EN QUÉ Y POR QUÉ HA CAMBIADO ZAPATERO

 

 Artículo de PATXO UNZUETA  en “El País” del 11/03/2004 

 

Entrevistado por Iñaki Gabilondo, Zapatero precisó el martes el alcance de su compromiso de no gobernar si su partido no es el más votado. Significa: 1) que si queda en segundo lugar no intentará desplazar al PP mediante una coalición heterogénea; 2) que si gana sin mayoría absoluta formará un Gobierno socialista, con apoyos externos, y no de coalición.

El pasado fin de semana, a la vista de los últimos sondeos, los partidos de oposición alertaron sobre los riesgos de una nueva mayoría absoluta del PP. Felipe González advirtió del riesgo de que el electorado avale a un partido que "no tiene intención real de mantener la cohesión territorial ni de proteger la pluralidad". Ciertamente, la tendencia de todo partido gobernante a identificar las instituciones con sus intereses partidistas se agrava cuando dispone de mayoría absoluta: frente a las acusaciones de abuso de poder, siempre podrá alegar que se limita a expresar y defender los intereses de la mayoría del pueblo. Así lo hacía el PSOE cuando gobernaba con mayoría absoluta, y el PP ahora.

El PP se plantea como objetivo mantener la mayoría absoluta. Entre otras razones porque carece de aliados potenciales o bien éstos le pondrían condiciones inasumibles. De ahí que haya elegido como terreno de confrontación el de la cohesión territorial (también llamada unidad de España). Ello le permite plantear la alternativa en términos de mayoría absoluta (del PP) o disgregación. Esa estrategia se vio favorecida por el error de Zapatero de defender, o dejar que otros defendieran, que contra el PP cualquier alianza (excepto con el PNV soberanista) era legítima y conveniente: el todos contra Aznar adquirió carta de naturaleza a mediados de 2003.

El efecto fue colocar el debate donde querían los estrategas del PP, y la recuperación de sus expectativas de mantener la mayoría absoluta. En ausencia de partidos centristas de ámbito nacional, el papel de bisagra lo vienen asumiendo los nacionalistas, que van a lo suyo y tienden a exigir modificaciones en el sistema autonómico. Algo que, de no encontrar resistencias, tiene una fuerte carga desestabilizadora. De ahí que a finales de los 80, cuando la caída del Muro abrió nuevas expectativas a los nacionalistas, algunos socialistas sostuvieran que lo mejor era mayoría absoluta del PSOE, y lo segundo mejor, mayoría absoluta del PP. O sea, que lo peor sería un Gobierno condicionado por las exigencias de inseguros aliados nacionalistas.

Ello coincidía con debates en toda Europa sobre los inconvenientes de sistemas electorales que dificultaban Gobiernos estables. M. Duverger contraponía por entonces la Europa de la decisión (Francia, Reino Unido, Alemania) a la de la impotencia, representada sobre todo por Italia. Luego las cosas han resultado más complejas y teóricos como J. M. Colomer han defendido (Instituciones políticas. Ariel. 2001) que sistemas que no decantan un único ganador, sino varios, favorecen la adopción de políticas consensuales, capaces de satisfacer los intereses de grupos amplios en muchos terrenos.

Para Zapatero, sin embargo, el problema práctico era cómo agrupar el máximo de votantes descontentos con el Gobierno sin dar pie a la imagen de alianza heterogénea que necesitaba el PP para suscitar un reflejo en favor del mantenimiento de la mayoría absoluta. Algo que afectaba incluso a su propia clientela. Según el sondeo de EL PAÍS del domingo, mientras que más de la mitad de los votantes del PP verían bien una alianza PP-nacionalistas, tan solo el 13% de los socialistas admitiría una de su partido con los nacionalistas. La fórmula de renunciar a gobernar si el partido socialista no es el más votado el 14-M busca provocar una dinámica de voto útil en la izquierda; pero también recuperar a ese millón largo de abstencionistas de centro y centro-izquierda detectados en las elecciones de 2000 y que nunca se movilizarían si sospechasen que su voto fuera a servir para impulsar una coalición incapaz de resistir las presiones nacionalistas. Seguramente por eso ha rectificado Zapatero: para tener una oportunidad de ganar ahora, y muchas de hacerlo en 2008.