ESPAÑOLA
Artículo de LOLA
SANTIAGO, Escritora, en “ABC” del 28/11/04
Por
su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo
en este sitio web. (L. B.-B.)
Con un muy breve comentario al final:
¡FUERA TARUGOS! (L. B.-B., 28-11-04, 13:30)
ESTOY
leyendo, en un viaje por tierras de Levante, una novela que habla de cómo su
protagonista se busca a sí mismo. Esto entre otras muchas lecturas que voy
haciendo y que me gusta simultanear. Tal vez algún día la comente aquí. Yo,
últimamente, hablo mucho de esta comunidad levantina y es debido a que a pesar
de ser extremeña he hecho de este sitio mi lugar de residencia, y si no tanto
como esto, sí paso aquí estupendas temporadas que me dan enormes
satisfacciones, y donde desarrollo mi labor creadora la mar de a gusto.
Pero esto no quiere decir ni que olvide que llevo, prácticamente, toda mi vida
en Madrid que sí es, en verdad, mi lugar de residencia, y que nací en esas
bellas tierras extremeñas a las que me unen todos los recuerdos de mi niñez y
adolescencia. Recuerdos con toda clase de matices. Y donde me esperan mis
muertos, para seguir la senda del infinito...
Me lleva a todas estas reflexiones que el pasado fín de semana, vine a Levante
antes de lo pensado, al salir mal un deseado y proyectado viaje a mi tierra. Y
cómo viniendo por la carretera antigua, en un coche de alquiler, camino de mi
pueblo de adopción, al caer el ocaso sobre las charcas de sal incendiando el
paisaje -tras una breve lluvia que dejó anchos nubarrones lechosos y grises-,
se oyó la voz de un cantautor extremeño en la radio, en un programa de
nostalgia y realidades. Aquella voz cantó una canción, ya no recuerdo la letra,
pero era una voz tan viril, tan hermosa, tan imbuida de la fiebre de
reivindicación extremeña, cuando aquella era... que sentí mi corazón rebelarse,
en todo lo ancho de la palabra, por no estar camino de mi tierra, y no pude
evitar unas lágrimas de añoranza y melancolía ante tanto dolor y belleza.
Por eso, ahora, recuerdo la pregunta que me hizo un amigo mío, cuando decidí
comprarme una casa aquí. «Bueno, Lola, ¿de dónde diremos que te gustaba ser,
con tantos sitios en los que vives?» Recuerdo que en aquel momento no le
contesté y si lo hice fue con una salida intrascendente. Si, hoy y ahora, me
volviera a preguntar lo mismo, la respuesta diferiría bastante -las emociones,
los viajes, los años pasados (no demasiados, pero sí suficientes) y la mayor
madurez-, haría que fuera diferente. Recuerdo que al obtener mi primer carné de
conducir, dije, y eso que apenas tenía 18 años, que no saldría al extranjero
hasta recorrerme España.
Entonces era una niña, pero, prácticamente, lo cumplí -me queda muy poco, sólo
un par de provincias-, y, ahora, vuelta mujer hecha y derecha, con las ideas,
por lo general, bastante claras -aunque no siempre acierte o sea comprendida-,
sé, he entendido, por qué ese afán que no fue nunca chauvinista en mi juventud,
de hacer patria... Sí, he nacido en Extremadura, vivo a veces en Levante, a
veces en Madrid, a veces en mi tierra, viajo mucho. Y morir, sólo Dios sabe
dónde me tocará, pero tras recorrerme la mayor parte de la geografía española,
puedo decir que me gustaría ser de todos y cada uno de sus rincones. Es tan
rica y variada, tan hermosa, la siento tan a flor de piel, que sólo podría
contestarle ahora: me gustaría ser de España en general; o lo que es lo mismo,
no me importaría dónde he nacido, siempre que fuera España. Sí, me siento tan
de aquí, que si me volvieran a hacer la misma pregunta, contestaría: Me gusta
ser de un sitio que no me invento, y que está en mi D.N.I. y que no es
provincia o comunidad, sino representación de toda ella, de una unidad:
española. Sin más. Pero tampoco sin menos.
MUY BREVE COMENTARIO: ¡FUERA TARUGOS!
(L. B.-B., 28-11-04, 13:30)
GOYA: DUELO A GARROTAZOS
Uno se mira las encuestas del CIS y
otros institutos de opinión, en los que se constata como la identidad de los
ciudadanos de las nacionalidades es dual y equilibrada y se pregunta cómo es
posible que hayan adquirido tanta influencia los tarugos, aquellos que se
glorian de tener fijadas sus posiciones en el siglo XIX. Y en estos tiempos, en
que tarugos del Norte, del Este y del Sur acosan a nuestro país y les resulta
rentable, parece como si hubiera brotado una legión de "Don
Julianes", que por carencia de convicciones, ineptitud u oportunismo,
estuvieran dispuestos a venderse al mejor postor a cambio de una retribución
sustanciosa.
Por eso quiero sumarme desde aquí a
Lola Santiago, pues comparto sus vivencias y sentimientos, y creo en una España
que nos incluye a todos por igual, sin discriminaciones, abierta a la
complejidad, pero firme en la defensa de su unidad y de su maravillosa
identidad, hecha de largos siglos de Historia común y complementaria.
Por eso quiero sumarme también a las
ideas del editorial de hoy de "ABC": "Simbolos de convivencia".
Sería demencial dejarse arrastrar por las ganas de pendencia de los tarugos,
complementada por la ineptitud de líderes irresponsables. Corremos el riesgo de
repetir en forma de farsa nuestra trágica historia. Es preciso mantener
la cabeza fría, pero también el corazón firme y apasionado, en defensa del
futuro del país. Es indignante que, repentinamente, haya hecho fallida uno de
los pilares básicos de nuestra democracia. El gobierno actual está haciendo en
España el papel de Caballo de Troya para los enemigos de aquélla y el de
quintacolumnista para los enemigos de la democracia. ¿No es hora de que nos
vayamos dando cuenta de ello de una vez?