UN PROGRAMA PARA PROBAR SUERTE

 

 

  Artículo de JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS en “ABC” del 11.01.2004

 

La cuestión no es si las propuestas programáticas del PSOE resultan «grotescas», «cómicas» o «improvisadas», aunque puedan serlo. Tampoco si son o no constitucionales, que unas lo son y otras, claramente, no. La cuestión es si el programa que han esbozado los socialistas resulta verosímil o, por el contrario, los ciudadanos lo perciben como un brindis al sol, como consecuencia forzada de la situación que les viene dada de Cataluña o, simplemente, si es un conjunto de ocurrencias y así es entendido por el cuerpo electoral. El peligro de eludir este análisis del programa socialista podría llevar a combatirlo de modo erróneo desde las filas populares. A los ciudadanos la constitucionalidad de una propuesta -que en todo caso debe subrayarse- puede resultarles un argumento menor si la consideran útil, y difícilmente aceptan que la descalificación a una iniciativa se simplifique mediante epítetos de grueso calibre. La semiótica -que es la teoría general de los signos, también de los verbales- es en las fases electorales una herramienta estratégica que quizá el PSOE y sus entornos sepan manejar con una habilidad superior a los populares. Los términos de la discusión y el debate político no pueden ser los mismos en periodos electorales que en los que no se divisa cita con las urnas. Es exigible una pedagogía más acendrada cuando de explicar el programa y recabar el voto se trata porque el elector agudiza el ingenio, se siente protagonista -no lo es después de emitido el sufragio- y, sobre todo, soberano en su decisión. Y muchos son, con justificación moral, revanchistas.

El programa del PSOE, aún a falta de sistematizar, un tanto confuso, repleto de coartadas y contradicciones, es un intento de probar suerte. Los socialistas saben que la actual estructura socio-económica y jurídico-política de España ha absorbido profundamente el mensaje y la gestión del centro reformista del PP, que es la traducción pragmática de la derecha democrática. Aznar, con sus dos gobiernos y un partido de alta afiliación y cada vez con una presencia territorialmente más homogénea, se ha instalado definitivamente como opción de gobierno de larga duración y, en el peor de los casos para las expectativas populares en el futuro, como la alternativa única y natural a una opción de centro-izquierda. Si el PSOE no agita el contexto en el que la derecha democrática se ha movido con destreza -sistema autonómico actual, administración de Justicia, esquema fiscal, estructura empresarial- teme con fundamento que sus oportunidades de tocar poder sean mínimas. O altera el statu quo -y lo está haciendo con un desprecio de los riesgos alarmante- o Rajoy tiene todas las cartas para repetir y prolongar, de una parte, el ciclo popular y, de otra, la travesía del desierto socialista.

En rigor, el PSOE no ofrece réplicas a los planteamientos del PP, sino que pretende desmantelar las reglas del juego para iniciar otro en el que tenga más oportunidades. Cataluña, con el pacto PSC-ERC, es un modelo a seguir, bien distinto al vasco, aunque haya sido una pauta sobrevenida a la decepción electoral de Maragall. Han hecho los socialistas catalanes de la necesidad virtud y proyectado sobre el PSOE las pautas de un protocolo que intentan dé un resultado similar en el conjunto de España. Que crean o no -ideológica y políticamente- en sus tesis programáticas es para ellos, en este cuarto de hora electoral, asunto menor. Se trata de probar, de experimentar, de qué modo podría desalojarse a la derecha democrática del poder. Este análisis está en la raíz del programa socialista, que asume, además, su impotencia para un gobierno en solitario y necesita de concesiones a los nacionalismos, grandes y pequeños, para una suma parlamentaria que arroje, aunque con brevedad, una mayoría de Gobierno posible. Y sólo lo será -posible- si así lo ven esos dos millones de votantes basculantes que son los que dan y quitan la victoria. Una buena interpretación de los códigos internos que movilizan a ese segmento electoral es la clave en la campaña que culminará el próximo 14 de marzo.