COMENTARIO A LAS ENTREVISTAS REALIZADAS A XAVIER ARZALLUZ Y
EMILIO GUEVARA EN "EL PAIS" Y "EL MUNDO" DEL 3-6-01.
Luis Bouza-Brey, 7-6-01.
En fechas recientes, tanto "El
País" como "El Mundo" han hecho sendas entrevistas a Xavier
Arzalluz y Emilio Guevara, personalidades que representan las dos
opciones básicas en cuestión actualmente para decidir la orientación del PNV.
Resulta ilustrativo comentarlas, pues sirven a todos para fijar posiciones
sobre la situación vasca.
LA POSICION DE ARZALLUZ
La posición básica de Arzalluz
consiste en mantener la estrategia seguida desde hace tres años, consistente en
la confianza en la posibilidad de llegar a un amplio acuerdo que permita un
proceso autodeterminista que conduzca a la soberanía
de Euskadi. La posibilidad de dicho proceso convencería a ETA y EH de la
conveniencia de abandonar el recurso a la violencia.
Rodeando a este núcleo estratégico
esencial se encuentran otras ideas complementarias, como el rechazo al
Estatuto, al cual considera un medio y no una meta, el rechazo igualmente a los
"michelines" y las posiciones autonomistas,
a las que se indica que cambien de partido, y la falta de contundencia contra
ETA, a la cual aún sigue confiando en convencer, sin creer en una "salida
policial al conflicto".
Junto a estas ideas básicas, aparece
nuevamente la ambigüedad e indeterminación de siempre: ahora se aplaza a largo
término la consecución de estas grandes metas de autodeterminación y soberanía
y parece adoptarse una postura oscilante entre la resignación, frente a la
inevitable violencia terrorista, y la esperanza de que después de unos años
duros, en algún momento ETA y HB acabarán convenciéndose y abandonando las
armas, integrándose y "haciendo política dentro de las reglas del
juego".
La postura adoptada consiste en decir que
con violencia no se pueden realizar los fines comunes a todo el nacionalismo,
de autodeterminación e independencia. Por tanto, se aplazan: no se llegará a
acuerdos con HB mientras persista la violencia, pero se está a la espera ---
pues el nacionalismo "tiene mayoría absoluta"--- de que HB y ETA se
convenzan de que están perjudicando al nacionalismo.
En la posición de Arzalluz
falta firmeza, no cabe esperar de él más que resistencia y resignación frente a
los riesgos para la vida o integridad física de los demás: aplazamiento del
objetivo de la independencia hasta que la violencia desaparezca por sí misma,
pero debilidad y falta de firmeza y contundencia para derrotar a ETA.
El nacionalismo de Arzalluz
se desentiende de la posición de la mitad de los vascos que rechazan la
independencia y le tiene sin cuidado la fractura que se produciría en Euskadi
como consecuencia de una posible secesión.
LA POSICION DE GUEVARA
Frente a esta posición, la de Guevara es
radicalmente distinta: cree que Euskadi está dividida por mitad entre
nacionalistas y no nacionalistas y que es necesaria la colaboración entre ambos
sectores. Por ello, además de afirmar que ser nacionalista no significa
necesariamente ser independentista, sostiene que el PNV debe evolucionar hacia
un nacionalismo del siglo XXI que permita el entendimiento entre todos los
vascos, parando el "péndulo patriótico", completando el desarrollo
del Estatuto, adaptándolo para la integración en la Unió
Europea, y considerando cumplido el objetivo fundacional del PNV de conseguir
un poder político vasco, lo que no implica necesariamente la imprescindibilidad de un Estado.
A partir de este presupuesto estratégico,
Guevara mantiene la necesidad de contundencia contra ETA, a la que considera
necesario derrotar, pues es un cáncer totalitario al que no se puede vencer
negociando.
Guevara, por consiguiente, frente a la
alianza frustrada e hibernada de Arzalluz con HB y
ETA, defiende alianzas entre los demócratas para vencer a ETA,
desarrollar el Estatuto, y crear una Euskadi convivencial
e integradora modernizando el nacionalismo.
¿Por dónde irán Ibarretxe,
el PNV y EA a partir de ahora? Los próximos días iremos viéndolo. Pero lo que
suceda no será independiente de la crisis que se comienza a observar en EH y
del mantenimiento de una posición de unidad y firmeza por parte de los partidos
constitucionalistas.