PACTO DE ESTADO SÍ, PERO… ¿ENTRE QUIÉN, CÓMO, CUÁNDO?

Artículo de Luis Bouza-Brey (14-2-10, 12:30)

 

El Rey ha hecho bien en proponer un Pacto de Estado, pero los problemas derivados de su formulación y aplicación son variados:

En primer lugar, debería ser un Pacto de Estado, es decir, no solamente económico-social, puesto que la crisis es multidimensional y las políticas letales a corregir afectan a las dimensiones económicas, institucionales, culturales y políticas en sentido estricto (política internacional, reforma constitucional, reforma electoral, política educativa, política judicial, política inmigratoria, política económica, financiera y fiscal).

Por otra parte, y a consecuencia de esta multidimensionalidad, existen actores que no estarán dispuestos a firmar un Pacto de Estado, sino un acuerdo económicosocial que no afecte, por ejemplo, al modelo de Estado pervertido impuesto por la vía de los hechos consumados en la actualidad.

En tercer lugar, y a consecuencia de lo anterior, los actores que pueden firmar un pacto de Estado son aquellos cuyos principios fundacionales y programas electorales les vinculen positivamente con la Constitución, la democracia española, el Estado y la Nación.

En cuarto lugar, y consecuentemente, es preciso saber previamente al Pacto si el PSOE sigue siendo un partido constitucionalista o se ha pasado al etnonacionalismo. Si sigue siendo constitucionalista, sus políticas y alianzas de las dos últimas legislaturas tienen que cambiar, y parece lógico pensar que su Secretario General se ha pasado al etnonacionalismo y está inhabilitado para ello o para suscitar la confianza necesaria, después del Pacto del Tinell, la aprobación del anticonstitucional Estatuto de Cataluña, o las alianzas con ERC, CIU, PNV y BNG, partidos independentistas y contrarios a la Constitución.

Por tanto, el Pacto de Estado no es posible con Rodríguez Zapatero, y el PSOE tendrá que resolver esta antinomia, pues el Pacto de Estado es vital para el país: sin él, España no podrá salir de la crisis multidimensional que la atenaza. Por otra parte, la formación de una gran coalición puede permitir al PSOE cambiar sus políticas y purgar sus errores sin que ello implique para este partido el desastre total que podría sobrevenirle si no lo hiciera. Desastre que debería limitarse, a fin de evitar un daño añadido al país, que quedaría descompensado si el PSOE se transformara en un partido residual y desacreditado definitivamente para el acceso al poder.

Por todo ello, el problema esencial para la consecución del Pacto de Estado necesario para salir del atolladero es la fórmula a seguir para definirlo y llevarlo a la práctica. Pero antes de entrar en la definición de las fórmulas, veamos los postulados de los que parte este esquema que les estoy proponiendo:

1.- El Pacto de Estado es vital e imprescindible para cambiar el rumbo y desatascar el país.

2.- El Pacto de Estado no es un pacto socioeconómico, pues afecta a las múltiples dimensiones básicas de la vida del país: Constitución, sistema político, régimen electoral, regeneración democrática, equilibrios entre las fuerzas políticas, políticas fundamentales en los diversos ámbitos de la vida social.

3.- Las alianzas gubernamentales y las políticas seguidas durante las dos últimas legislaturas son dañinas para el país, y deben ser modificadas de raíz.

4.- El responsable de estas políticas es Rodríguez Zapatero, como Presidente del Gobierno y Secretario General del PSOE, que debe ser sustituido para que este partido demuestre estar dispuesto a corregir el rumbo seguido.

5.- La economía del país está agonizando, con todas sus dimensiones básicas en dirección negativa, por lo que los remedios que se quieran buscar son urgentísimos: cada día que pase sin frenar el déficit y la Deuda, incrementar la inversión, frenar el paro, y crear empresas y trabajo, significará años de depresión y estancamiento para el país.

6.- A la vista de todos estos postulados, la urgencia del Pacto de Estado es extrema, por lo que no se puede esperar a aplicarlo a que termine la actual legislatura. Por ello, deben anticiparse las elecciones o formar una gran coalición urgentemente, cosas ambas imposibles sin que Zapatero o el PSOE decidan lo primero, o el PP y el PSOE sin Zapatero acepten lo segundo.

Estos días atrás, elaboré un esquema de las

FORMULAS CONSTITUCIONALES POSIBLES PARA CAMBIAR EL GOBIERNO

en mi comentario a un editorial de “El Mundo” sobre la visita de ZP a EEUU. Voy a intentar desarrollar algo más este esquema:

 

1.- Zapatero o el PSOE pueden percibir que algo no funciona correctamente en el país y que no se puede continuar gobernando como hasta ahora, por lo que el Presidente del Gobierno consideraría conveniente plantear una  cuestión de confianza ante el Congreso de los Diputados, de acuerdo con los artículos 112 y 114 de la Constitución, que podría ganar si obtuviera mayoría simple a su favor (más votos a favor que en contra).

Si el Presidente del Gobierno perdiera la votación, estaría obligado a presentar la dimisión al Rey, iniciándose un nuevo proceso de investidura de Presidente del Gobierno, de conformidad con el art. 99 de la Constitución.

Si transcurrido el plazo de dos meses a partir de la primera votación de investidura ningún candidato hubiere obtenido la confianza del Congreso, el Rey disolverá ambas Cámaras y convocará nuevas elecciones.

 

2.- Zapatero o el PSOE perciben que no se puede seguir gobernando como hasta ahora y el Presidente propone al rey la disolución anticipada de las Cortes, convocando elecciones, de conformidad con el art. 115 de la Constitución. Las elecciones habrán de realizarse entre los treinta y los sesenta días desde la terminación del mandato, y el Congreso electo deberá ser convocado dentro de los veinticinco días siguientes a la celebración de las elecciones, de conformidad con el art. 68 de la Constitución. Todo ello supone un plazo mínimo de dos meses y máximo de tres.

 

3.- Zapatero puede llamar al PP para formar un gobierno de salvación nacional hasta el final de la legislatura. Pero no parece que el PP debiera aceptar este llamamiento, en el caso extraño de que se produjera, pues ZP ha conseguido ganarse la desconfianza de todo el mundo y no parece persona capaz para emprender el cambio de rumbo necesario para el país.

 

4.- El PP puede plantear una moción de censura y formular su alternativa al desgobierno actual, de conformidad con el art. 113 de la Constitución. El candidato propuesto habrá de exponer su programa al Congreso, y ser votado por la mayoría absoluta de la Cámara (176 votos). Durante los dos primeros días posteriores a la presentación de la moción de censura podrán presentarse candidatos y mociones alternativas.

Si se aprobara la moción de censura, el Gobierno presentará su dimisión al Rey, y el candidato propuesto en ella será nombrado Presidente del Gobierno por el Rey.

 

5.- Zapatero pierde la cuestión de confianza y se ve obligado a dimitir, proponiendo el PSOE un nuevo candidato a la Presidencia del Gobierno. El nuevo candidato propone al PP formar un gobierno de salvación nacional hasta el final de la  legislatura.

 

A mi juicio, las tres primeras opciones no resuelven la situación, pues implican consumo de tiempo del que el país no dispone, o piden al PP el sacrificio de ocupar una posición subordinada a un Presidente del Gobierno que ha demostrado de manera sobrada su incapacidad.

La cuarta opción está relacionada con la quinta: el PP debería plantear una moción de censura para presentar su alternativa ante la opinión pública, pero también debería contactar con alguien en el PSOE que pudiera pactar la sustitución de Zapatero por otro líder (¿Solana?), con el que fuera posible acordar un gobierno de gran coalición a plazo fijo. El camino sería forzar a Zapatero a presentar la cuestión de confianza para que la perdiera, o que el PP presentara una moción de censura, y la ganara con el apoyo del PSOE, previo acuerdo de gran coalición entre ambos partidos, y con la Presidencia del Gobierno en manos del candidato X del PSOE, o de Rajoy.

No se me ocurren más fórmulas, pero lo que es vital es cambiar al Presidente y hacerlo urgentemente y con el máximo de apoyos, sin embarcarnos en un proceso de elecciones anticipadas que implicaría seguir unos meses sin rumbo en medio del temporal.