Y EN ESTAS APARECIÓ BONO

 

  Artículo de JUSTINO SINOVA en “El Mundo” del 07.07.2003


Por si a Rodríguez Zapatero le faltara poco, surgió de pronto José Bono. El presidente de Castilla La Mancha organizó para su toma de posesión un acto de significación larga que no podía ser más que premeditado. Con los ecos del crispado debate del estado de la Nación aún en el ambiente, Bono escenificó el reverso del espectáculo, es decir, el consenso. Invitó al vicepresidente Mariano Rajoy, que es uno de los posibles contrincantes de Zapatero en las próximas elecciones, y pidió una pacificación de las relaciones Gobierno-oposición (aspecto poco destacado por los medios), con lo que todos pudieron entender qu,e si hubiera sido Bono el competidor de José María Aznar, no habría planteado una confrontación a muerte como hizo Zapatero. Allí estaban Rajoy y Bono, dos moderados, dos astutos, dos sutiles, dos pícaros, con la compañía de Ruiz Gallardón y ante Zapatero, a quien debió de producirle dolor de estómago la función salvo que se halle anestesiado ya por los problemas internos que le aquejan, y Simancas, el causante del último conflicto. A lo mejor en unos meses tenemos que rememorar al detalle esta puesta en escena de Toledo en una tarde de julio.

Bono no ha sido el contrincante de Aznar por culpa de los tamayos.Bono fue la primera víctima de Tamayo y su gente, pues contaba con ellos para alzarse con la victoria en las elecciones del Partido Socialista y los perdió la víspera, cuando decidieron entregar su apoyo a Zapatero. Por eso fue que Bono acariciaba la victoria y que Zapatero le derrotara por nueve votos nada más en medio de la sorpresa general. Bono negará siempre alegrarse de las desgracias que ahora reparten sus traidores, pero es evidente que le están pasando factura a Zapatero y amenazan con hacerle la vida imposible, además de impedirle a Simancas conquistar la presidencia de Madrid, como es evidente que tras Zapatero sigue estando Bono con su mano izquierda, su moderación, su suavidad, su circunspección, su listeza y su paciencia.

Cuando se habla de los problemas que acorralan a Zapatero -los proyectos de Maragall para Cataluña, la indocilidad de Olorza en San Sebastián, los pactos desorganizados en tantas partes, las carencias de su equipo, los conflictos de Simancas, la vigilancia de los barones - no se repara en la presencia de Bono entre bambalinas.Bono negará que esté ahí con intención. Bien, vale. Pero sólo a un político que piensa en el futuro, sólo a un político tan sagaz se le ocurre mentar el consenso y el sosiego un día después de que su jefe político haya echado un pulso temerario y lo haya perdido.