UNA RUTA EUROPEA HACIA LA SEGURIDAD

 

  Artículo de JAVIER SOLANA  en  “El País” del 12.12.2003

 

Javier Solana es Alto Representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad Común.

Por primera vez, Europa posee su propia Estrategia de Seguridad. Cuando los jefes de Estado y de Gobierno de la UE adopten hoy, 12 de diciembre, la estrategia estarán confirmando una visión europea del mundo específica y coherente. La asunción de la estrategia es significativa por diversas razones. Para empezar, señala la primera vez que Europa ha definido con palabras propias cuáles son las amenazas contra su seguridad. La identificación común de las amenazas será la base para la futura acción común. En segundo lugar, confirma que existe un amplio consenso europeo sobre la forma en que debemos responder a estas amenazas: garantizando un multilateralismo efectivo, construyendo relaciones de vecindad estables y actuando rápidamente para resolver las causas del conflicto. En tercer lugar, compromete a la UE a convertirse en un actor planetario más activo, capaz y coherente. Para cumplir ese papel será indispensable colaborar con socios, sobre todo a través de la irreemplazable relación transatlántica.

El argumento a favor de elaborar una definición de seguridad europea es irrebatible. Una Unión de 25 Estados, con una población de más de 450 millones, que equivale a la cuarta parte de la economía mundial, tiene una función importante que desempeñar en el mundo. Para desempeñar dicha función de manera coherente y eficaz, debe empezar por acordar una definición común de los retos y las amenazas y cuáles son los objetivos estratégicos y las formas adecuadas de abordarlos. Nuestros valores e intereses, nuestra historia y nuestra geografía hacen que Europa deba asumir su parte de responsabilidad en la seguridad global. Como la seguridad de nuestros ciudadanos está en juego, Europa se centrará primero en las amenazas que la atañen directamente. Tres de ellas resultan apremiantes. El terrorismo ha incluido a nuestros países entre sus objetivos y ya ha atacado a algunos de ellos. La delincuencia organizada internacional es un peligro pernicioso y desestabilizador y una afrenta contra nuestros valores. Los conflictos regionales siguen furiosamente activos y, como en el caso de Oriente Próximo, su cercanía amenaza la estabilidad de nuestros vecinos.

Dado que Europa es un actor global en un mundo cada vez más globalizado, tiene que poder disponer de los medios necesarios para enfrentarse a amenazas distantes. Las amenazas nucleares en Asia y la proliferación en Oriente Próximo son verdaderas causas de preocupación, y más aún si tenemos en cuenta que las organizaciones terroristas están dispuestas a usar una violencia ilimitada para causar enormes bajas. A partir de ahora, los aspectos interno y externo de la seguridad están esencialmente unidos. Una sola cifra puede ayudarnos a comprenderlo: el 90% de la heroína vendida en Europa entra por los Balcanes, procedente de las adormideras cultivadas en Afganistán. Por consiguiente, nuestra primera línea de defensa tendrá a veces que situarse en lugares lejanos. De hecho, ésta es una de las razones que explican por qué Europa da los pasos necesarios para desplegar sus fuerzas en Afganistán o, por ejemplo, en los Balcanes.

La Estrategia de Seguridad Europea comprende un segundo elemento importante: las formas en que Europa puede contribuir adecuadamente a construir un mundo más unido, seguro y justo. Un mundo más unido sólo se puede conseguir mediante un multilateralismo efectivo. Ningún país puede enfrentarse por sí solo a los complejos problemas de hoy día. La cooperación internacional es una necesidad. Por eso, el desarrollo de una comunidad internacional más fuerte, de instituciones internacionales que funcionen bien y de un orden internacional basado en la ley siguen estando entre los principales objetivos estratégicos de la Unión Europea: el fortalecimiento de la Organización de Naciones Unidas es una prioridad europea. En consecuencia, y porque estamos relacionados con todas las partes del mundo, Europa deberá seguir esforzándose en establecer unas relaciones más estrechas con Rusia, y de hecho con todos aquellos que comparten nuestros objetivos y valores y están dispuestos a actuar en ayuda de África, Latinoamérica y Asia.

Aspiramos a un mundo más unido, pero también más seguro. Debemos, por consiguiente, ser capaces de establecer un compromiso preventivo; de actuar decisivamente antes de que los acontecimientos se nos vayan de las manos. En línea con su estrategia global, Europa deberá ser capaz de aplicar todo el espectro de sus instrumentos políticos y económicos, así como los de sus Estados miembros, para lanzar iniciativas diplomáticas, dirigir operaciones civiles, policiales o militares, antes de que los países que nos rodean se deterioren, antes de que surjan emergencias humanitarias o cuando se detecten signos de proliferación. El planteamiento europeo respecto a las ambiciones nucleares de Irán demuestra la validez de esta estrategia. Aspiramos también a un mundo más justo. Ninguna de las nuevas amenazas es puramente militar, y ninguna se puede abordar por medios puramente militares. Esto ilustra el planteamiento europeo. Por consiguiente, a veces la mejor forma de enfrentarse a situaciones difíciles implicará la solución de problemas anteriores como ayudar a resolver un conflicto regional; otras, implicará abordar de raíz los problemas que puedan alimentar las amenazas que hemos detectado. El luchar contra la pobreza extrema y contra las pandemias en los países en vías de desarrollo; el prevenir una competencia peligrosa por los recursos naturales o energéticos, y el contribuir a una mejor distribución de los beneficios de la globalización constituyen, entre otros, verdaderos retos de seguridad para Europa.

Finalmente, permítanme subrayar la naturaleza esencial de nuestra relación con Estados Unidos. La Estrategia Europea de Seguridad confirma nuestra opinión de que la relación transatlántica es irreemplazable. Actuando juntos, la Unión Europea y Estados Unidos pueden constituir una formidable fuerza beneficiosa en el mundo. La razón es fácil de comprender. Europa es el único socio global de que dispone Estados Unidos, y viceversa. Ninguno de los problemas clave a los que se enfrentan Europa y Estados Unidos se pueden abordar sin el respaldo y el compromiso mutuo. En la mayoría de los casos, esos problemas afectan a ambos la-dos del Atlántico. Europa no está más protegida del terrorismo que Estados Unidos. De hecho, y desafortunadamente, Europa ha sido testigo de una historia más larga de terrorismo. En este contexto, es más esencial que nunca que se sigan promoviendo la cooperación y la ayuda mutua. Además, la coordinación de nuestros esfuerzos es esencial para contrarrestar la proliferación de armas de destrucción masiva. Acercar más nuestros esfuerzos sigue siendo crucial para resolver conflictos regionales. No hace mucho, la situación de los Balcanes nos ha dado la prueba. Hoy, y ciertamente en el futuro, será clave para establecer la paz en Oriente Próximo, sin la cual las oportunidades de encontrar una solución a los demás problemas de la región son prácticamente nulas.

De lo aquí dicho se pueden sacar dos conclusiones. En primer lugar, que nuestra asociación será más eficaz cuanto más equilibrada sea. Una mayor capacidad europea debería permitir una mayor acción conjunta. Y en segundo lugar que, debido a su naturaleza global, la relación transatlántica va más allá de la relación UE-OTAN, por muy crucial que ésta sea. La estrategia de seguridad refleja todo aquello que la Unión Europea significa. No somos un Estado, ni una organización militar. Somos un actor global que, basándose en un proyecto político y económico, reúne los instrumentos civiles y militares que nos permitirán intervenir activamente en la gestión de las crisis. Por todas estas razones, la Estrategia de Seguridad Europea señala una evolución crucial para Europa. Estoy seguro de que los europeos, así como nuestros socios, podremos beneficiarnos de ella de forma que, juntos, podamos construir un mundo mejor.