SE AVECINA UN CURSO DENSO, DIFICIL Y DURO
Luis Bouza-Brey, 24-8-02
Permítanme que despida el verano con un
artículo divagatorio. Divagatorio porque intentaré dejar las riendas flojas,
establecer conexiones intuitivas y abarcar muchos temas. Les prometo que una
vez iniciado el curso me amarraré al duro módem y caminaré con rumbo y pasos
medidos.
Decía que se avecina un curso difícil
porque hay varios conflictos y procesos alcanzando un punto crítico con
velocidad de crucero: en España, las elecciones autonómicas y locales, la
sucesión de Aznar, la consolidación de Rodríguez Zapatero, la ilegalización de
Batasuna, la evolución de Euskadi, y las elecciones catalanas. A nivel
internacional, la situación palestina, Irak, India y Pakistán, la Convención
europea y la evolución de la política exterior norteamericana y, en general, de
todo el sistema político internacional.
En fin, que además de los riesgos
objetivos de todo este conjunto de procesos y conflictos, tendré que hacer pasar
por mis ojos y cerebro millones de bytes, que pesarán inexorablemente sobre mis
cervicales. Por eso da una cierta pereza dejarse absorber por la vorágine
virtual de la red, a pesar de que todo va en cierta manera al ralentí hasta que
termine agosto.
No obstante, voy entrando pausadamente en
el flujo de información, aunque para despedirme del verano quisiera contarles
mis experiencias viajeras, que han sido interesantes, gratas y relajantes.
UNA VISITA A BAVIERA
Este verano decidimos tomar carretera y manta
y conocer la "ruta romántica" de Baviera, que va desde Füssen, en el
Forggensee, hasta Würzburg.
No me detendré a relatarles la belleza de
las ciudades medievales de la ruta, como Nordlingen, Dinkelsbühl o Donauwörth,
sino a expresar mis impresiones sobre Alemania y su paisaje.
Era la primera vez que visitaba Alemania,
y he quedado muy gratamente impresionado: ha germinado en mi una gran
admiración por su paisaje y su gente.
La zona sur de Baviera, la de los Alpes
Bávaros, en el límite con el Tirol austríaco, es realmente hermosa, con sus
inmensos picos, sus grandes bosques de variada vegetación --- hayas, castaños,
robles, pinos, abetos—, sus hermosas praderas y sus grandes lagos. Es un
paisaje que en verano combina todas las gamas de verdes y azules, hasta el gris
azulado del horizonte.
Paisaje bávaro desde el
castillo de Neuschwanstein
Los paseos por los poblados bosques
bávaros constituyen una experiencia estética y religiosa: el descenso de la luz
entre las hojas de haya, la hospitalidad de los helechos y el musgo —a los que
echo de menos en el Mediterráneo—, la sombra espesa y oscura de los bosques de
abetos y pinos negros; las esquivas ardillas y ciervos en la penumbra verde,
constituyen experiencias inolvidables.
Me he prometido volver a Baviera, como lo
hice con Praga, la "Fajeda d´en Jordá", las fuentes del Matarraña, la
isla de Rúa o el Monte Lobeira. Todos estos paisajes han dejado en mi espíritu
sensaciones indelebles.
Pero a medida que se avanza hacia el Norte
de Baviera el paisaje va cambiando, se hace suave y ondulado, y las laderas de
las colinas se van inundando de una civilizadora abundancia de vides con las
que se elabora el exquisito vino blanco alemán de las orillas del Tauber.
Llama también la atención en este viaje el
arte religioso, el exuberante rococó de la mayoría de las iglesias del sur de
Baviera. A pesar de mis preferencias estéticas por la sencillez, me impresionó
la prodigalidad sensual y religiosa de las pinturas, decorados y púlpitos de la
Baviera católica. Puede que la Guerra de los Treinta Años, que ha dejado una
impronta histórica de enorme trascendencia en esta zona, haya hecho germinar
esta riqueza estética, como consecuencia de la lucha religiosa entre católicos
y protestantes.
Iglesia de Rottenbuch
Pero quizá lo que me ha resultado más
gratificante es la gente: hemos hecho un viaje de gran capilaridad con el país,
en coche propio y desplazándonos sin previa reserva a lo largo de un trayecto
colmado de pequeños pueblos, hospedándonos en granjas o pequeñas posadas que
ofrecían cama y almuerzo.
Sorprende gratamente el civismo, la
amabilidad y la honestidad de la gente. Tienen palabra: lo que te ofrecen te lo
dan, con una muy buena relación calidad-precio, y no te engañan nunca. Uno
puede fiarse de ellos, no hay que estar vigilando la cartera, ni vaciar el
portamaletas del coche para evitar que otros lo vacíen por ti, ni impera allí esa
especie de ley de Murphy por la cual el que factura tiende a equivocarse...
siempre a su favor. Existe un nivel civilizatorio mayor que el nuestro, y una
cultura política basada en la confianza mutua, la honestidad y la
profesionalidad, y no en la picaresca, la chapuza, la frivolidad y el engaño.
No creo estar incurriendo en ingenuidad o falsas expectativas si afirmo que
conseguir crear ese tipo de personalidad media que sustituya al
"listillo" es la gran tarea pendiente de la democracia española.
Sirvan de ejemplo ilustrativo de lo que
les quiero decir los hechos siguientes: habiéndonos hospedado en unos doce
alojamientos, sólo en uno se nos pidió algún documento de identidad; no hubo un
solo error en la facturación; siempre tuvimos el portamaletas lleno con el
coche aparcado al aire libre; nunca tuvimos que dejar de comer o devolver un
solo alimento; la limpieza y confort de las habitaciones en que nos hospedamos
fueron siempre elevados y el tráfico por carretera enormemente seguro, a pesar
de la no existencia de límites a la velocidad en las autopistas alemanas. Una
sensación un poco alucinante es que te zumben constantemente por la izquierda
los Audi, BMW y Volkswagen a más de doscientos por hora.
Castillo de
Neuschwanstein
La gastronomía es bastante distinta a la nuestra:
a pesar de la gran abundancia de vacas no es posible encontrar un filete de
ternera en ningún sitio. Parece que el vacuno lo dedican exclusivamente a la
fabricación de quesos y leche. Lo que sí hay son deliciosos embutidos de cerdo,
salchichas cocinadas de innumerables maneras, y unas truchas exquisitas. El
ciervo lo preparan bien en algunos sitios, y los helados y tartas de primera
hora de la tarde, que se toman con el té y permiten aguantar hasta la cena de
las 18.30, son excelentes.
A pesar de ser de formación
predominantemente anglosajona, durante este viaje he reflexionado acerca de la
enorme influencia cultural de Alemania y su cultura en Europa, y me he hecho
también la firme promesa de ampliar mis conocimientos de alemán y la cultura
alemana. Bach, Hendel y Mozart; Hegel, Marx, Max Weber; Heller, Kelsen y el
constitucionalismo alemán; Einstein y Freud, han marcado indeleblemente nuestra
cultura común.
Por último, creo conveniente destacar
también la gran eficacia de los servicios públicos turísticos: además de la muy
útil información que proporcionan, te ayudan incluso contratando por teléfono
las habitaciones, cuando existen problemas de lenguaje.
En fin, no deseo agobiarles con mis
experiencias veraniegas, cuyo relato me sirve como despedida del verano y
me obliga a entrar ya en el nuevo curso político: Mi artículo “La Mutación de las relaciones
internacionales”, que escribo estos días, intenta presentar un panorama de
la difícil situación internacional.