TREGUA DE NAVIDAD

Artículo de PATXO UNZUETA en "El País" del 12-12-02

El folleto sobre la propuesta soberanista de Ibarretxe distribuido por el Gobierno vasco termina con esta frase: "Entre todos podemos encontrar un camino de solución". ¿A qué problema? Según aclaró en su día el lehendakari, el objetivo primero de su propuesta era "erradicar la violencia de ETA", pero los diez puntos que plantea el folleto corresponden a otras tantas reivindicaciones nacionalistas: poder judicial autónomo, derecho de consulta, relaciones con Navarra, gestión de la Seguridad Social, presencia en la UE... El mensaje implícito es que dando satisfacción a esas aspiraciones se resuelve el conflicto político, lo que abriría paso a una convivencia en paz.

Sin embargo, esa convivencia sin violencia depende de ETA, y su comunicado del 1 de diciembre deja claro que considera el plan de Ibarretxe una "apuesta por la prolongación de la guerra". Por otra parte, el mismo día, ante la tumba de Sabino Arana, su sucesor al frente del PNV, Xabier Arzalluz, declaraba que el plan de Ibarretxe "no es nada del otro jueves" y que, por supuesto, "no agota las aspiraciones" de su partido. Se trata, entonces, de un peldaño de una escalera que va desplegándose a medida que ve satisfechas sus aspiraciones y que sólo deja de alargarse cuando alcanza la independencia.

Pero si no trae la paz y tampoco garantiza la inserción del nacionalismo en la normalidad constitucional, ¿para qué sirve el Plan? Sirve para que los nacionalistas sigan gobernando: saben que de no ser por los 80.000 votos provenientes de Batasuna, PP y PSOE (que quedaron a 24.000 votos de PNV-EA) les habrían ganado las elecciones del 13-M; y que para mantenerse en el poder necesitan un programa soberanista, en la onda de Lizarra, que garantice esos votos radicales, aunque ya no sirva para conseguir una tregua. Pero entonces, ¿por qué iban a respaldar el plan de Ibarretxe quienes no comparten la fe nacionalista?

El panfleto buzoneado estos días por el Gobierno vasco ni se plantea la cuestión: no considera necesario ofrecer incentivo alguno a esa otra mitad de la población cuyo respaldo sería en principio necesario para que salga adelante el plan de Ibarretxe. En un mitin celebrado también el 1 de diciembre, el antiguo portavoz parlamentario del PNV Emilio Guevara, expulsado de ese partido por sus críticas a Arzalluz, llamaba a evitar que Euskadi se convierta "en una nación de patriotas impositivos y excluyentes", y sostenía que para ello no había otra solución que derrotar en las urnas al soberanismo. Guevara recordó que su desengaño se inició el día que vió a sus compañeros de partido convertir la manifestación que siguió al asesinato del socialista Fernando Buesa en un acto de homenaje a Ibarretxe.

Ese antecedente puede esgrimirse contra la participación de las fuerzas no nacionalistas en la manifestación convocada para el día 22 por Ibarretxe bajo el lema "ETA kanpora/ETA fuera". Sin embargo, la prioridad de la lucha contra ETA que defienden los firmantes del Pacto Antiterrorista implica supeditar otras consideraciones al objetivo de agrupar el máximo de ciudadanos opuestos al terrorismo. Por supuesto que, si pueden, los soberanistas intentarán convertir la manifestación en un apoyo al plan de Ibarretxe; pero lo tendrán más fácil si van solos que si los autonomistas participan. La manifestación reciente de ¡Basta ya! en San Sebastián acreditó una capacidad de movilización comparable a la de los nacionalistas. ¿No ha llegado la hora de hacer pesar esa capacidad dentro de una movilización unitaria?

La estrategia desplegada por la dirección nacionalista desde Lizarra ha impedido que se evidencie que la inmensa mayoría de los vascos rechaza a ETA; es obra suya la sustitución de la frontera demócratas/antidemócratas por otra que divide a la sociedad entre nacionalistas y no nacionalistas. Son estos últimos los más interesados en demostrar la artificiosidad de esa división. Y el objetivo de vencer al soberanismo en las urnas cuando haya elecciones pasa por no dejar hoy esa bandera en sus manos; por establecer contra ETA una tregua de Navidad del resto de los vascos: ahora que vuelven temporalmente a casa tantos expulsados de ella por el fanatismo.