, hagámoslo inteligentemente, separemos lo que nos une de lo que nos
diferencia, defendamos lo que nos aleja de los demás, para que los ciudadanos
puedan decidir, porque no todos pensamos igual respecto de ETA.
Todo el arco parlamentario, absolutamente todos los partidos,
desde los nacionalistas hasta los nacionales, pasando por los de izquierdas y
los de derechas, han mostrado su rechazo ante los asesinatos, los secuestros y
las extorsiones de la banda etarra. Nos une a todos el rechazo a ETA.
Ahora bien, unos creemos que sólo la vía policial, la judicial,
el acuerdo entre los grandes partidos y la reacción social acabarán con ETA y
otros, por suerte cada vez menos, creen que el final de las acciones terroristas
sólo se logrará pagando un precio político o, en el mejor de los casos, dando la
razón a la banda.
Sí,
en la campaña electoral deberá discutirse sobre todo con seriedad y serenidad.
Los ciudadanos tienen derecho a conocer los planteamientos de las diferentes
formaciones políticas democráticas acerca del final de ETA. Deben saber que el
PNV le ha ofrecido a la organización armada un pacto, como ya lo hizo
anteriormente en Estella, donde llegó a un compromiso que como supimos después
marginaba a los no nacionalistas.
Tienen derecho a saber por qué Esquerra Republicana de Cataluña, con
Carod-Rovira a la cabeza, fue a Perpiñán, ya que no fue para hablar de las
vicisitudes futbolísticas del Barcelona o de la Real Sociedad, sino a dialogar y
pactar con la banda terrorista.
Tanto el partido de Imaz como el de Carod, y también Izquierda
Unida, se han opuesto a todas las medidas legislativas en materia antiterrorista
tomadas por el Gobierno con el apoyo del PSOE y el PP. Hoy, la banda terrorista
está debilitada, pero para ello antes fue preciso cercarla económicamente,
legislar sin complejos contra la kale-borroka e ilegalizar a Batasuna.
Cada una de estas medidas, fue precedida de impedimentos y
boicots por parte de los nacionalistas, porque ellos ven y desean el final de
los terroristas, a cambio de espléndidas y onerosas concesiones a realizar por
el «malvado y opresor Estado español».
Las
medidas consensuadas entre las grandes formaciones políticas nacionales, estaban
amparadas por el «Pacto por las Libertades», en su momento brillantemente
propuesto por José Luis Rodríguez Zapatero, como nos recuerda con inteligente
perseverancia Alfredo Pérez Rubalcaba. Y ahora que vamos
ganando, en aras al consenso, se nos propone el cambio, la
modificación, la cirugía del acuerdo.
Creo que muchos impulsores de este consenso, seguro que no todos, quieren llevar el acuerdo PP-PSOE al debilitamiento, al vaciamiento de la eficacia política del mismo, porque si no sería suficiente y bienvenido que lo suscribieran tal y como se firmó. Pero no seamos ingenuos, detrás se oculta el verdadero debate: el papel que jugarán los nacionalistas una vez que ETA sea derrotada.
La Declaración de Estella, el Plan Ibarretxe, los Acuerdos de
Barcelona, la reubicación de los nacionalistas catalanes, especialmente de los
más dinámicos y radicales, enmarcados en la Esquerra Republicana de
Carod-Rovira, están disputándose un papel de igual o mayor influencia en el
futuro de nuestro país. Temen que su influencia política disminuya con la
derrota de ETA y se revuelven, parece lógico.
Lo
que no es tan coherente es que se nos oculte ese debate tan importante para
España por medio de otros subterfugios. De este asunto, probablemente, debatan
los partidos políticos durante la campaña electoral. Desde luego, también lo
haremos después del 14 de marzo.