CUI PRODEST?

 Artículo de José Antonio ZARZALEJOS  en  “ABC” del 22/02/2004

Es ingenuo -y en algunos casos malintencionado- preguntarse a quién beneficia el comunicado de la banda terrorista ETA -cui prodest?- que declara una «tregua» sólo en Cataluña. Todo aquello que hace y dice ETA sólo busca el interés de la propia banda y lo consigue explotando las contradicciones del sistema democrático, al que quiere «hacer crujir», y las incoherencias y las desolaciones morales de sus dirigentes. La organización criminal casi siempre da pistas de sus decisiones «estratégicas» y aprovecha, para llevarlas a efecto, los errores y perversiones ajenas. En mayo del año pasado ya reflexionó a través de sus circuitos internos sobre la necesidad de «cerrar» frentes «sectoriales» y/o «geográficos» para «multiplicar la eficacia de la lucha armada». Le bastó para ejecutar su plan tirar del ronzal de Carod-Rovira para «cerrar» el frente terrorista en Cataluña tal y como pretendía el secretario general de ERC en demostración de una especie de fraternidad nacionalista que tiene menos de ingenuidad que de prevaricación moral.

El comunicado en el que satisface en su propio interés la petición de Carod-Rovira se ha convertido, efectivamente, en un mensaje-bomba porque la banda, aunque terrorista, no carece de cálculo. Sabía que comprometía al secretario general de ERC y a su partido; que dejaba en posición imposible a Maragall y desairaba a Rodríguez Zapatero. Pero igualmente sabía que ninguno de los tres -salvando las distancias entre cada personaje- disponía de hechuras para responder a su desafío de manera higiénica para el Estado democrático. Y, en todo caso, explotaba la deslealtad política y la indigencia moral de Carod-Rovira, que fue derechito y sin rechistar a la cita de Perpiñán. ETA consigue todo lo que pretendía con sólo mover una ficha; deteriora el sistema por la voracidad de poder de Maragall; ridiculiza al PSOE y crispa así el ambiente general. Si de pérdidas y ganancias se tratase, es manifiesto que ha sido ERC la mejor parada por los avatares de la mediocridad socialista. Añádase otra circunstancia gravísima que pasa, como por ensalmo, de la observación general: la connivencia gravísima de los medios públicos del Gobierno vasco han ofrecido a ETA, otra vez, una generosa portavocía en «prime time». Los nacionalistas vascos, en su particular código interno, han recibido con este asunto un mensaje muy claro de los terroristas que han ido a por el atún catalán y a ver al nuevo duque del PNV, Josu Jon Imaz.

Preguntarse entonces a quién beneficia el movimiento de la banda terrorista es perfectamente estúpido y enteramente inútil porque propicia el despedazamiento político que se está produciendo en España. La cuestión es otra: ante la indigencia moral de los que se comportan como Carod-Rovira -y hay muchos en España- ¿cómo debe actuarse? La respuesta debiera ser elemental: marginándolos democráticamente de cualquier responsabilidad pública a despecho de crisis y de aritméticas de poder. Más aún: suprimiendo cualquier tipo de discurso que ofrezca, por vía directa o indirecta, la más mínima coartada al de la banda criminal, que se mueve ahora en el nivel de la supervivencia. Justo la respuesta que no se ha dado.

La contestación ética -ya ni siquiera hay que descender al ámbito político- que se ha ofrecido desde la Generalitat de Cataluña es por completo decepcionante, y más aún lo es la búsqueda encanallada de beneficiarios del comportamiento de los terroristas. Son ellos a los que revierte el caos ético de determinados nacionalismos y la falta de criterio nacional y de Estado del socialismo español, catalán incluido.