LA INOCENCIA CULPABLE 

 

 

 Artículo de Aleix Vidal-Quadras   en “La Razón” del   11/02/2004

 

Con un breve comentario: IRRESPONSABILIDAD, INEPTITUD Y VERGUENZA (L. B.-B., 16-2-04).

 

Una falacia que por desgracia es muy utilizada en política consiste en atribuir la responsabilidad de algún hecho negativo precisamente a aquel que lo sufre en vez de culpar del mismo al que lo provoca. Así, el Partido Socialista se ha apuntado desde hace un tiempo al inaceptable argumento nacionalista de que el Gobierno y el Partido Popular utilizan el terrorismo con fines electorales por lo que, en el fondo, aunque lo disimulen, cualquier recrudecimiento de este problema les proporciona una cierta satisfacción. Mediante la repetición sistemática y reiterada de una acusación tan repugnante, imposible de refutar por otra parte, ya que resulta muy difícil que los demás sepan lo que pensamos, se va creando un clima irrespirable en el que las relaciones institucionales normales se degradan progresivamente.
   En esta misma línea desaprensiva se sitúa el habitual discurso nacionalista de que los nacionalistas son los otros. Dado que su doctrina ofrece tantos flancos abiertos a la crítica racional, la forma más eficaz de defensa de un producto indefendible es atribuir a sus oponentes otro nacionalismo igualmente excluyente y agresivo, con lo que se consiguen dos objetivos simultáneos: la legitimación de la propia ideología en la medida que es compartida por todos, y la generación de hostilidad al adversario en ese choque primario de identidades previamente fabricadas. De esta forma, es frecuente oír a peneuvistas, convergentes y siniestrorepublicanos tildar al Partido Popular de nacionalista español, cuando la verdad es que desde hace más de una década a José María Aznar no se le ha oído otra cosa que la propagación de un patriotismo civil, plural, ilustrado y constitucional, sin la menor adherencia de connotaciones chovinistas o emocionales.
   Y la última aportación en este sentido es el planteamiento socialista, machaconamente voceado desde que empezó la precampaña electoral, de que el Partido Popular no es dialogante y de que su actitud cerrada e intransigente con las fuerzas soberanistas de raiz étnica ha crispado el panorama social, rompiendo con un supuesto clima idílico que reinaba en España durante la larga etapa felipista. «Nosotros no somos antinacionalistas» ha declarado conciliadoramente Jesús Caldera, como si el PP lo fuese, cuando a partir de 1996 el ritmo de transferencias de competencias y recursos hacia la periferia se ha acelerado hasta el punto de que hoy nuestro Estado de las Autonomías es uno de los más descentralizados del mundo. Si en la actual dirección del PSOE creen que al Plan Ibarrtexe se le neutraliza a base de pacientes conversaciones con su autor y que con ETA se acabará mediante el edificante método de tomar café con Josu Ternera, tal como practica su aliado Josep Lluís Carod-Rovira, su problema va más allá de la política. En el momento en que los inocentes son culpables y viceversa, el diálogo degenera en pantomima.

 

Con un breve comentario: IRRESPONSABILIDAD, INEPTITUD Y VERGUENZA (L. B.-B., 16-2-04).

 

 

 Uno sintió irritación, desde la izquierda, cuando el PP, con Aznar y Cascos a la cabeza, llegó al Gobierno mediante la utilización del asunto GAL y el debilitamiento de la democracia española intencionalmente para propiciar un cambio de Gobierno. Y aunque había un rosario de fenómenos de corrupción que acompañaban al deterioro del PSOE en el Gobierno, desde que se destapó el asunto Juan Guerra a principios del 90, el partido Popular utilizó de manera oportunista todas las debilidades del PSOE para derribarlo.

Pero ahora, como socialista independiente, uno empieza a sentir no sólo irritación, sino vergüenza, por la irresponsabilidad e ineptitud de los actuales dirigentes del PSOE. Lo que en julio del 2000, con el ascenso de "Z",  parecía un proceso de renovación, se ha transformado en un deterioro sin fondo del liderazgo, la coherencia y la capacidad de integración del PSOE en relación con la sociedad española. Desde hace un año, la dirección del PSOE se mueve por simple oportunismo y sectarismo, dejándose llevar por la ignorancia, las monsergas pacifistas o las mandangas  nacionalistas hacia un camino sin salida, que va a hacer entrar al PSOE en un proceso agónico de otros cuantos años más. Es probable una gran derrota  el 14M, no sólo a nivel del conjunto de España, sino también en Cataluña, y eso debería llevar a abrir inmediatamente una crisis que recompusiera las cúpulas dirigentes, si se quiere resucitar con fuerza de esta crisis que se está haciendo endémica en el socialismo español (incluyendo en el término al PSC, por supuesto).

Pero además, la vergüenza se deriva también de la baja calidad política y la falta de consistencia de las argumentaciones y estrategias montadas para atacar al PP: la culpa del deterioro de la cohesión española no la tiene Aznar sino el nacionalismo periférico, pues el pacto de Lizarra no lo realizó Aznar; el sectarismo y fundamentalismo de CIU con su descalificación como anticatalanes de todos los partidos que le hacían sombra no es obra del PPC; el abandono del bloque constitucional es producto de la radicalización de los nacionalismos periféricos y de "declaraciones de Barcelona"; la actitud mendicante ante el PNV no es obra de Aznar sino del PSE; el pacto con ERC para evitar cualquier pacto con el PP es obra del PSC, que no debe sentirse muy copartícipe de la política antiterrorista, del pacto por las libertades, y de un posible pacto con el PP para finalizar el desarrollo del Estado autonómico; la búsqueda de privilegios insolidarios no es obra del PP, sino del PNV, CIU y ERC, con la aquiescencia del PSE y el PSC; la postura de no enfrentamiento con ETA es obra del PNV; los comportamientos delictivos de desacato a las autoridades judiciales o de confluencia con ETA son obra de sectores del nacionalismo periférico, etc., etc., etc.

 

Así que uno no tiene más salida intelectual y moral  que agradecer a Aznar y el PP varias cosas: que hayan configurado una derecha constitucional que pueda ganar las elecciones; que hayan sabido defender España y la democracia española ante el deterioro del PSOE y los acosos balcanizantes del nacionalismo periférico; que hayan puesto en marcha una política antiterrorista valiente y eficaz contra ETA; que hayan cerrado el paso al chantaje constante y creciente del nacionalismo periférico inconstitucional; que hayan revigorizado la economía española y permitido al país salir adelante después de años de estancamiento; y que hayan definido una nueva política exterior al nivel de los tiempos.

Porque es que, además, uno siente también respeto por aquellos líderes que saben liderar, y no por el pensamiento plano de aquellos que viven ---bastante bien, por cierto--- en la inopia y en la inoperancia política del estancamiento mental en lo que se refiere a la percepción de la situación mundial. Uno siente respeto por la entereza, la firmeza y el progresismo de los líderes de las Azores, que han sabido hacer frente al peligro más real de los últimos tiempos para nuestra civilización. Uno siente admiración por los líderes que saben mantener el rumbo hacia objetivos de progreso del mundo árabe, aún contra los vientos huracanados del integrismo. Y uno siente desprecio hacia las necedades cínicas de los que no quieren enterarse de lo que nos jugamos todos. Ellos también.

Parece increíble que nuestros preclaros líderes de la izquierda sigan desconociendo la nueva política de seguridad de la Unión Europea y reclamando que Irak pase a manos de la ONU cuando lo que se está intentando es que pase a manos de los iraquíes. Pero lo que Dios no da, Salamanca no enseña.

En fin, ya ven como va uno de encabritado con la degradación de la situación política. Pero  he decidido desahogarme sin trabas, después de más de un año de contención.

 

Para terminar, quisiera apuntar algunas ideas relacionadas con la política internacional, que intentaré desarrollar en un largo artículo que llevo madurando algunos meses: la postguerra fría terminó con el 11 de septiembre; el sistema político mundial es unimultipolar; hace falta un liderazgo fuerte de EEUU y una cooperación trasatlántica intensa; nadie puede gobernar el mundo en solitario; la idea de las coaliciones "ad hoc" debe complementarse con la de un necesario unimultilateralismo, previa reforma de la ONU, la OTAN y la UE... etc. Necesito algún tiempo. Hace falta pensar sobre todo ello.