LA TRANSICION INACABADA:
LABERINTOS, ACTORES, ESTRATEGIAS Y EQUILIBRIOS
Artículo de Luis
Bouza-Brey, 21-1-05, 11:30
La compleja dinámica del laberinto español se enreda
enormemente, pues estamos en un punto crítico de su transformación, y cada uno
de los actores se posiciona con respecto a demás actores y objetivos a fin de
obtener un máximo de impulso y beneficios con un mínimo de perjuicios.
La definición de la configuración del Estado y las relaciones de
Euskadi y Cataluña con el mismo constituyen las estructuras que originan el
conflicto, y ante ellos se definen las conjunciones y disyunciones, las
alianzas o divergencias de los actores políticos.
CONJUNCIONES Y
DISYUNCIONES EN EL NACIONALISMO VASCO
Centremos el análisis en Euskadi, dada su actualidad y prioridad
estratégica de estos días, pero sin perder de vista que está en juego la
estructura general del Estado y que pronto comenzará a ocupar el escenario la
dinámica catalana y quizá gallega.
Lo que debe quedar claro desde el primer momento por lo que se
refiere a Euskadi es que el nacionalismo vasco se mueve con una contradicción
dilemática, consistente, por un lado, en la necesidad de acumular fuerzas en
pos de la independencia o la confederación con el Estado, que se contrapone,
por otro, a la divergencia y la confrontación por la hegemonía y la definición
de objetivos dentro del nacionalismo.
Pero para obtener una perspectiva de la situación retrocedamos
al 98, cuando la “acumulación de fuerzas” de Lizarra llevó a la conjunción de
los constitucionalistas con el fin de desbancar al nacionalismo de la
hegemonía. Y tengamos en cuenta que el giro hacia la radicalidad del PNV, junto
con la sinergia del electorado hacia el voto útil, produjo un desplazamiento
del mismo hacia la coalición PNV-EA, en detrimento de la fuerza de Batasuna,
cuyos votos se redujeron a la mitad.
Si a estos efectos le añadimos el pacto por las libertades de
los constitucionalistas, que condujo a una política antiterrorista firme y a la
ilegalización de HB, veremos que el actor más perjudicado por la evolución de
la situación fue ETA-HB, cuyas redes, comandos, votos, posiciones
institucionales y posibilidades electorales, se redujeron durante los últimos
años. Y de ahí deriva la política seguida por la coalición PNV-EA, de
radicalizar su proyecto con el Plan Ibarretxe, al
mismo tiempo que mantienen una aparente proximidad a HB, a fin de seducir a los
electores de esta fuerza política.
Pero ETA-HB se mueve cada vez más en la contradicción de tener
que agudizar la crisis del Estado, apoyando coyunturalmente a PNV-EA en su
proyecto, que limita la ruptura a una parte de “Euskalherría”,
pero necesitando al mismo tiempo, como una cuestión de supervivencia, romper la
tenaza de la política antiterrorista del Estado y de la política semirradical ---según su perspectiva--- de PNV-EA.
Lo que está por ver es si la radicalización del PNV le
provoca o no a éste contradicciones relevantes, como pueden ser las
consecuencias de la expulsión o abandono de los “michelines”
---Guevara, Arregui--- sobre su cohesión o electorado.
Pero lo que conviene meditar es que para que haya
contradicciones es necesario que el bloque constitucionalista rellene el vacío
central creado por el giro del PNV, aunque sin ceder para ello en los
principios constitucionales y en la elaboración de un proyecto propio, así como
que es imprescindible que los electores del PNV sean conscientes del coste para
Euskadi de la radicalización, en términos económicos, políticos y sociales. Para
expresarlo en román paladino: el nacionalismo vasco
debe empezar a enterarse de que las burradas, por primera vez, no le van a
salir rentables ni gratis.
MODELO DE ESTADO Y
TENSIONES SISTEMICAS
Muchos de los actores políticos del país no son conscientes de
que estamos jugándonos, precisamente en estos momentos, la disolución del
Estado y la balcanización del país. Estamos en el punto crítico de la evolución
de la estructura del Estado en el que, o se cierra el modelo, o la continuación
de las pautas de comportamiento de la transición llevará a su disolución.
Estamos en el momento en que, o se inicia una dinámica de integración del
conjunto y fortalecimiento del centro, o el país se desarticula
definitivamente.
Pero para tener claras las cosas en este asunto conviene desmitificar la idea que se tiene del autogobierno.
La descentralización, cuando traspasa unos límites, daña al conjunto, y
producirá el efecto inducido de dañar al autogobierno.
Es decir, que la descentralización tiene el límite de que el
centro no debe desaparecer o hacerse inoperante, pues eso transforma la
descentralización en desvertebración y disolución del Estado. En la actualidad,
en España, lo que es imprescindible es que la periferia participe en el centro,
no que continúe ilimitadamente el proceso de descentralización.
Hace años que defiendo esta idea, bajo la concepción de que el
federalismo es unión, y consiste en el autogobierno en la periferia compensado
por la participación en el centro. Si se elimina este segundo aspecto
estructural lo que se crea es una confederación, que por definición es una
floja estructura transitoria, que se transformará posteriormente en secesión o
en federación.
Y esto son elementalidades que no por obvias hay que dejar de
repetir machaconamente, pues los mitos políticos vigentes en el país y la
ineptitud de gran parte de la clase política nos están conduciendo a una
situación aberrante, en que nadie parece capaz de recuperar la cordura y
detener el proceso degenerativo.
Pero además, no es sólo la obnubilación mítica o la inercia e
ineptitud de un sector de la élite política lo que producen esta degeneración,
sino también el anacronismo y anquilosamiento de los grupos nacionalistas, que
no se dan cuenta de que ya son disfuncionales para sus propios fines: si siguen
presionando y tienen éxito van a destruir la democracia española y, por tanto,
harán daño a sus propias sociedades, que no existen en el limbo histórico, sino
que forman parte del conjunto de España. La disolución, ineficacia y desintegración
del Estado conducirán a la balcanización de la sociedad, a la emergencia de un
conflicto étnico virulento y creciente, y a la destrucción de las propias
nacionalidades del país. ¡Abran los ojos y véanlo de una vez! ¡Despierten o nos
hundimos!
Pues bien, estos días están produciéndose los epifenómenos
superficiales que manifiestan los conflictos estructurales de fondo: plan
Ibarretxe, tripartito catalán, reformas estatutarias,
reformas constitucionales, intentos de pacto de Estado PP-PSOE... expresan las
tensiones sistémicas que conducirán en una u otra dirección la evolución del
país.
El Plan Ibarretxe, la confusión
estratégica del gobierno catalán y la ausencia de rumbo del gobierno central,
ponen de manifiesto una resultante sistémica disgregadora, que constituye el
producto de la ofensiva del nacionalismo anacrónico y de la debilidad
ideológica y estructural del gobierno de España.
La reforma del Senado, la creación de una conferencia de
Presidentes y el pacto de Estado del PSOE y el PP para dirigir el proceso ponen
de manifiesto la resultante sistémica integradora, dirigida a dar coherencia y
fortaleza al conjunto y vencer la descomposición manteniendo la pluralidad y la
unidad.
Lo que parece increíble es que el nacionalismo vasco, que
gobierna una comunidad privilegiada, quiera suicidarse asesinando la libertad y
la autonomía de Euskadi; que el nacionalismo catalán haya derivado desde
el “seny” hasta el cerrilismo aldeano impropio de una
sociedad moderna y dinámica; y que sectores del socialismo español sean
incapaces de recuperar el rumbo, debilitados por la carencia de principios y
por la inercia acomplejada de la transición frente al nacionalismo periférico,
sin ser conscientes de que las demandas actuales de éstos ya desbordan no sólo
el modelo de Estado, sino al propio Estado.
CONJUNCIONES Y
DISYUNCIONES DEL CONSTITUCIONALISMO
Lo que resulta evidente ---aunque no para todos, por
desgracia--- es que el constitucionalismo tiene que elaborar une nueva
estrategia, general y local, frente a la nueva situación del sistema político
español.
La estrategia general debería reflexionar sobre las
contradicciones que experimenta el Estado autonómico y formular soluciones a
ellas, iniciando una nueva etapa. La contradicción básica, a mi juicio, es que
el Estado autonómico se inició con una dinámica de descentralización todavía no
reformulada, en la que parece que hay que ceder eternamente frente a las
demandas de los nacionalismos, hasta que la estructura política del país se
disuelva. Y como la generalización de la autonomía ha bloqueado las tendencias
bilaterales, confederales o independentistas del nacionalismo periférico, ahora
buscan nuevos caminos por medio de la asimetría, la “plurinacionalidad” y la
prolongación sin límite de los privilegios y los derechos históricos.
Por eso hace falta iniciar reformas constitucionales
integradoras, que no se dejen desviar por las tendencias nacionalistas o
independentistas de CDC, ERC, PSC, BNG, PNV-EA, IU-EB, e IU. Y eso
solamente se puede conseguir uniendo fuerzas PSOE, PP y algún grupo más que
quiera sumarse, a fin de reformar el Senado para que permita una participación
integrada de las fuerzas nacionalistas, y modificar el sistema electoral para
evitar una influencia desproporcionada y desestabilizadora de las mismas en el
sistema político.
UNA ESTRATEGIA PARA
EUSKADI
Por lo que se refiere a Euskadi, la paradoja es que la política
antiterrorista, junto con la radicalización del PNV, están acabando con ETA,
pero acentuando los riesgos de ruptura del sistema constitucional. Por ello,
hace falta acumular fuerzas por parte de los partidos constitucionalistas a fin
de continuar con la política antiterrorista hasta la desaparición de ETA, pero
al mismo tiempo frenar la deriva nacionalista impidiendo la ruptura
constitucional, con medidas políticas y jurídicas, como la ocupación del
centro, la agudización de las contradicciones del nacionalismo para conseguir
la alternancia, la firme defensa de la Constitución y la advertencia a la élite
nacionalista y a sus votantes moderados que la transición se acabó y que la
ruptura acabará con la autonomía sin conseguir nada a cambio.
Pero es fundamental que se elabore un proyecto de desarrollo
político que acabe con la dinámica de la transición, que identifique la España
constitucional como la fuente de la libertad y la igualdad, e incluso ponga de
relieve que los privilegios vascos constituyen un anacronismo sin justificación
en la actualidad.
UNA ESTRATEGIA PARA
CATALUÑA
Por lo que se refiere a Cataluña, es necesario desmitificar y
racionalizar: conseguir que se refleje en las instituciones la madurez y
sensatez de la sociedad catalana y se acaben las mandangas pueblerinas y
anacrónicas del nacionalismo, del confederal-soberanista y el independentista.
Existe un fondo de pragmatismo y sentido común en la sociedad
catalana que convive con actitudes irracionales y residuales, producidas en
otros momentos históricos y mantenidas artificialmente por intereses
partidistas y esquizofrenias, inepcias o frivolidades intelectuales de algunos.
Es necesario afrontar con valentía la necesidad de iniciar procesos culturales
y políticos que rompan con la falsa unidad patriótica, el victimismo y la
incapacidad de poner en cuestión lo políticamente correcto. Es necesario
concienciar al país de que el estancamiento lleva a la degeneración, por
inmovilismo o por ascenso del cerrilismo demencial para sustituir al “seny” bloqueado.
La dificultad para conseguir esto es que, a nivel del sistema
político, no existen de momento actores que puedan realizarlo: el PPC todavía
no consigue remontar, y el PSC se va hacia atrás. Maragall habló hace años de
“romper las telarañas” nacionalistas, pero resulta que son sus propias telarañas.
Alguien hablaba estos días de aquel barón que pretendía ascender a la luna tirando
hacia arriba de sus zapatos, o de aquel otro que pretendía no ahogarse en el
mar tirándose de los pelos: con Maragall sucede algo análogo, está creando un “merdé” similar al “callejón sin salida” de Ibarretxe, por intentar resolver las contradicciones del
país poniéndose la barretina nacionalista. Pero esta incoherencia no puede
prolongarse indefinidamente, así que a ver si PP y PSOE aguantan el tirón, CIU
se recompone, ERC se estanca o baja, el PPC remonta, y el PSC se aclara.
Pero es preciso que para volver al “seny”
desbloqueado surja un impulso fuerte en la sociedad civil. A ver si algunos se
animan, además de Boadella, Carreras, Trías, Espada y
pocos más. En Cataluña existe potencial para ello, pero no se es consciente del
peligro.
En fin, hoy me he pasado de extensión y no sé si he sido capaz
de ser suficientemente concluyente. Lo que me interesaba era señalar los
peligros y lo que me parecen salidas obvias, aunque el Gobierno se enrede entre
Lenin, la Yenka y las termas de
Caracalla.