AUN NO SE HAN ENTERADO: COMENTARIOS A LAS PERPLEJIDADES DE PECES-BARBA

 

Artículo de Luis Bouza-Brey del 6-1-05, 20:30

 

Hay días en que el aluvión de artículos de opinión, cuando se producen acontecimientos importantes, me hacen replantearme la estructura de este sitio web. Hoy, por ejemplo, he decidido comentar el artículo de Peces-Barba "Perplejidades y sentimientos de un ponente constitucional" y reseñar en el comentario las opiniones de algunos columnistas referentes al asunto político central de estos días, como es el Plan Ibarretxe y las posiciones de los nacionalismos periféricos.

Debo afirmar, en primer lugar, que respeto las opiniones de Peces-Barba, aunque estoy más de acuerdo con otras anteriores que he reseñado en este sitio web, pues sus perplejidades de hoy me revelan lo que, a mi juicio, constituye un defecto de ciertos sectores de la izquierda española que ya he mencionado estos días atrás, como es la búsqueda permanente de acuerdos con los nacionalismos, sin apercibirse de que éstos ya están comenzando la fase siguiente de sus movimientos estratégicos, consistente en abandonar el Estado autonómico para conseguir la confederación y la disolución del Estado español.

A esta deficiente concepción de la izquierda española se une la inseguridad de los autores no periféricos ---castellanos, madrileños--- en el tratamiento del problema de los nacionalismos periféricos. Precisamente porque no viven desde dentro el problema, como nos sucede a muchos vascos, catalanes o gallegos, no se dan cuenta de la incompatibilidad de raíz de los nacionalismos con la democracia española, y del error estratégico básico que supone el intentar indefinidamente el consenso con ellos.

El objetivo de los nacionalismos es tener un Estado propio, reduciendo al esqueleto ---territorial, estructural  y funcional--- el Estado común. Por ello, son insaciables, y reclamarán eternamente hasta que consigan su objetivo de desarbolar la democracia española. La etapa de intentar integrarlos ya ha sido superada, y el objetivo estratégico de los demócratas españoles debe ser vencerlos, hacer conscientes a la mayoría de sus respectivos pueblos que la única salida al problema histórico de España es la creación de una Nación plural, integrada por todas sus nacionalidades y regiones, que cuente con un Estado democrático común y participado por todos, que pueda formular y alcanzar eficazmente objetivos comunes y niveles de desarrollo crecientes e igualitarios para todos los españoles.

La balcanización confederativa propuesta por los nacionalismos constituye un objetivo incompatible con nuestra Historia común, con los niveles de complementariedad e interdependencia alcanzados, anacrónico para el momento histórico que vivimos y producto de un residuo neurótico y esquizofrénico de minorías políticas e intelectuales, que no han sabido superar antiguos conflictos ni elaborar esquemas depurados de interpretación de la realidad. Cuando uno se lee las largas parrafadas que aparecen de vez en cuando en algún periódico, obra de uno de los intelectuales de cabecera del Presidente de la Generalitat, se detectan estos síntomas de racionalizaciones neuróticas  de una situación nueva con esquemas obsoletos. Es decir, de profunda irracionalidad e incapacidad para salir del pasado.

Por eso decía que los que vivimos desde dentro la situación en el País Vasco, Cataluña o Galicia, y conocemos la profunda integración, mestizaje y dualidad identitaria de nuestros pueblos, sabemos que es nuestra obligación intelectual quebrar esos esquemas propios de élites obsoletas y psicóticas, elaborando otros nuevos que impidan el enclaustramiento de los ciudadanos en esquizofrenias ajenas. Es preciso construir una nueva identidad y sentimentalidad patriótica integradora de la complejidad, respetando la diversidad, pero sintetizándola en sentimientos unitarios de libertad común y compartida, de igualdad democrática articulada en un Estado europeo de vanguardia, que pueda contribuir con eficacia a resolver los nuevos problemas europeos e internacionales del siglo XXI.

Ante estos nuevos retos que enfila el mundo, un Estado español renqueante, desunido, ineficaz, desarbolado, nos pondrá en la retaguardia europea, transformándonos en un problema más que en un actor potente del proceso histórico. Y para evitar esto es necesario que todos seamos conscientes de que es preciso vencer la esquizofrenia de algunos, que están atascados en las vivencias del siglo XIX. Hace falta plantar cara a las élites psicóticas y no dejarse arrastrar ni vencer por sus patologías.

¿Qué es eso de "comunidad nacional"? En el 78 se aceptó el término "nacionalidades" a propuesta del nacionalismo catalán de Pujol y Roca. ¿Por qué ya no sirve? ¿Porque se extendió a los de "segunda categoría"? ¿O es que se trata de poner un nuevo hito esquizofrénico  ---como señala hoy Ezkerra--- para los próximos veinticinco años?¿No se dan cuenta Peces-Barba y el Presidente del Consejo de Estado de que aceptar algo así es dar nueva munición para continuar otro siglo más perdiendo el tiempo defendiéndose del tarugismo de algunos? Porque si "comunidad nacional" es lo mismo que "nacionalidad" no se entiende por qué innovar, pero si lo que se intenta es justificar asimetrías y confederación, es inaceptable, ni siquiera en los Estatutos de Autonomía.

Pero si frente a la esquizofrenia de unos se desarrolla una actitud acomplejada de otros, o cortoplacismo y tacticismo miope, o incapacidad para definir correctamente a enemigos, adversarios y aliados políticos, vamos a seguir otro siglo más igual o peor. Por eso es tan importante que la izquierda ---y no hablo ya de Peces-Barba--- se clarifique y supere sus propias patologías ---sectarismo, principios ideológicos obsoletos, cainismo, carencia de sentimiento patriótico, miopía estratégica, ausencia de referentes éticos, referentes sociopolítocos marginales, etc.---, y en lugar de ir para atrás, hacia la Segunda República o el siglo XIX, mire hacia adelante y construya algo nuevo. Ya se estaba intentando, pero algo pasó, y estamos sumergidos en un nicho nauseabundo del que no parece que se pueda salir.

Por eso es esencial que el PSOE emprenda un nuevo rumbo, que recupere fuerzas, buscando nuevas formas de entender el problema histórico de España y nuevas actitudes, estrategias y alianzas. Que intente superar la geografía electoral y parlamentaria actual llegando a una nueva alianza estratégica con el PP para crear una democracia fuerte y una España revivida en una Europa que supere su actual debilidad. Carreras plantea acertadamente el dilema: ¿cómo se va a construir el Estado autonómico apoyándose en aquéllos que quieren destruirlo? Alonso y Moa desconfían de la izquierda y el PSOE y señalan algunas de sus patologías históricas. Vara critica las mandangas sectarias de la actual dirección del PSOE, y "El Mundo" recomienda a Rajoy que haga una oferta que ZP no pueda rechazar. Aunque quizá convenga tener en cuenta rumores que comienzan a circular por la red, como señala una "hablilla" de "El Semanal Digital" ante la cerrazón del representante del grupo parlamentario del PSOE.

Por lo que a mí respecta, permítanme que me autocite reenviándoles a un comentario propio de hace tres días. Creo que no hay otra salida que un gobierno de unidad PSOE-PP, con plazo de caducidad que podría ponerse en un año, para articular un gran pacto de Estado que ponga fin al desorden político y estratégico actual, formulando las reformas constitucionales, electorales y legislativas que cierren la transición. Creo que los acuerdos de Santillana podrían ser aceptables por el PP siempre que su formulación y aplicación se concrete conjuntamente y no se deje en manos de saltimbanquis periféricos y alianzas demenciales. ERC ya ha visto el peligro de esta posibilidad para el independentismo, pero la dirección actual del PSOE sigue sonámbula. La alternativa a este Gobierno de unidad es continuar con el proceso de descomposición actual de un Gobierno débil sometido a los independentistas, o las elecciones anticipadas a partir de marzo ---cosa muy peligrosa con las vascas a las puertas---,  pero es que además no está claro que resolvieran el problema.

Quizá tengan algo que decir sobre esto González, Guerra, Peces-Barba, Bono, Solana, Redondo, Vázquez, Ibarra, Chaves, Díez, Mora, ¿Montilla?.... Pero también Rajoy, Fraga, Aznar, Mayor, Zaplana, Arenas, Piqué, Vidal-Quadras, y algunos independientes o minoritarios sensatos. Esperemos que el personal vuelva pronto de vacaciones, que el país no está para avestruces ni siestas, por muy merecidas que sean.

Por lo que respecta a este artículo, no se crean, no me acaba de convencer esta estructura de "weblog", pero es que la avalancha de opinión de los últimos seis días es enorme.