CONSENSO POR EUROPA

 

 

  Artículo de MIQUEL ROCA I JUNYENT  en “La Vanguardia” del 6-5-03

 

Hace cincuenta años, siendo primer ministro Mendes France, Francia arruinó la posibilidad de construir una comunidad europea de defensa, pilar básico del proyecto político de una unión europea. Hoy, Francia vuelve a las andadas y, con Alemania, se propone constituir una fuerza militar conjunta con este país y Bélgica y Luxemburgo, al margen del proyecto de defensa de la Unión Europea.

Si la propuesta francesa es, simplemente, una invitación a la Unión para tomarse en serio la política de defensa común, bienvenida sea la iniciativa. Si ésta sólo quiere ser un acuerdo parcial que compromete exclusivamente a sus promotores, Francia ha hecho un flaco servicio a la Unión Europea. El pobre Javier Solana ya no debe de saber a qué atenerse: es un ministro de Defensa sin ejército y algunos miembros de la Unión ¡se ponen de acuerdo para constituir una fuerza militar conjunta al margen de aquélla!

Europa no encuentra el camino y a veces da la sensación de que ni siquiera lo busca. Durante unas semanas, con ocasión de la guerra de Iraq, Francia y Alemania han aparecido como líderes de la paz; hoy son los adelantados de una fuerza militar que tiene como finalidad la de poner coto al unilateralismo norteamericano. Es una estrategia al servicio del multilateralismo, pero de inequívoco signo militar. No a Estados Unidos, no a la OTAN, sí a la respuesta militar propia, incluso al margen de Europa, para poder actuar en los conflictos internacionales.

¡No más guerras sin mí! Ésta parece ser ahora la estrategia francesa. La paz era el refugio de la impotencia; pero superada ésta, Francia quiere ser una fuerza militar capaz de intervenir en el mundo. Lo mismo que hizo en Costa de Marfil, pero en otros conflictos de mayor envergadura. Al final, el multilateralismo –en versión francesa– sería repartirse el mundo en función de la dimensión del conflicto entre los países con capacidad de actuación militar. Y en este reparto, Francia quiere estar presente. Sí, pues, a la paz, pero una paz armada.

Estados Unidos debe de ver la iniciativa francesa con cierta simpatía. Manifestará su disconformidad, pero en el fondo estará contento de ver que su peculiar manera de entender la paz en el mundo es también compartida por Francia. Ciertamente, la OTAN deberá depurarse, pero para muchos países europeos ésta sigue siendo su opción mucho más que la iniciativa de Francia.

¿Cómo quedará después de todo esto la política común de defensa de la Unión Europea? ¿Qué papel va a desempeñar España? Son preguntas que afectan a nuestro futuro y que Francia no puede responder por nosotros. ¿Podríamos hacerlo, en este caso, a partir del consenso?