LA HIPÁLAGE

 

 Artículo de SANTIAGO GONZÁLEZ en “El Correo” del 24/02/2004

 

Este es un país de poetas, mi señor Zapatero. En cada portavoz y en cada articulista hay un virtuoso en el manejo de la hipálage, figura que consiste en atribuir a una palabra un adjetivo o complemento que corresponde a otra palabra de la misma frase. Miguel Hernández acuñó una espléndida al escribir «se pondrá el tiempo amarillo sobre mi fotografía». Es evidente que no es el tiempo lo que amarillea, sino la fotografía.

En distinto tono, ritmo y armonía, se han manifestado docenas de portavoces para escandalizarse de que ETA, con un comunicado, haya podido crear tanto revuelo en el panorama político nacional.

No es el tiempo amarillo, ni es el comunicado de ETA lo que ha alborotado la campaña, estimado ZP, sino la felonía de un gobernante indigno, presidente de la Generalitat en funciones, que fue a negociar con ETA a espaldas de Maragall. Por segunda vez ha declarado usted cerrada la crisis Carod (CC) y ha mostrado su satisfacción por ello, tras el extravagante cumplimiento de sus órdenes por parte del Honorable President (que no HP, ojo). En realidad, las cumplió doblemente. Usted dijo que la crisis había de tener «consecuencias políticas», bien en ERC, bien en el Govern. Las ha tenido en los dos. El partido-piña de Carod-Membrillo ha recuperado todas las competencias de la 'conselleria en cap' con el añadido de Presidencia que antes no tenía, la 'torna' que daban los panaderos catalanes para completar el peso de la pieza.

El error Maragall ha sido poner en manos de un sujeto tan desaprensivo como Josep Lluís P. Carod tanta capacidad desestabilizadora y no haber roto el pacto después de lo visto. ¿Habrá un tercer, cuarto y quinto cierre de la crisis? Es muy probable. Basta que ETA decida 'visualizar' la tregua catalana con el asesinato de un español corriente o que haga públicas las conversaciones de Ternera y Antza con la expedición Carod o vaya usted a saber.

No se ha bajado usted de la hipálage desde la crisis de la Asamblea de Madrid, al señalar lo que no toca y con esta actitud, ni gana votos, ni nos aclara el panorama. ¿No comprende ahora, mi admirado ZP, que el aforismo «Parlant la gent s'entén» que Carod ha llevado a lema de campaña y que han hecho suyo Maragall y algunos compañeros vascos, no solo es banal, sino falso y mixtificador, como ha demostrado la conversación de Carod en Perpiñán? Depende de qué se hable, de cómo y de con quién. Ahora, ante este lío, hemos tenido que recurrir al argumento de que ETA miente, otra hipálage. ¿Por qué habría de mentir (o decir la verdad), cuando ha hecho del asesinato su más brutal expresión de sinceridad? ¿No comprende, mi señor, lo irrelevante que resultaría la denuncia de que Jack el Destripador se mordía las uñas?