MÁS VALE PREVENIR

 

 

  Artículo de Aleix Vidal-Quadras  en “La Razón” del 26.09.2003

 

El interesante debate celebrado hace tres días en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York ha puesto de relieve de manera muy cruda el choque entre dos visiones globales en relación a la paz y a la seguridad planetarias. Suena muy bien, tal como proclaman el presidente de la República francesa y el secretario general de la ONU, la condena a la llamada «guerra preventiva» y la apelación al artículo 51 de la Carta, recomendando el multilateralismo y el respeto estricto a la legalidad internacional. Pero lo que olvidan estos campeones del derecho cuando se oponen al uso de la fuerza unilateral para atajar posibles amenazas es que la naturaleza de las mismas ha cambiado drásticamente en comparación con las existentes hace medio siglo. Reglas concebidas para arbitrar los conflictos entre Estados, con ejércitos regulares, autoridades identificables y fronteras bien definidas, resultan ineficaces frente a fenómenos como Al Qaeda. Si el enemigo de la libertad y de la democracia ya no es un poder perfectamente localizado, con bandera, capital y liderazgo dotado de rostro, nombre y apellidos, al que se puede llamar por teléfono, convocar a cumbres televisadas y con el que se puede razonar mediante una lógica compartida, sino que se oculta en cuevas, carece de domicilio fijo, cambia de cara a cada instante, no existen canales de comunicación fiables, no reconoce ninguna de las convenciones propias de la civilización, provoca masacres indiscriminadas de forma traicionera e imprevisible y actúa según esquemas mentales ajenos a cualquier valor ilustrado o a cualquier consideración racional, los intentos de enfrentarse a semejante monstruo con métodos propios de un contexto completamente distinto aparecen como muestras preocupantes de escapismo, de voluntarismo ciego o de pura y simple estupidez.
   Es posible que Aznar sea menos simpático que Chirac y que Bush sea más tosco que Kofi Annan, pero los dos demuestran un grado de lucidez considerablemente mayor que sus escrupulosos oponentes. Ciertas admoniciones moralizadoras escuchadas el martes pasado en el salón de plenos de la sede de Naciones Unidas recuerdan las hipócritas homilías de los dirigentes nacionalistas vascos que mientras predican el diálogo y condenan compungidamente el terrorismo se empeñan en seguir financiando al brazo institucional de ETA y se resisten cual gato panza arriba a toda medida legal y penal destinada a combatir contra la banda. El discurso de que la ONU es la única fuente de legitimidad resulta inane si en paralelo se constata a través de la experiencia diaria que su capacidad de vigilar y de neutralizar a las nuevas modalidades de terrorismo globalizado es prácticamente nula. Y como Bin Laden no va a esperar sentado la reforma de Naciones Unidas que permita derrotarle con la ley en la mano, mientras tanto, como reza el viejo refrán, más vale prevenir.