LA VACILANTE IZQUIERDA NORTEAMERICANA

 

 Artículo de MARK E. WARREN   en “La Vanguardia” del  22/02/2004

La izquierda norteamericana se halla actualmente desorientada. Las cuestiones con las que la izquierda se ha identificado tradicionalmente –como la educación, la atención social, la igualdad de derechos frente al racismo o los problemas medioambientales– se encuentran actualmente supeditadas a la cuestión de la seguridad. La izquierda se ha esforzado por movilizar a los norteamericanos contra la Administración Bush y su precipitada guerra en Iraq, contra los peligros del unilateralismo norteamericano y contra el deterioro del ejercicio de los derechos humanos en el país. Pero, hasta ahora, la izquierda norteamericana ha fracasado a la hora de generar una reacción de escándalo y rechazo en la sociedad. ¿Por qué?

En primer lugar, los acontecimientos del 11 de septiembre grabaron a sangre y fuego la conciencia del peligro en los ciudadanos norteamericanos, obligando a la izquierda a combatir en un terreno en el que se encuentra en desventaja. Para los conservadores siempre es preferible asegurar lo que se tiene, especialmente cuando la situación puede empeorar, como demostró el 11 de septiembre de forma espectacular. Según la mentalidad conservadora norteamericana, la seguridad debe depender del propio sistema político como tal más que de las políticas que eventualmente puedan aplicarse; más de la potencia militar que de la diplomacia, más de la autoridad que del diálogo, y más del ejercicio del poder que de las promesas. El 11 de septiembre posibilitó, además, que los conservadores emplearan un discurso moral sobre el bien y el mal, de trasfondo religioso.

En la actualidad, la identidad de la izquierda norteamericana se muestra vacilante y confusa: su herencia antibélica, en pro de los derechos civiles y de la igualdad de oportunidades, choca frontalmente contra el discurso sobre la seguridad que hoy por hoy caracteriza la agenda política.

Como la cuestión de la seguridad parece que seguirá ocupando un lugar preferente para la mayoría de los norteamericanos en un futuro previsible, la izquierda debería redefinir el discurso sobre la seguridad y los valores que están en juego, con el fin de que no sigan siendo patrimonio exclusivo de la derecha.

En primer lugar, la izquierda posee su propia tradición en relación con la seguridad. Ha resaltado habitualmente la necesidad de aplicar políticas frente al desempleo, la enfermedad, el analfabetismo y la falta de formación. También ha subrayado los peligros inherentes a la destrucción del medio ambiente y a anteponer los beneficios a la seguridad alimentaria. La izquierda debería reconocer, asimismo, que las fuerzas armadas y de seguridad tienen un papel imprescindible en la protección de los ciudadanos contra los riesgos asociados al daño de la integridad física. La justicia, la igualdad, la confianza social y la democracia son realidades cuya existencia es imposible sin esta seguridad.

En segundo lugar, la izquierda puede recuperar su identidad progresista recobrando la actitud norteamericana del “sí, se puede”. He aquí otra herencia: Estados Unidos es un país con una notable tradición de entidades, asociaciones y movimientos cívicos y sociales, gracias a cuya tarea la izquierda puede reivindicar decenas de miles de triunfos palpables en la solución de problemas medioambientales, iniciativas cívicas, ayuda social, educación, relaciones interraciales así como feminismo.

Los movimientos asociativos de Estados Unidos identificados con la izquierda son laboratorios que trabajan por aquello “que funciona”: una señal inequívoca de una actitud pragmática que siempre ha estado en el corazón de la identidad progresista norteamericana.

MARK E. WARREN, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Georgetown, Washington DC. Traducción: José María Puig de la Bellacasa