FÓRMULAS TRAMPOSAS

 

 

 Artículo de Aleix Vidal-Quadras  en “La Razón” del 11/08/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

Pascual Maragall parece haber encontrado la panacea para resolver el problema de la financiación autonómica y en su reciente y polémica conferencia en los cursos de verano de El Escorial la ha reiterado con fruición: «Pagar por renta y cobrar por población». A primera vista, la receta suena bien, las Comunidades ricas pagan más y las que tienen más gente a la que suministrar servicios públicos, sanidad, educación, transporte, protección medioambiental…, reciben en función del número de ciudadanos a los que deben atender. Su apelación a Andalucía, en este contexto, no es mera retórica. La gran Autonomía meridional reúne dos condiciones para salir beneficiada por la fórmula maragalliana, tiene un PIB per cápita netamente inferior a la media nacional y su territorio alberga la mayor población de todas las Comunidades españolas. Por consiguiente, las arcas andaluzas quedarían colmadas por partida doble, por la modestia de su economía y por su abultado peso demográfico. En cuanto a Cataluña, y en eso los asesores del Presidente de la Generalitat han calculado con cuidadosa precisión, hecho el balance de los dos factores, el resultado final es que su situación mejoraría respecto a la actual.
   Otro elemento que se maneja es el de las Comunidades forales y su régimen fiscal especial. Es un hecho conocido que tanto Navarra como el País Vasco, zonas ya prósperas de por sí y no demasiado pobladas, en virtud de su sistema específico de financiación, que se rige por pautas distintas al general de las otras quince Autonomías, disponen en la práctica de mayores recursos que las demás, circunstancia que se advierte inmediatamente cuando se visitan sus hospitales, se viaja por sus carreteras, se examinan sus centros escolares o se comprueba el magnífico equipamiento de sus policías autonómicas. Por tanto, la pretensión del tripartito catalán de que progresivamente se obtenga una igualación de todas las Comunidades hasta situarlas al mismo nivel que las dos forales, salvo que el presupuesto del Estado central se adelgace hasta límites de inoperancia, equivale a solicitar el milagro de los panes y de los peces.
   O sea, que el diseño del imaginativo Maragall, combinado por cierto con su osada propuesta de fragmentar la caja única de la Seguridad Social, nos llevaría a una fractura de España en dos partes, una boyante, en la que destacarían Cataluña, Navarra y el País Vasco, y en la que Andalucía chuparía rueda, y otra de inferior categoría en la que lucharían por la supervivencia Castilla y León, Castilla-La Mancha y Extremadura. En este esquema, completado con una Administración central reducida a la nada, el principio socialista de la solidaridad y el europeo de la convergencia brillarían por su ausencia, con lo que al ex-alcalde de Barcelona, al que no se le puede negar su capacidad aritmética, no se le puede alabar en cambio la coherencia ideológica.