LA CENTRALIDAD

 

 Artículo de MIQUEL ROCA I JUNYENT  en “La Vanguardia” del  29/06/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)


Todos los analistas coinciden en que ocupar la centralidad política de un país es el requisito que conduce a gobernarlo o, en su defecto, a constituirse en la alternativa capaz de conseguirlo. Al margen de la centralidad sólo hay espacio para las posiciones testimoniales, siempre necesarias e incluso, a veces, influyentes. Pero una fuerza política que pretenda definirse como hegemónica busca desarrollar su proyecto desde la centralidad política.

Éste es, por lógica, un tema opinable. Pero resultaría difícil discutir que, en Catalunya, esta centralidad política se encuentra alrededor de unas coordenadas muy precisas.

En primer lugar, la de su catalanidad: se trata de un compromiso con la defensa de la identidad nacional de Catalunya. Un compromiso que se vive desde la autonomía de una fuerza política propia, ni condicionada ni limitada por una descartada integración en una organización de ámbito estatal. Un compromiso que encuentra en la historia del catalanismo político un patrimonio que se pretende continuar, en una línea de fidelidad a lo que han sido sus distintas expresiones hegemónicas. Un catalanismo integrador, consciente de la necesidad de dirigirse a todos los segmentos sociales del país, por encima de su origen y condición. Y, por ello, un catalanismo de progreso y de cohesión social, capaz de recoger en su proyecto las aspiraciones de toda la gente, en un esfuerzo de síntesis y de equilibrio que traduzca su objetivo nacional en un programa de concretas y constantes mejoras para la modernización y cohesión del país.

Una fuerza comprometida con la gobernación de España. Una fuerza que desde su identidad ni rehúye ni rechaza la participación en la vida política española, al servicio de su progreso y de su libertad. Porque sólo así la España políticamente fuerte y socialmente justa puede comprender y aceptar su propia realidad plurinacional. Corresponde al catalanismo político liderar este proyecto, en beneficio propio y también para el conjunto de nacionalidades y regiones que integran España.

Una fuerza comprometida con la europeidad, desde Catalunya, pero, sobre todo, desde la Europa compleja y heterogénea. Una Europa que, por su pluralidad, ofrece un marco más adecuado para el desarrollo de los estados también complejos como lo es España. Un proyecto así defendido sin ambages ni rodeos, tampoco con equívocos, nunca confusamente y siempre sinceramente, y con transparencia, dará la centralidad política de Catalunya a quien lo asuma. Así ha sido –hasta ahora– a lo largo de la historia.